1977/2024 , 8 avril

Joseba Iturria
Periodista deportivo. Real Sociedad y ciclismo
Entrevue
Miguel Madariaga
Expresidente de Fundación Euskadi

«Aquellos años perdí mucho de mi vida y lloré con la primera victoria de Agustín Sagasti»

El máximo responsable de la Fundación Euskadi desde su nacimiento hasta que cede el testigo a Mikel Landa recuerda al cumplirse 30 años de la primera victoria del equipo con Agustín Sagasti en la Itzulia los difíciles inicios de un proyecto que inundó con la marea naranja las carreteras del Tour.

Miguel Mariadaga, en una imagen de archivo, cuando era responsable del equipo Euskaltel-Euskad.
Miguel Mariadaga, en una imagen de archivo, cuando era responsable del equipo Euskaltel-Euskad. (Luis JAUREGIALTZO | FOKU)

La vida de Miguel Madariaga (Andraka, Lemoiz, 1944) está marcada por su trabajo como taxista que le llevó a tener relación con los ciclistas a los que llevaba a las carreras. Así comenzó a trabajar con la base del ciclismo y a plantearse en 1992 con el diputado general de Bizkaia, José Alberto Pradera, la posibilidad de imitar lo que el Athletic era en el fútbol.

Gracias a aquella idea se creó la Fundación y nació el equipo Euskadi en 1994 con unas penurias económicas que desaparecieron cuando Euskaltel y las instituciones apoyaron el proyecto hasta convertirlo en un modelo único en el ciclismo que estuvo en el Tour desde 2001 hasta que en 2013 rompió con Madariaga, que acaba de cumplir 25 años de responsable de la Gela Pedagogikoa, con la que aún trabaja en el ciclismo de base.

Recuerda que en un comienzo durísimo, en el que le embargaron sus bienes por las deudas de la Fundación, la primera victoria de Agustín Sagasti el 8 de abril de 1994 en Azpeitia fue una inyección de moral, cómo le apoyo tras ser atropellado por un coche en la Vuelta a los Valles Mineros dos meses después, accidente que le llevó en 2009 a quitarse la vida, y los mejores momentos de un proyecto que ha dado la oportunidad de pasar a profesionales a 165 corredores vascos y muchas alegrías a sus aficionados, a los que unió como ningún otro proyecto.

¿Cómo le lleva el trabajo de taxista al ciclismo?

En mi entorno en el barrio de Andraka había un corredor, Agustín Urrutia. También salieron Juan Luis Urrutia y Esteban Arrola, había afición de antes. De ahí la salida de ese barrio de Lemoiz es a Mungia, donde en un bar se hacían las reuniones de ciclismo. Allí estaba Valentín Uriona. El taxi lo puse en Mungia y él, Celestino y José Luis Bilbao y Atxa fueron los primeros ciclistas a los que llevaba a las carreras.

Valentín cambió de Kas al Fagor, que tenía un equipo de aficionados con el que empecé a colaborar. Había una lucha encarnizada en aficionados entre los dos equipos, aunque la afición estaba centrada en Gipuzkoa, que era la madre del ciclismo. Llevaba a los corredores y de ahí se fijaron en mí en la Sociedad Ciclista de Mungia, que sacó en 1967 el equipo de juveniles Goimar-Mungia, con la empresa de piensos de José Luis Artetxe, gran jugador del Athletic al que conocí ahí.

Fue mi primer equipo como director responsable gracias a la confianza de Felipe Goyenaga y Francisco Javier de las Fuentes. De ahí pasé al Olsa, Super Ser-Norte de aficionados con Marino Lejarreta y, viendo lo que había, me empecé a preparar de todo. Hice un curso a distancia de masajista, de cuidador, empecé a saber lo que era el ciclismo y en 1987 sacamos el Beyena amateur, luego AVSA, Café Fortaleza, Olarra-Ercoreca, Orbea-Olarra.

La Fundación Euskadi nace en un viaje al Tour de 1992 que salía de Donostia como chofer del diputado general de Bizkaia, José Alberto Pradera.

Empecé a trabajar en la Diputación y se fija en mí José Alberto Pradera, al que llevé a ese Tour con dos amigos a ver la llegada a Lourdes y la salida siguiente. Hablamos en el camino de mi vida, de lo que había visto. Alberto era un enamorado del ciclismo y buscaba siempre soluciones. Veíamos las cosas que se necesitaban y nos preguntábamos si ahí no podíamos nosotros hacer algo, que para eso hay que conocer la formación. Y así empezamos. Yo era un trabajador de la Diputación y las reuniones eran con su secretario, Juan Carlos Urrutxurtu. Alberto le daba sus órdenes, me llamaban sobre cómo tenía que ir y ahí se empezó a fraguar lo que fue la Fundación.

La idea era hacer un Athletic del ciclismo con sus normas. Urrutxurtu consiguió sus estatutos y los nuestros fueron casi calcados a los del Athletic. Se empezó a trabajar y yo le reconocía a Alberto que no veía las cosas muy bien. Le tenia un respeto muy grande. Teníamos ilusión. Alberto y Juan Carlos hablaron en la Diputación, me dijeron que tenía que ir a las reuniones a escuchar. A la primera fueron los tres presidentes de las territoriales, el de la Vasca, Jaime Ugarte, Julián Eraso, Ibáñez de Arana, que había sido presidente de la Española. Ahí se hizo el primer presupuesto y Alberto se vio en un momento delicado porque era increíble.

Juan Carlos Urrutxurtu me dijo cuando salió de la reunión que «mañana Miguel a las 8.00 en la Diputación. Esto no me gusta nada, no va a ser así». Se hizo otra reunión distinta porque el presupuesto de los sueldos era impresionante. El ciclismo estaba montado así, no había más remedio, y en una reunión se decidió todo con Juan Carlos Urrutxurtu y algunos diputados más. Juan Mari Atutxa y José Luis Bilbao estuvieron en esa reunión y yo hacía lo que me decían.

«La idea era hacer un Athletic del ciclismo con sus normas»

En el primer equipo Euskadi de 1994 había corredores importantes como Pello Ruiz Cabestany, Javier Murgialday, Juan Carlos González Salvador, Rubén Gorospe y Juanto Martínez...

Alberto Pradera le dio mucha importancia a Jaime Ugarte, que era presidente de la Vasca y tenía mucho poder porque había una ley para no pasar más de tres aficionados y él lo trabajó en Madrid. Hizo el equipo de manera desagradable. Alberto me dijo que tienes que ser presidente, pero siempre con Juan Carlos Urrutxurtu. El equipo no funcionaba porque se había hecho sin una base sólida desde abajo. Se empezó la casa por el tejado.

Desde el nacimiento había problemas económicos dentro de la Fundación. Llegaba el final de mes y no había dinero para pagar a los corredores. Se hizo captación de socios, se decidió ir adelante con el proyecto, todo eran buenas palabras, pero nadie metía las manos en el bolsillo. Nos vimos Juan Carlos y yo muy mal año y medio. Las deudas nos ahogaron y nos embargaron a los dos nuestros bienes. Alberto Pradera fue relevado de diputado general en 1995. El nuevo, Josu Bergara, y su segundo, José Luis Bilbao, vieron que las cosas económicas estaban mal y se arregló para que en varios años se pagara la deuda.

¿En esos comienzos duros cómo se vivió la primera victoria de Agustín Sagasti?

No pude ir a la carrera porque trabajaba en la Diputación y en la sala de masaje. No cobraba nada de la Fundación, tenía que ir a todas las reuniones, cumplir mis horas en la Diputación y estar en el masaje, donde podía ver las etapas en televisión. Me había comunicado el director Txomin Perurena que estaba bien organizado para poder ganar esa media etapa.

Fue algo grande, lloré durante mucho tiempo con esa victoria. No podía con lo que tenía dentro, era muy duro. Aquellos años perdí mucho de mi vida, que no lo quiero ni nombrar. Y esa victoria fue un apoyo. Lo celebré con la gente que estaba en la sala de masaje. Fue una inyección de ánimo, pero al día siguiente volvían los nubarrones.

La Fundación Euskadi se volcó con Agustín Sagasti tras su accidente meses después...

Fui testigo en el juicio con el abogado de Agustín, que estaba solo con tres abogados de la Guardia Civil, tres de la Vuelta a los Valles Mineros y dos del coche que provocó el accidente. Me preguntó el abogado de la Guardia Civil por qué le había firmado tras el accidente para que tuviera una protección, que sabía mucho de ciclismo. Cuando se le trajo al hospital de Basurto no tendría más de 40 kilos, encima de una sábana blanca. Le dije que «no sé si soy inteligente, pero usted es una persona analfabeta en el ciclismo». Para hacer eso hay que estar en el ciclismo. Todavía vive su padre y sabe que hice mucho por Agustín hasta que se marchó cuando él quiso.

¿Cómo se consigue pasar de aquella situación crítica en lo económico al apogeo con el apoyo de la empresa Euskaltel y las instituciones?

En ese momento con José Luis Ardanza como lehendakari y Juan Jose Ibarretxe de vicelehendakari, venía a Zamudio Euskaltel, una empresa nueva, y me armé de valor y me fui a hablar con Ibarretxe. Me invitaban a todos los actos porque era el presidente de la Fundación, era una cosa que daba pasos hacia adelante y los únicos que sufríamos éramos los que estábamos dentro. Se nos obligó a coger a unos corredores y eso nos perjudicó. Se hizo todo lo posible en esa idea, pero todo salía mal y es por lo que propuse a José Luis Bilbao trabajar la base, hacer una escuela. Nació la Gala Pedagogikoa en 1998, fuimos cogiendo gente de abajo. Luego formamos una estructura para trabajar desde juniors, con un equipo amateur, el Orbea continental y es la base la que se apoyó el ciclismo en todo Euskadi y el Euskaltel en el World Tour.

Tuve que coger una excedencia, de algo debía vivir y se me puso un sueldo que era una cuarta parte del que tenía el director deportivo, Txomin Perurena. En aquel momento el barco estaba en altamar a la deriva y Miguel antes de morir se agarraba a lo que sea para que no despareciera. Tuvimos que hacer fraude, con el dinero que se retenía se pagaba a los ciclistas. Al final me libraron del castigo pagando al mes una cantidad, pero había que tener una entrada de dinero.

Cuando entra Euskaltel, quería asumir la responsabilidad porque eran los que ponían el dinero. Todos los años, cinco o seis veces me veía fuera. Fue duro para mí, pero se consiguió ir al Tour y ganar la primera etapa con Roberto Laiseka en Luz Ardiden. Habíamos ido al Tour del Porvenir y conseguimos la bendición del Tour, que Jean Mari Leblanc, Jean-François Pescheux y Bernard Hinault nos invitaran. Todo me salió bien y fue la salvación, abrir ese camino, porque el Tour lo da y lo quita todo en el ciclismo. Aquello salvó la Fundación, con la llegada de Ardanza a Euskaltel e Ibarretxe como lehendakari, que por esta Fundación hizo muchísimas cosas. Fue un balón de oxígeno.

«Cuando entra Euskaltel, quería asumir la responsabilidad porque eran los que ponían el dinero. Todos los años, cinco o seis veces me veía fuera»

¿Qué supuso la victoria en el debut en el Tour en Luz Ardiden de Laiseka, que también logró las primeras victorias en la Vuelta en 1999 y 2000?

Por cogerle a Roberto Laiseka se me discutió mucho. Tanto a él como a César Solaun, dos chicos responsables y corredores de categoría. Distintos en caracteres, pero auténticos. Iba en la escapada con Roberto, hice rápidamente desde el coche muchas cosas y, cuando lo tenía arreglado, vinieron Julián Gorospe y Ardanza. Cumplieron lo que dijeron dos personas y Roberto ganó la etapa. Lloré mucho aquel día y en aquel Tour. Se vio todo lo que hizo el equipo y la Fundación por Euskadi.

Cuando Juan Mari Aburto me dijo para poder traer el Tour a Bizkaia le dije que lo iba a intentar. Se había intentado por mediación de Azkuna, pero no se hicieron las cosas para que viniera como luego sí se cumplieron. Hablé con el Tour a través de Javier Guillén y me dijo que sí.

Al final a Miguel Madariaga se le aparta de la Fundación, cogieron la senda otras personas. Al ser de sangre caliente hice declaraciones que no sentaron bien. Hubo otra gran machada de la Fundación, que fue después de 33 años traer la Vuelta a Euskadi y ganar con Igor Antón en Bilbao. Es lo más grande que he vivido. Hay muchas cosas que tengo para contar, pero ninguna como esta. El director de la Vuelta Javier Guillén me dijo que no fuera por el desvío, que le siguiera. Él a la izquierda y nosotros a la derecha, a la par entramos en la meta, cosa que no ha pasado nunca, salvo algún despiste. Ese día no era persona, me cuesta todavía hablar al recordar aquello.

¿Siente que no se ha valorado lo que supuso aquel equipo?

Sientes que no se ha valorado ni se está valorando. Te duele, pero internamente estoy feliz por lo que conseguimos, sobre todo creamos una afición que desgraciadamente se está perdiendo. El ciclismo ha evolucionado, pero en Euskadi la Fundación puso al ciclismo en un escaparate al que no volverá. No tiene nada que ver con lo que pasa ahora con esa época, en esos años tan brillantes.

«Sientes que no se ha valorado ni se está valorando. Te duele, pero internamente estoy feliz por lo que conseguimos»

Y tampoco su labor, siempre cuestionado...

El carácter me ha perjudicado mucho por ser demasiado directo y no callarme las cosas como otros. Uno de los problemas más gordos que he tenido son las declaraciones que hice cuando me preguntaron por la desaparición del Euskaltel. Dije que era como si tienes un hijo, lo entregas vivo y fuerte y a los seis meses te lo devuelven muerto. Eso cayó hondo en mucha gente porque me echaron y no me arrepiento de decir la verdad. Nadie me ha preguntado por qué hice esas declaraciones, señal de que sabían lo que había.