Iraultza: «La presentación de candidaturas por EMK-LKI es reflejo del oportunismo y la sinrazón»
Martín Garitano
Tras un largo e intenso debate que se ha prolongado durante cerca de año y medio, la antigua dirección de la organización armada Iraultza ha sido sustituida al frente de la misma por nuevos cuadros militantes. Los enfoques organizativos, las tesis ideológicas y la praxis de una organización dependiente en gran medida de organizaciones políticas ajenas han sido los elementos determinantes para el desarrollo del mencionado proceso de debate interno. La actual dirección de Iraultza explica en la entrevista concedida a 'Egin' las claves de esta polémica y las resultantes de la misma, así como el enfoque con que la organización afrontará en los próximos meses la práctica de su lucha.
Desde que en junio de 1981 un comando de Iraultza hiciera explosionar una bomba en el chalet del conocido industrial Luis Olarra, la práctica armada de esta organización no ha variado ni en cuanto a sus métodos ni en cuanto a los objetivos seleccionados. La colocación de bombas, artefactos caseros compuestos generalmente de cloratita, y la acción directa contra intereses multinacionales, entidades oficiales y empresas en conflicto, han sido la constante activa que demostraba periódicamente la permanencia y salud de la organización.
A lo largo del último año y medio el silencio de Iraultza, roto tan sólo por tres acciones, dos contra intereses relacionados con la Autovía de Leitzaran y otra en solidaridad con las naciones árabes, evidenciaba algo más allá de la debilidad operativa de sus estructuras.
Un periodo de reflexión
A escasos meses del décimo aniversario del nacimiento de Iraultza, los miembros de su dirección explican este largo silencio revelando que «hace año y medio abrimos un periodo de reflexión y debate sobre el papel y el futuro de la organización, a consecuencia del cual la anterior dirección ha sido sustituida por otros cuadros militantes».
Los portavoces de Iraultza destacan como razón de esta sustitución «la inexistencia de autocrítica alguna por parte de la anterior dirección respecto de los errores en que hemos incurrido, limitando nuestro papel al de mera correa de transmisión de otra organización política del movimiento radical».
El análisis que ha conducido a esta conclusión parte de «la ausencia de apoyos por parte de la organización, lo que nos ha llevado a la conclusión de que no teníamos por qué seguir dependiendo de decisiones ajenas a nuestras propias estructuras. Esta tendencia clara, defendida por la anterior dirección, se acentuó a partir de 1984. A partir de este momento constatamos que nosotros poníamos el sacrificio y ellos solo obtenían beneficios sin que nos sintiéramos en absoluto apoyados por quienes querían hacer dirigismo en nuestra organización desde otra estructura política».
Una nueva dirección
Esta situación de crisis interna provocó la paralización de la actividad armada «para centrarnos en los debates previos a la Asamblea en la que se destituyó a los responsables de la dirección anterior».
Los nuevos responsables de Iraultza se muestran tajantes al afirmar que «nosotros no podemos asumir como buena la dependencia de otra organización. No damos cheques en blanco a nadie y, además, no sabemos hacia dónde caminan quienes se reclaman el movimiento radical de Euskadi».
En este punto los interlocutores de la organización armada se refieren al recientemente concluido proceso de unificación entre EMK y LKI. Desde su punto de vista, como observadores de la vida política vasca , «es evidente que siempre es bueno todo lo que conlleve la unidad de la izquierda pero en este caso, y a la vista de los textos que han aprobado y los debates que han desarrollado, tenemos serias dudas sobre su desarrollo futuro. A tenor de estos textos y esos debates se podría pensar si no caminan hacia esa izquierda de tono radical, al estilo italiano, asumida dentro del Sistema, que se centra en algunas luchas sectoriales abandonando el objetivo último de la transformación de la sociedad».
Los polos de referencia
No obstante lo anterior, los dirigentes de Iraultza destacan también que «nosotros pensamos que si ese nuevo partido se planteara su futuro como un partido de lucha, podría tener un papel positivo, pero siempre partiendo del mantenimiento del apoyo a Herri Batasuna como polo de referencia».
La posible presentación de candidaturas propias, bajo las siglas EMK-LKI u otras, en las próximas elecciones municipales, es rechazada de plano por estos interlocutores, en cuya opinión «esa posibilidad no pasa de ser el reflejo del oportunismo y la sinrazón. En nuestra opinión eso sería tanto como un suicidio político. Hombre, está claro que todos los partidos políticos tienen el derecho a presentarse a las elecciones, pero en esta coyuntura política nosotros pensamos que los votos de toda la gente que se mueve en la órbita del movimiento radical deben ser para fortalecer a Herri Batasuna».
En referencia a este mismo apartado referido al análisis del panorama político vasco, los dirigentes de Iraultza señalan que «es verdad que desde el movimiento radical se ha criticado muchas veces a Herri Batasuna acusándoles de populismo y, al mismo tiempo, se le ha negado su carácter de fuerza de la izquierda, pero somos conscientes de que, a pesar de las diversas sensibilidades que conviven en HB, es una fuerza que ha sabido acertar en sus posiciones y ahí están esos doscientos y pico mil votos para demostrarlo. Además no se puede decir que no sea una fuerza de la izquierda porque lo han demostrado en los momentos cruciales».
En cuanto al futuro inmediato y el reinicio de la actividad armada, los dirigentes de Iraultza señalan que «a lo largo de toda nuestra trayectoria armada nos hemos preocupado de que las acciones que desarrollábamos sirvieran de refulgente a los sectores más concienciados, haciéndoles ver cómo es posible dar contestación a los abusos e imposiciones del Capital utilizando métodos que no requieren una gran especialización». En este mismo orden de cosas reiteran que «aunque el grado de contundencia de nuestras acciones no ha sido alto, precisamente para que se hiciesen más asimilables, esto no quiere decir que no hayamos tratado de superar nuestro nivel operativo, pero dificultades diversas, como la falta de apoyo del entorno ideológico más cercano, nos lo han impedido».
El papel de vanguardia
La dirección de esta organización armada resalta también que «es evidente que la práctica de la lucha armada de ETA eclipsa en muchas ocasiones nuestra propia realidad, pero nosotros formamos nuestra organización cuando ETA ya existía y optamos por no interferir en terrenos ya cubiertos por esta organización, con la que mantenemos diferencias estratégicas y a la que reconocemos su papel de vanguardia. Nuestra práctica propia intenta estar lo más cerca posible de los sectores populares, haciendo una selección previa de los objetivos directamente vinculados a sus luchas concretas y evitando siempre suplantarlas».
Abundando en este aspecto, al referirse a Euskadi Ta Askatasuna, los portavoces de Iraultza señalan que «ya hemos dicho que nosotros respetamos las decisiones y la práctica que ETA desarrolla, y también hemos dicho que nuestras diferencias son estratégicas, porque mientras nosotros pensamos en nuestra lucha a partir de claves pedagógicas y liberadoras de la ideología dominante, ETA piensa, además, en claves de negociación. ETA tiene unos objetivos concretos en el corto plazo, fundamentados en la consecución de la Alternativa KAS. En cualquier caso, pensamos que ese tipo de decisiones le corresponden a ETA y ahí somos absolutamente respetuosos, como lo hemos sido en el tiempo en que ETA ha declarado una tregua. En esos momentos nosotros hemos paralizado nuestros operativos para no interferir en ese otro proceso».
Un debate abierto
Finalmente señalan que «después de este largo debate hemos estimado que, a pesar de las dificultades tenemos, debemos y podemos aportar nuestro granito de arena en el camino de la liberación nacional y social de nuestro pueblo y, en la medida de nuestras posibilidades, mantener una solidaridad activa con los pueblos oprimidos del mundo».
El debate sobre las posibilidades reales de mantener la actividad armada en las condiciones en las que la desarrolla Iraultza, afirman, «ha sido uno de los más arduos en el seno de la organización. Hemos constatado que las razones que dieron origen a nuestro nacimiento siguen vigentes, pero tampoco pensamos que la práctica de la lucha armada sea condición sine qua non para desarrollar una actividad política revolucionaria. En ese sentido podemos decir que el debate no está cerrado, porque en el día a día será la propia coyuntura política la que nos marque la pautas a seguir en este campo; serán las condiciones políticas de cada momento las que condicionen nuestra actitud ante la práctica de esta forma de lucha»
«Nuestra realidad actual es reflejo de la crisis del movimiento radical en Euskadi»
A la hora de definir la realidad actual de la organización y su nivel de influencia en la sociedad vasca, los dirigentes de Iraultza parten de la constatación de «una serie de contradicciones a nivel organizativo con el entorno ideológico inmediato, que si bien tienen su importancia no son tampoco los factores más determinantes de las dificultades a las que nos enfrentamos». Los portavoces de Iraultza presentes en la entrevista explican lo anterior señalando que «con esto queremos decir que somos reflejo de la crisis del movimiento radical. Nuestra realidad es fiel reflejo de eso».
El comportamiento de organizaciones cercanas
Respecto del nivel de aceptación mutua entre las organizaciones del movimiento radical vasco y la propia organización armada, señalan que «a pesar de que podríamos hablar durante mucho tiempo sobre el comportamiento de las organizaciones cercanas, somos conscientes de que, aunque dichos organismos hubiesen adoptado una actitud óptima y hasta se hubiesen comprometido hasta el límite de sus posibilidades, cosa que no se ha dado ni tampoco hemos pretendido nosotros, el resultado no sería muy diferente al actual nivel de aislamiento que sufre nuestra organización y a la escasa incidencia social y política que tenemos hoy por hoy». En cualquier caso los dirigentes de Iraultza recalcan que «la experiencia de todos estos años de lucha armada, aunque sacrificada, ha sido positiva en sí misma».
Diez años de cambios
Para explicar la situación de debilidad reseñada, los portavoces de Iraultza inician un somero análisis de los comportamientos políticos en la última década. Así, aseguran que «en estos diez años se han mantenido una serie de rasgos comunes que se constituyen en factores adversos para el movimiento radical y más aún para aquellas organizaciones que practicamos la lucha armada». Así recalcan que «aunque en Euskal Herria la resistencia ha sido muy superior a la de otras naciones del Estado, la Reforma y sus ideas se han ido asentando en nuestra sociedad, aún a pesar -insisten- de la persistencia de factores desestabilizadores».
A partir de esta constatación, el análisis que hace la dirección de Iraultza se fundamenta asimismo en «el fuerte retroceso que hemos observado en las luchas populares y sindicales, así como un asentamiento económico relativo, quizás el suficiente como para que no surjan contestaciones de entidad que pongan en peligro el orden establecido basado, entre otras cosas, en el nacimiento de sectores satisfechos nada proclives a transformaciones».
Elementos de influencia social
Según esta organización armada, la minorización de esos movimientos radicales han provocado que «los puentes que nos unían a franjas amplias de la sociedad, esos puentes que nos permitían influenciar en la realidad, se han destruido» tanto por imponderables de la evolución social como por errores propios, a consecuencia de los cuales el movimiento radical ha quedado reducida a ghettos. En este tema es, pues, donde el movimiento radical vasco tiene su más importante reto, donde se debe replantear tanto los métodos como las alternativas y un buen número de posiciones ideológicas»
La constatación y enumeración de estas circunstancias lleva a Iraultza a reseñar que «todo esto tiene un reflejo en la militancia del movimiento radical, que se traduce en un estancamiento numérico, cuando no en una progresiva reducción, lo que unido al desgaste producido por otros factores como el practicismo, el sectarismo y el acomodo material y laboral, están llevando al desánimo y a la baja tensión ideológica».
Esta dura crítica a la realidad del movimiento radical es matizada a continuación cuando los portavoces de la dirección de Iraultza señalan que, «aunque nosotros comprendemos las causas de estas actitudes, también tenemos que decir que nosotros, con parecidos condicionantes, desarrollamos una práctica sensiblemente diferente y en condiciones de mayor aislamiento e incomprensión. La clandestinidad tiene sus esclavitudes y las aceptamos, pero hay que dejar bien claro que el mismo hecho de desarrollar actividades diferentes puede llevar a sensibilidades diferenciadas y, en última instancia, a acabar siendo organizaciones con poco en común, aparte de las formulaciones generales».