1977/2024 , 4 mai

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Mujica, por videoconferencia en NAIZ Gunea: «La lucha es eterna, vivir sin causa no es vivir»

«No hay triunfo definitivo. Vamos subiendo escalones paso a paso, de vez en cuando se nos rompe alguno y volvemos a empezar». Así se pronunció el expresidente uruguayo Pepe Mujica en el encuentro organizado por GARA en un NAIZ Gunea a rebosar para escuchar y ver por videoconferencia al exmilitante tupamaro y pensador en activo en la presentación de su libro 'Semillas el viento', con prólogo de Arnaldo Otegi. Con un «les saluda un viejo paisano», arrancó su intervención, según recoge la crónica de Maddi Txintxurreta de hace un año.

Pepe Mujica conectó por videoconferencia con la presentación del libro en Donostia.
Pepe Mujica conectó por videoconferencia con la presentación del libro en Donostia. (Jon URBE | FOKU)

El expresidente uruguayo Pepe Mujica conectó ayer en directo con Donostia durante la presentación del libro 'Semillas al viento', resultado de las largas y sosegadas conversaciones que los periodistas uruguayos Mario Mazzeo y Carlos Martell mantuvieron con el activo pensador en su chacra de Montevideo.

 

Mujica: «Nos damos a la causa para darle un sentido al milagro de vivir»

 Maddi Txintxurreta

«El papel de una generación de luchadores es tratar de que cuando se vayan sean suplantados con ventaja. Y que las nuevas generaciones cometan errores, porque todo trabajo de experimentación social supone errores, pero que cometan los errores de su tiempo, no los nuestros». Son palabras que José Mujica, expresidente de Uruguay, represaliado militante tupamaro y pensador activo a sus 87 años, pronunció conectado en directo desde Montevideo, a través de una pantalla, durante la presentación del libro 'Semillas al viento', con un NAIZ Gunea de Donostia lleno, donde también le esperaban el director de GARA, Iñaki Soto, el autor del prólogo del libro, Arnaldo Otegi, y las periodistas Ane Urkiri (GARA) y Oihane Ozaeta (Naiz Irratia).

La pandemia del coronavirus llevó a Mujica a descansar de la información política presa de la actualidad y la cotidianidad, para elevar la mirada hacia campos políticos y sociales más abiertos, destrabados. Invitó a entrar en su famosa chacra de Montevideo a dos viejos amigos, los periodistas uruguayos Mario Mazzeo y Carlos Martell, con quienes compartió décadas atrás su juventud militante en el MLN-Tupamaros.

Y allí hablaron y hablaron, sobre la vida, la izquierda, el socialismo, el capitalismo, el cambio cultural, la utopía, la vanidad humana… Mazzeo y Martell fueron, en efecto, la tierra fértil donde cayeron las simientes que Mujica acostumbra a arrojar en forma de ideas y donde germinó este nuevo libro que edita GARA: 'Semillas al viento'.

Ayer, en el encuentro que organizó este periódico en Donostia, también confluyeron ideas, preocupaciones y, sobre todo, motivos de sobra para la esperanza. Ante un NAIZ Gunea lleno de gente deseosa de escuchar a José Mujica, a sumar toda la gente que siguió el evento en NAIZ, conectó desde Montevideo el exguerrillero.

«Les saluda un viejo paisano con algunas lecturas y que se ha gastado unos 70 años militando en una época donde pensábamos en cambiar el mundo y donde tuvimos que aprender que hay que seguir marchando; no hay triunfo definitivo. Vamos subiendo escalones paso a paso, de vez en cuando se nos rompe alguno y volvemos a empezar. Pero el premio está en el compromiso de la propia lucha, porque nos damos a la causa para darle un sentido al milagro de vivir y de existir», saludó.

Soto adelantó de 'Semillas al viento' que es «interesante, ameno y condensa bien el pensamiento» de Mujica. Además, uno de los objetivos del libro es hablar a las nuevas generaciones, porque, destacó el director de GARA, «nos corresponde advertirles de que algunas de las cosas que pensábamos en un momento ahora no las pensamos». Ayer, precisamente, se habló sobre los jóvenes con las jóvenes.

Desescalar el desarrollo, escalar la lucha

Durante la presentación del libro en Donostia se trazó una línea de transmisión entre Uruguay y Euskal Herria, entre la generación que quiso cambiar el mundo y la que hoy trata de escapar del fango de la desesperanza. Las preguntas las hicieron las jóvenes Oihane Ozaeta y Ane Urkiri. Las periodistas interpelaron al expresidente uruguayo sobre la importancia de la transmisión generacional de las luchas políticas y la esperanza que puede caber en una generación abocada a la precariedad.

«Pienso que la lucha es eterna –contestó Mujica–; vivir sin causa no es vivir. El papel de una generación de luchadores es tratar de que cuando se vayan sean suplantados con ventaja. Y que las nuevas generaciones cometan errores, porque todo trabajo de experimentación social supone errores, pero que cometan los errores de su tiempo, no los nuestros».

La lucha es «peldaño a peldaño», insistió el expresidente a las jóvenes, «buscamos sumar cien y logramos veinte, pero vamos acumulando progresos en la historia de la humanidad», apostilló. Los peldaños que deberán escalar las nuevas generaciones serán grandes desafíos, según el uruguayo, porque, por ejemplo, tendrán que luchar con la Inteligencia Artificial, que puede ser tan «maravillosa» si se usa a favor de la humanidad, como «terrible» si se utiliza para esclavizarla. El desenlace, auguró Mujica, dependerá de la juventud, y soltó: «¡Vaya desafío el vuestro! ¡Cómo no voy a hablar de los jóvenes, si pasado mañana me voy!»

José Mujica habló de escalar en la lucha, pero sobre todo de desescalar de los actuales modelos de consumo y desarrollo para regresar a la vida, a la «rusticidad» del ser humano. Sin embargo, en estos tiempos, lamentó, «tienes que ser eficiente, productivo y altamente consumidor y gastador», pues «la economía del mercado tiene como norte central la acumulación».

Advirtió que ese hiperconsumo y la actual «forma de vivir» generará el que considera se convertirá en el mayor peligro para las nuevas generaciones: «El holocausto ecológico». Para evitarlo, señaló, no solo se debe producir un cambio social, «necesitamos también un brutal cambio cultural».

Ante todo, esperanza

Por ello, el expresidente uruguayo reniega de esa condena a la acumulación sin cese y aconsejó a la juventud que haga lo mismo, que huyan de la competitividad productiva impuesta, que la filosofía sea «nada en demasía» y el objetivo la felicidad. Aquí entra en juego la política, la izquierda, responsable, a juicio de Mujica, de promover las condiciones para que las personas puedan ser felices.

Y entra en juego, siempre, la esperanza, compañera de lucha indispensable para Mujica. La esperanza a pesar de todo y siempre, porque «la esperanza está en tus huesos, en tus nervios, en tu naturaleza, en la fortaleza que tienes, en las ganas de vivir. Está en todo lo que tienes para volcar hacia adelante», aconsejó.

La izquierda, amplia y cerca de la gente

La efervescencia luchadora de quienes quisieron cambiar el mundo en la década de 1970 la vivieron gentes vascas y uruguayas. La brutal represión que castigaba aquí y allá a los portadores de ideas progresistas o revolucionarias, también. José Mujica y Arnaldo Otegi acumulan cada uno catorce años de cárcel y comparten, ahora, un trato personal y una afinidad política. Para Otegi, Pepe es «un referente moral, ético, político, referente en su honestidad y en su compromiso».

Y de él, así como del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, debería aprender Euskal Herria, según destacó. «Pepe, con otros tupamaros, nada más salir de prisión, cuando vieron que la evolución política se consolidaba de una manera diferente a lo que pensaban, cogieron un coche y hablaron con la gente, planteándoles la posibilidad de construir una alternativa. Es lo que tratamos de imitar aquí: las cosas se hacen con la gente, si no, no van a salir», recordó.

Porque, enfatizó Otegi, los cambios, si no se hacen con la gente, nunca serán definitivos, ya que las mayorías parlamentarias pueden cambiar. Fue lo que ocurrió cuando el Frente Amplio de Uruguay perdió las elecciones tras décadas gobernando: «En apenas cinco meses la derecha deconstruyó todos los avances», rememoró a modo de advertencia.

Otro aspecto de la izquierda uruguaya que la política vasca debería imitar, a juicio del prologuista de 'Semillas al viento', sería el siguiente principio: «Si no vamos juntos, no ganamos». En Uruguay «el debate está resuelto», abundó Otegi, «saben que si las izquierdas no van juntas no ganan las elecciones». Por ello, el coordinador general de EH Bildu aprovechó para reivindicar que, también en la política vasca, lo que funciona son «frentes amplios y programas de mínimos».