1977/2024 , 7 février

Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / Redactor jefe de actualidad

Sortu, creando la relegalización de la izquierda abertzale

En la mañana del 7 de febrero de 2011 el Palacio Euskalduna de Bilbo acogía uno de los actos que más expectación política han creado en décadas. Rufi Etxeberria e Iñigo Iruin presentaban los estatutos del partido de la izquierda abertzale que iba a superar una década de ilegalización, contra viento y marea.

Iruin y Etxeberria, en una comparecencia que suscitó una expectación total.
Iruin y Etxeberria, en una comparecencia que suscitó una expectación total. (Luis Jauregialtzo | Foku)

Entre la suspensión de actividades de Batasuna dictada por el juez Garzón en agosto de 2002 y la legalización de Sortu por parte del Constitucional en junio de 2012 pasó una década entera de veto y bloqueo político a la izquierda abertzale. El paso clave para superar la situación, en derivación del giro estratégico ya aprobado para entonces, se daría en el Euskalduna de Bilbo un día como hoy de 2011, con la presentación de los estatutos del nuevo partido.

Simultáneamente GARA publicaba en exclusiva su nombre: Sortu. Un secreto muy bien guardado y toda una declaración de intenciones sobre lo que suponía la formación.

Quienes se encargaron de presentar el futuro partido eran dos referencias de la izquierda independentista con una trayectoria de décadas y una capacidad muy reconocida. Rufi Etxeberria había tomado de algún modo el relevo de Arnaldo Otegi tras su encarcelamiento en octubre de 2009 (que aún se prolongaría cinco años más), y de hecho su mano sería la que estrecharía Kofi Annan unos meses después en Aiete.

En cuanto a Iruin, a su capacidad acreditada como jurista se sumaban ciertas dotes proféticas en este caso: en una entrevista tras la ilegalización había predicho que ese ciclo duraría una larga década. Concluyó en ese plazo, aunque no fue por la vía de los tribunales europeos, sino por la del cambio de estrategia.

Al acto acudieron la práctica totalidad de partidos y sindicatos vascos, además de docenas de cámaras... y de policías

Aquel acto, técnicamente organizado por Lokarri, estuvo rodeado de una expectación patente. Acudieron la práctica totalidad de partidos políticos y sindicatos. Hubo que disponer una sala mayor a la inicialmente prevista. Las cámaras se contaban por docenas. Y no faltaba presión policial, al filtrarse que había un dispositivo de identificación de los asistentes (años antes, la Policía ya había irrumpido en una rueda de prensa de la izquierda abertzale en Iruñea, argumentando que eso también era ilegal).

Con temple y claridad, Etxeberria se centró en el prisma político e Iruin en el jurídico. El primero remarcó, para quienes todavía tenían o fingían dudas, que Sortu rechazaba toda violencia, «y en particular la de ETA», y que en ningún caso constituiría una «organización vicarial». El abogado detalló la plena adecuación de estos estatutos a la Ley de Partidos. Aunque la claridad del compromiso con las vías exclusivamente políticas fue la noticia para la gran parte de los medios, Sortu traía importantes novedades organizativas en comparación con anteriores formaciones de la izquierda abertzale, cambiando el tradicional modelo asambleario por otro más regularizado, con una afiliación tasada, órganos de control, secretaría general…

Año y medio de pelea judicial

El paso del tiempo puede haber hecho creer que aquel proceso fue un mero trámite indoloro, pero nada más lejos de la realidad. Antes incluso de este acto del Euskalduna ya se filtró que el Gobierno del PSOE (con Alfredo Pérez Rubalcaba como principal artífice) maniobraría contra la inscripción legal. Efectivamente, Fiscalía y Abogacía del Estado llevaron a Sortu ante el Supremo, donde la legalización fue rechazada por nueve votos contra siete, apenas un mes después. Hubo que esperar a que un Constitucional igualmente dividido casi por la mitad la avalará en junio de 2012.

Para entonces, ciertamente la izquierda abertzale había podido volver a la carrera electoral, e incluso liderar la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia, dentro de Bildu, que había superado el muro ilegalizador en mayo de 2011, y también de Amaiur, que logró llegar a las Cortes españolas en noviembre de ese año.

La pelea no fue solo jurídica; para los anales del disparate quedó el interrogatorio seudoperiodístico a quienes fueron a inscribir a Sortu en el Ministerio de Interior

 

La pelea no solo fue jurídica. Para los anales del disparate quedó el interrogatorio seudoperiodístico a los responsables iniciales de Sortu (Iñaki Zabaleta y Maider Etxebarria a la cabeza) cuando fueron a inscribir el partido en la sede del Ministerio del Interior, en Madrid, unos días después del Euskalduna. Las preguntas fueron en muchos casos acusaciones, hasta el punto de que algún periodista se revolvió contra la caza de brujas: «A Rajoy no le preguntáis así». Los impulsores del nuevo partido contaron con el apoyo de Alex Maskey (Sinn Féin) y Bill Browing (Asociación Europea de Abogados Demócratas).

Los impulsores de Sortu, en el registro del Ministerio del Interior junto a Alex Maskey (Sinn Féin). (Andoni Canellada | Foku)


A las trabas puestas por el PSOE –donde paradójicamente Jesús Eguiguren vio en el Euskalduna «un paso sin retorno», pero Rubalcaba intentó recrear un fraude de ley– se sumó la inquina del PP, que no gobernaba el Estado en 2011 pero sí en 2012. Aquella comparecencia de Iruin y Etxeberria fue respondida así por la número dos de Rajoy, María Dolores de Cospedal: «El PP no aceptará la legalización de ninguna manera». El Constitucional le abocaría a hacerlo por un solo voto de diferencia.

Sortu celebraría su congreso fundacional en Iruñea en febrero de 2013, cuando ya habían transcurrido dos años desde aquel evento del Euskalduna. Arnaldo Otegi sería su primer secretario general, pero esa ya es otra historia.

Congreso fundacional de Sortu, en Iruñea en febrero de 2013. (Idoia Zabaleta | Foku)