1977/2024 , 16 février

Ariane Kamio
7k-ko editorea eta edukien erredakzio burua / editora de 7k y jefa de redacción de contenidos
Entrevue
Asun Eslava y Cristina Chivite
Primera pareja homosexual en lograr la maternidad de ambas

«La responsabilidad como madres era nuestra, de las dos, y la protección de nuestras hijas, también»

Asun Eslava y Cristina Chivite fueron la primera pareja de lesbianas en conseguir oficialmente un libro de familia donde inscribieran a ambas como madres de sus dos hijas. Ocurrió hace ahora veinte años.

Ilustración.
Ilustración. (Koldo Landaluze)

Un juzgado de Iruñea dictaba una sentencia favorable a favor de una pareja de mujeres que solicitó la maternidad de ambas para sus hijas hace ahora dos décadas. Fue una lucha casi en silencio y con pocas esperanzas, aunque la resolución final fue favorable. Lo fue para ellas, y para las miles de familias homoparentales que se han beneficiado desde entonces. Con discreción y mucha humildad –no quieren ser fotografiadas–, acceden por primera vez a hablar con un medio de comunicación.

¿Cómo vivieron ese proceso?

Cristina Chivite: El proceso de la adopción fue bastante duro, angustioso. No teníamos todos los votos a favor para conseguirlo. Pensamos que era nuestro derecho y también nuestra obligación.

¿Quién de las dos hizo la inseminación?

Asun Eslava: Qué más da.

No es por dar importancia a ello, lo pregunto porque la parte de la pareja que no ha tenido biológicamente a las niñas desgraciadamente tiene que pasar por unos momentos que no son nada fáciles. Imagino que en el proceso de adopción también la mayor presión recae en esa persona.

C.C.: Exactamente. Te miran con lupa. El examen psicológico nos lo hicieron a las dos. Pero a la jueza le dijimos lo mismo cuando nos lo preguntó. ¿Qué más da? Si somos las dos las que queremos ser madres. La parte contratante, como dirían los hermanos Marx, tampoco lo pasa demasiado bien, es verdad.

Ustedes decidieron acudir a los juzgados para reclamar la adopción de, en este caso, dos gemelas. ¿Cuándo arranca ese proceso?

A.E.: Antes de quedarnos embarazadas nos pusimos en contacto con un par de parejas que ya eran madres o que estaban en situación de serlo. Lo que a nosotras nos parecía importante era lograr una cobertura real para nuestras hijas porque lo que veíamos era que la madre biológica tenía el derecho, pero la que no lo era no iba a tener ninguno.

Porque la madre 'adoptiva' no consta ni en el libro de familia ni en ningún documento oficial, ¿no es así?

A.E.: Eso es, no eres nadie. Nosotras ya éramos pareja de hecho. Habíamos dado pasos, pero ante la maternidad veíamos a nuestras criaturas desprotegidas. Entonces, en esos contactos que tuvimos con parejas, no encontramos que compartieran la preocupación que nosotras teníamos. Estuvimos con una pareja que ya tenían niños, y la madre no biológica decía: «Qué va, que no va a pasar nada. Y, si pasara, yo con mi suegra me llevo fenomenal».

«Lo que a nosotras nos parecía importante era lograr una cobertura real para nuestras hijas porque lo que veíamos era que la madre biológica tenía el derecho, pero la que no lo era no iba a tener ninguno»

No veían la misma necesidad que ustedes.

A.E.: Ella confiaba absolutamente en que nadie iba a reaccionar, digamos, de ningún modo inadecuado, y nosotras no lo veíamos así. Nosotras veíamos que el nivel de desprotección de nuestras criaturas iba a ser muy grande, que la responsabilidad como madres era nuestra, de las dos, y que la protección de esas niñas también era nuestra responsabilidad. Después de diferentes intentos, me quedé yo embarazada y fuimos a buscar a una abogada. La abogada enseguida empatizó con nosotras –ella también estaba embarazada– y nos dijo que le parecía algo muy difícil de conseguir, pero que estaba dispuesta a acompañarnos en esa pelea.

Empezamos estando embarazadas y lo conseguimos cuando nuestras hijas tenían ya ocho meses. Fue más de un año de recorrido y lo conseguimos claramente porque el juez al que le habría llegado el caso no ocupaba su plaza; en ese momento lo estaba ocupando otra mujer, y esa jueza que le sustituía tuvo una gran visión y nos lo concedió.

Fue algo muy importante para nosotras.

Para ustedes y para otras tantas mujeres que hemos venido por detrás.

A.E.: Sentó jurisprudencia y el año siguiente se legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Cuando la abogada nos llamó diciendo que lo habíamos conseguido, llamamos a COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales de Madrid). Nos cogió un chico el teléfono y decía que no nos entendía lo que decíamos y nos dio el teléfono de Beatriz Gimeno. Fuimos a celebrarlo con unas amigas y con nuestros bebés en brazos. Por la tarde llamamos, les contamos la historia, y no se lo creían. Fue muy potente.

«Empezamos estando embarazadas y lo conseguimos cuando nuestras hijas tenían ya ocho meses. Fue más de un año de recorrido y lo conseguimos claramente porque el juez al que le habría llegado el caso no ocupaba su plaza»

Nos preguntaron hasta qué punto queríamos visibilidad y exposición. Les dijimos que no queríamos ninguna, que estábamos centradas en la maternidad. Y respetaron nuestra posición.

A.E.: A partir de ahí, llegó la revolución. La tele estuvo durante una semana que daba miedo.

¿En qué sentido?

A.E.: Pues que se abrían todos los telediarios con la noticia. Los periódicos igual...

Fue el primer caso del Estado, además.

A.E.: Tuvimos a la tele delante de la puerta de casa y los vecinos nos protegieron.

El proceso por el que tuvieron que pasar para finalmente oficializar esa doble maternidad, ¿cómo fue?

A.E.: Con la sentencia, fuimos al registro de Pamplona y cambiamos el libro de familia, donde las niñas aparecían como hijas de madre soltera, a tener ya un libro de familia estando las dos como madres.

Y durante la inseminación, ¿tuvieron alguna resistencia?

A.E.: Sí. En una inseminación 'normal', en la que tú acudes a una clínica privada, en principio nadie te pone trabas si eres una pareja hetero. Pues aquí en Pamplona, el ginecólogo de marras se cubrió la espalda y nos pidió un estudio psicológico. Y también lo presentamos.

C.C.: El estudio resultó ser decisivo, porque durante el proceso judicial también acudieron a la psicóloga que lo realizó. Ella argumentó en todo momento que hizo una valoración y que no vio nada irregular. Fuimos dando pasitos, porque nos sentíamos como dos corredoras de fondo.

Siendo las primeras madres que forman una familia de forma oficial, ¿se han visto obligadas alguna vez a tener que dar explicaciones innecesarias?

¿En qué sentido?

En el sentido de tener que justificar su día a día.

A.E.: Nosotras cuando fueron a la guardería, lo que hicimos fue llevar cuentos que reflejaban la diversidad de las familias. Fue entonces cuando comenzaron a publicarse cosas así. Todo lo que comprábamos para casa lo llevábamos a la guardería, para que hubiera también referentes para los demás niños.

Creo que ha sido un trabajo que hemos hecho en el día a día, sin alardes de ningún tipo, pero haciéndolo desde la conciencia.

Sus hijas son ya dos personas adultas. Cuando ya han pasado veinte años de aquel hito, ¿cómo lo viven ellas?

A.E.: En ese sentido, creo que están muy orgullosas de lo que hemos conseguido.

No es para menos.

C.C.: Pues eso digo yo... que no es para menos, que es para más.