1977/2024 , 22 avril

Martxelo Diaz
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

Acuerdo dialogado en el conflicto de la Autovía de Leitzaran

El conflicto sobre el trazado de la Autovía de Leitzaran se desbloqueó el 22 de abril de 1992 gracias a un acuerdo entre la Diputación de Gipuzkoa y la Coordinadora Lurraldea. Fue un ejercicio de diálogo y negociación en una época en la que esta práctica era inusual.

Guardias civiles interceptan a opositores a la autovía con disparos al aire en Gorriti en enero de 1990.
Guardias civiles interceptan a opositores a la autovía con disparos al aire en Gorriti en enero de 1990. (Joxe LACALLE)

Circular entre Donostia e Iruñea en coche tiene actualmente las dificultades de los habituales by-pass en los túneles y las obras de acondicionamiento que parecen eternas. El tramo de la A-15 entre Irurtzun y Andoain se inauguró en mayo de 1995, tras un complejo proceso de construcción que se desbloqueó el 22 de abril de 1992 con el acuerdo alcanzado entre la Coordinadora Lurraldea y la Diputación de Gipuzkoa. Actualmente, el concepto del diálogo está en la agenda de los principales agentes políticos y sociales, pero en 1992 no era así.

El de la Autovía de Leitzaran fue un conflicto medioambiental en el que las instituciones guipuzcoanas y navarras defendían la necesidad de una vía de comunicación rápida entre los dos herrialdes. En esa época, la carretera habitual para ir de Donostia a Iruñea (o viceversa) era el puerto de Azpirotz, sinuoso y peligroso. Las alternativas, como ahora, eran un Etzegarate sin desdoblar y un Belate sin túneles y por la carretera vieja.

Frente a este proyecto se articuló la Coordinadora Lurraldea, que alertaba del efecto que la autovía iba a tener en el valle de Leitzaran, y puso sobre la mesa alternativas que minimizaban este impacto mejorando las infraestructuras existentes. El paso de Bihaizpe, en Irurtzun, era otro de los puntos conflictivos.

ETA también denunció la agresión medioambiental que suponía el trazado y llevó a cabo diversas acciones contra la obra. Este hecho provocó una militarización de la zona, con una fuerte presencia de la Guardia Civil y de empresas privadas de seguridad.

El acuerdo se alcanzó entre una Diputación de Gipuzkoa gobernada por PNV y PSOE y una Coordinadora Lurraldea con portavoces como Jonan Fernández, actual cargo de Lakua, y Bittor Aierdi. Adoptó el nombre de «Alternativa Muga» y fue presentada por el diputado general, el jeltzale Eli Galdos, que compareció junto a Guillermo Echenique (PSE) y a Román Sudupe (PNV), diputado de Obras Públicas.

Galdos subrayó que con el acuerdo se volvía a «una normalidad de la que nunca se debió salir» y destacó que con el pacto se mejoraba el trazado. Desde el PSE, se incidía en que la solución era «fruto del debate técnico y político y de la transición mutua con el PNV».

Y es que este acuerdo provocó reacciones airadas por parte de las formaciones guipuzcoanas que durante años se empecinaron en una política de resistencia numantina frente a cualquier posibilidad de cambio en el trazado oficial de la autovía. En esta postura se incluía el mantra de «no ceder ante ETA». EA, EuE (una escisión de una EE que ya preparaba su desembarco en el PSOE) y el PP.

«Si no estamos todos en el acuerdo es porque algunos han dado un frenazo», destacó Galdos, que subrayó que la decisión adoptada se justificaba además porque «lo demandaba la sociedad y lo exigía la marcha de las obras».

HB: «Triunfo del movimiento popular»

El portavoz de la Mesa Nacional de Herri Batasuna, Joxe Mari Olarra, destacó que «ha sido un triunfo del movimiento popular y de HB, hemos ganado entre todos». La formación abertzale escenificó su alegría con un brindis con cava de los miembros de la Mesa Nacional, que estaban reunidos en Donostia mientras se hacía público el acuerdo.

La Coordinadora Lurraldea también acogió el acuerdo con «plena satisfacción y alegría», destacando que la solución aceptada por la Diputación de Gipuzkoa era básicamente el mismo que este colectivo ya presentó en febrero.

Malestar del inmovilismo

«Es un insulto a los votos libres», proclamó José Julián Irizar, presidente de EA en Gipuzkoa, instando a «entonar un réquiem por el espíritu del Arriaga».

En Nafarroa, gobernada entonces por Juan Cruz Alli, todavía en UPN, también pusieron el grito en el cielo las principales fuerzas políticas. Así, Rafael Gurrea, acusó a PNV y a PSE de hacer «una cesión importante al chantaje terrorista y veremos cuál es el grado exacto de cesión cuando presenten el nuevo trazado que, me temo, no pasa por donde los técnicos indicaron, sino por donde han elegido quienes tienen la fuerza de la amenaza».

Carlos Cristóbal, responsable de Comunicación del PSN, apuntaba incluso a sus compañeros del PSE, a quienes acusaba, «a diferencia de los navarros, de no haber sido capaces de hacer la obra por el trazado oficial». Por ello, «la decisión actual nos parece desafortunada», y la presentaba como «una innecesaria muestra de debilidad ante las presiones realizadas sobre las decisiones legítimamente adoptadas».

También la calificaba de «cesión inaceptable» el parlamentario de EA Fermín Ciáurriz, que añadía que era «un montaje del PNV para conseguir mantener su criterio por encima del resto de los partidos del bloque democrático» y «una incongruencia manifiesta por parte del PSOE».

Además de HB, en Nafarroa solo aplaudió el acuerdo IUN, entonces dirigida por el actual vicelehendakari Félix Taberna, que destacó que «las instituciones democráticas están legitimadas para cambiar el trazado».

Jonan Fernández, por el diálogo con ETA

En el anuario de 'Egin' de 1992, Jonan Fernández subrayó la importancia del «diálogo para el acuerdo, ya que es una fórmula simple que encierra la clave para resolver un problema complejo», e instaba al Gobierno español y a ETA a sentarse a dialogar para «hablar de todo» y «llegar a un acuerdo».