Como ocurrió durante 1987, cuando todo parecía conspirar para perpetrar un año convulso en el que abundaron los conflictos laborales reprimidos con violencia, varios pesqueros vascos fueron ametrallados en diferentes aguas, la situación de los prisioneros políticos vascos siguió empeorando, el Gobierno francés puso en el punto de mira a los refugiados, hubo atentados con consecuencias no deseadas, se firmó en Madrid un pacto de Estado contra ETA, el PNV y EA abrieron hostilidades por el reparto del patrimonio, Ardanza fue elegido lehendakari del tercio autonómico…
Durante el año anterior, la colaboración hispano-francesa en relación al contencioso de Euskal Herria dio algunos pasos cualitativos que se incrementaron en 1987. En enero se produjeron nuevas entregas de refugiados, en un goteo permanente que tuvo su momento álgido a comienzos de octubre, cuando un formidable despliegue de fuerzas policiales francesas de más de 2.000 efectivos llevó a cabo la mayor redada de exiliados vascos de la historia.
Fue la llamada Operación Tercera Fase, en la que asaltaron casi 200 domicilios y detuvieron a más de 60 personas. Durante los tres días siguientes fueron puestos en manos de la Policía española 56 de los arrestados, muchos de los cuales denunciaron ante el juez en Madrid haber sido torturados; y eso que España iba a firmar poco después la Convención contra la Tortura. También hubo 15 deportaciones, con destino a Argelia y Venezuela.
En relación a la razia, Charles Pasqua, homólogo de Barrionuevo en Francia, afirmó que «la democracia se acaba donde empieza la razón de Estado». Esa «razón de Estado» franco-española produjo durante los siguientes días decenas de heridos y más de dos centenares de detenidos en el transcurso de las protestas que se extendieron por toda la geografía de Euskal Herria.
El Sindicato de Abogados de Francia y el Sindicato de la Magistratura –mayoritario en el Estado francés– denunciaron la redada calificándola de «ataque flagrante y considerable a la independencia del poder judicial», destacando que la mayoría de los entregados tenían su situación regularizada. En noviembre, el Consejo de Estado de Francia declaró ilegales las expulsiones de exiliados vascos a España.
Pero la unidad de acción acordada entre gobiernos hizo oídos sordos a todo y siguió adelante. A lo largo del año hubo 132 entregas, entre ellas las de Josu Muguruza en marzo y la de Arnaldo Otegi en julio.
El colaboracionismo de Francia tuvo su respuesta con la multiplicación de acciones contra intereses franceses, que sufrieron numerosos ataques con bomba, apedreamientos y sabotajes de todo tipo.
En las cárceles españolas la situación de los prisioneros y prisioneras vascas se siguió deteriorado y la tensión iba en aumento, con continuas protestas y huelgas de hambre, numerosos traslados de prisión, sanciones y palizas.
La marcha de diciembre a esa prisión manchega volvió a ser multitudinaria, aunque en esta ocasión la Policía impidió la concentración junto a la cárcel y acosó a los autobuses durante el viaje.
La ofensiva desatada por el PSOE buscó cobertura política en las conversaciones entre partidos que concluyeron en el llamado Acuerdo de Madrid contra el Terrorismo, firmado el 5 de noviembre. El Pacto partía de una resolución contra ETA aprobada dos años antes en el Parlamento de Gasteiz, colocaba el Estatuto de Gernika como eje, la represión como herramienta y animaba a Ardanza a lograr un acuerdo similar, que se traduciría al año siguiente en el Pacto de Ajuria Enea. EA no firmó el Pacto de Madrid al considerar que la iniciativa debía ser a la inversa y partir del Parlamento de Gasteiz.
Todo esto en un clima en el que, según algunas fuentes, en Argel se estaban produciendo cierto tipo de contactos entre el Estado español y ETA, algo que la propia organización armada reconoció a comienzos de septiembre.
En 1987 ETA llevó a cabo numerosos atentados, alguno de consecuencias no deseadas, como el de Hipercor, el 19 de junio, que ocasionó 21 muertos y numerosos heridos. La organización armada realizó hasta tres llamadas advirtiendo de la colocación del explosivo y pidiendo el urgente desalojo del centro comercial, lo que no se hizo. 38 minutos después de la hora señalada se produjo la explosión.
Herri Batasuna expresó su «más enérgica crítica» por el atentado, y dos días más tarde fue la propia organización armada la que, en un comunicado de autocrítica, lamentó las consecuencias de su acción.
Iparretarrak también llevó a cabo varios ataques durante un año en el que perdió a dos militantes y sufrió once detenciones.
En julio, los GAL acabaron con la vida de Juan Carlos García Goena, un joven vasco objetor de conciencia que vivía en Hendaia para no hacer la mili. Este atentado, que no fue oficialmente reivindicado, está considerado el último de los GAL, aunque la guerra sucia continuó. Durante el año, en Hegoalde fueron varias las personas atacadas, secuestradas y torturadas o marcadas con esvásticas, alguno incluso en más de una ocasión.
En marzo murió Txomin Iturbe en Argel, y en su funeral, en Arrasate, se reunieron más de 45.000 personas, según la Policía Municipal. Durante el acto de homenaje cuatro encapuchados colocaron sobre el ataúd el anagrama de ETA del hacha y la serpiente. El traslado del féretro desde Barcelona a Arrasate fue seguido por una tanqueta de la Guardia Civil.
De Arrasate había sido alcalde José Antonio Ardanza, que el mismo día en que 'Egin' dio la noticia de la muerte de Txomin Iturbe tomó posesión por segunda vez como lehendakari gracias a un acuerdo con el PSE, que, aunque con menos votos, había sacado dos escaños más que el PNV.
Tres meses más tarde se celebró una triple jornada electoral, con urnas para el Parlamento Foral navarro, los municipios de Hegoalde y la Cámara europea. En Nafarroa ganó el PSN, seguido de UPN y HB, formación que consiguió un representante en el Parlamento Europeo con casi 360.000 votos recogidos en la circunscripción única del Estado español. EA, dentro de la coalición Europa de los Pueblos, colocó a Garaikoetxea en Estrasburgo. En las municipales hubo ascenso general de HB y de EA, y descenso del PNV y del PSOE, sobre todo en Nafarroa.
Los conflictos laborales se multiplicaron durante 1987 en todos los sectores económicos y la represión fue intensa. Los trabajadores de Euskalduna volvieron a levantar barricadas en el puente de Deustu, y también hicieron lo propio los de Magefesa, Suchar, Babcock Wilcox, Correos, aceros especiales, metal, madera, papel… En 1987 hubo más de 10.000 despidos por expedientes de crisis.
Fuera de nuestro país, en la localidad cántabra de Reinosa las consecuencias de la reconversión industrial encendieron entre marzo y abril un conflicto con enfrentamientos entre trabajadores y efectivos de la Guardia Civil, que en varias ocasiones fueron acorralados e incluso les fue arrebatado armamento.
Todo empezó tras la amenaza de despido de cerca de quinientos trabajadores de Forjas y Aceros de Reinosa, y estalló cuando una Unidad de Intervención de la Guardia Civil asaltó el búnker de la factoría, donde los trabajadores tenían retenidos a varios directivos. De ahí arrancaron los incidentes entre trabajadores y los guardias civiles que tomaron la localidad y los alrededores con tanquetas, vehículos todoterreno, un camión blindado y un helicóptero que sobrevolaba la zona de manera permanente. Hubo incluso disparos de fuego real contra los trabajadores.
En el transcurso de las varias jornadas de lucha y huelgas generales hubo un muerto por inhalación de gases tóxicos de los botes de humo, quince heridos graves y más de un centenar de diferente consideración. Antena 3 llegó a implicar a ETA y a un exprisionero vasco en el conflicto de Reinosa.
Aprovechando el verano, la Dirección General de Trabajo procedió a la aprobación del expediente de 436 despidos de Forjas y Aceros de Reinosa.
En 1987 HASI y Jarrai celebraron sus respectivos III Congreso y, en julio, echó a andar Eguzki, en una reunión de sesenta grupos de comités antinucleares y ecologistas celebrada en Iruñea.
La ikurriña, el euskara y las ikastolas siguieron recibiendo ataques, el año en que la 5ª Korrika recorrió 2.085 km de la geografía vasca, entre Hendaia y Bilbo, en homenaje a Balendin Enbeita con el lema «Euskara, zeurea».
El euskara y la cultura vasca perdieron a Koldo Mitxelena y José Estornés Lasa, que murieron ambos el 11 de octubre. También falleció, en marzo, el pintor Bernardino Bienave Artiz.
En las campas de Altsasu miles de personas celebraron el domingo 6 de septiembre el décimo aniversario de la salida de 'Egin' a los kioskos.
Lo que naciera como una ilusionante apuesta popular se había convertido ya, contra viento y marea, en el referente del nuevo periodismo vasco.