1977/2024 , 1 mai

Garbiñe Aranburu

Contrapoder sindical para la liberación nacional y social

Artículo de opinión con motivo del Primero de Mayo de la coordinadora general de LAB, Garbiñe Aranburu, para Artefaktua.

Garbiñe Aranburu, coordinadora general de LAB.
Garbiñe Aranburu, coordinadora general de LAB. (Aritz LOIOLA | FOKU)

El Primero de Mayo será un día de reivindicación y de celebración y será más especial, si cabe, que en años anteriores. El lema de este año es «Langile Borroka Zabaltzen», que hace referencia a la progresiva extensión del sindicato y su proyecto. Al mismo tiempo, es un lema que evoca el futuro, porque creemos que nuestro proyecto sindical todavía no ha desplegado todo su potencial.

Hace 50 años surgió el germen de lo que hoy es LAB. Un sindicato con unas convicciones muy sólidas. Un sindicato de contrapoder, independentista, feminista, euskaldun. Un sindicato sociopolítico que desde sus inicios ha defendido y ha tenido claro que la liberación nacional de nuestro pueblo y la transformación social van de la mano.
 
El camino que hemos tenido que recorrer no ha sido nada fácil, pero, gracias al incesante trabajo de su militancia, LAB desde sus inicios ha ido creciendo, ensanchando las ramas. Tanto es así que llegamos al 50 aniversario con nuestros mejores datos en afiliación, habiendo superado la barrera de 50.000 personas afiliadas. También en representatividad, con cerca del 20%, siendo el segundo sindicato de Hego Euskal Herria y ampliando de manera considerable nuestra representación también en Ipar Euskal Herria.

No nos movemos por intereses corporativos. No nos conformamos con crecer, queremos dar respuesta a las necesidades de toda la clase trabajadora, de toda Euskal Herria, desde la responsabilidad que otorga ser el único sindicato nacional.

Hemos contribuido a cambiar de raíz el ecosistema sindical. Muchas de las ideas que ha defendido LAB ya se extienden a la mayoría sindical; la importancia de un sindicalismo de contrapoder, independentista, con un carácter sociopolítico o la necesidad de practicar un sindicalismo feminista y antirracista para hacer frente a diferentes formas de discriminación y de opresión hacia las mujeres o hacia los y las trabajadoras migradas y racializadas.

El capitalismo heteropatriarcal y colonial se manifiesta de forma muy virulenta, a las desigualdades sociales que genera se le suma la crisis ecológica y de cuidados, o el aumento de las guerras a lo largo y ancho del mundo. En este sentido, cómo no, tenemos que denunciar firmemente el genocidio al que se está sometiendo al pueblo palestino por parte de Israel.

Se genera un círculo vicioso muy peligroso. El descontento que provoca el propio sistema está siendo terreno abonado para el auge de la extrema derecha en diferentes Estados Europeos, con mensajes negacionistas, racistas o machistas. Una forma de seguir sosteniendo y reforzando un sistema cada vez más injusto e inviable.

El mejor antídoto para frenar todo esto es tener una clase trabajadora que se organiza y que lucha. Un país que sale a la calle, a las huelgas, a las movilizaciones, a defender el sector público, la transformación de los cuidados, a exigir la eliminación de las brechas de género o raza, a reivindicar unos salarios y unas pensiones dignas.

En definitiva, la alternativa es posible por la existencia de un amplio espacio social, sindical y político de izquierdas e independentista. Una izquierda independentista que se refuerza y que cada vez tiene mayor capacidad de disputar el poder al capital en los centros de trabajo, en la calle y en las instituciones.

Se abre un nuevo contexto político. Necesitamos herramientas de estado, nuevos marcos jurídicos y políticos en los tres territorios de Euskal Herria. El sindicalismo debe de ser un agente activo para impulsar esos cambios políticos, poniendo en el centro del debate cuestiones que son troncales para garantizar una vida digna a las y los trabajadores.

No nacimos para resistir, nacimos para ganar. Hacemos contrapoder para construir el poder popular y avanzar en la liberación nacional y la transformación social. Y ese sigue siendo el compromiso de LAB después de 50 años.