1977/2024 , 7 mai

Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

La gabarra: en el deporte fluye la pasión y en ocasiones lo inunda todo

La gabarra, que este año ha vuelto a remontar el Ibaizabal para dicha y alborozo de la afición del Athletic, se asentó como icono rojiblanco un día como hoy hace justo cuarenta años. Las celebraciones del doblete (Liga y Copa) superaron las de 1983, que ya habían sido mayúsculas, y dejaron un poso histórico que ha durado varias generaciones.

Javier Clemente, entrenador de aquel Athletic campeón, saluda desde la Gabarra.
Javier Clemente, entrenador de aquel Athletic campeón, saluda desde la Gabarra. (Alfredo ALDAI)

Dicen que el ser humano es un animal racional, y así será, pero son las emociones, no siempre del mismo signo, las que hacen que nos levantemos cada mañana. Emociones como las que se desbordaron a ambos márgenes de la ría el 7 de mayo de 1984, hoy hace cuarenta años, cuando la gabarra se asentó como símbolo de las grandes gestas del Athletic.

«Todo Bilbao fue un espectáculo en rojo y blanco», resumía al día siguiente la portada de 'Egin', donde se explicaba que la villa «vivió una edición corregida y aumentada» de la fiesta que había celebrado el año anterior, cuando los de Javier Clemente ganaron la Liga, la primera en mucho tiempo.

Si la celebración de aquel hito había sido mayúscula, la de 1984, con Liga y Copa en el zurrón, fue apoteósica y quedó marcada a fuego en la retina de quienes la disfrutaron en directo. Tanto que volver a vivirlo ha sido objetivo principal e inexcusable de las siguientes generaciones rojiblancas hasta este año cuando, por fin, la gabarra ha vuelto a surcar el Ibaizabal tras la consecución de la 25ª Copa por parte del Athletic.

Hace cuatro décadas, la coqueta y ya mítica embarcación trasladó a la plantilla, cuerpo técnico y directivos desde El Abra hasta el puente de San Antón –este año solo ha llegado al Ayuntamiento–, mientras a ambos márgenes de la ría una marea humana rendía homenaje a aquel equipo que había empequeñecido al todopoderoso Barça de Maradona, Schuster y compañía.

El astro argentino, indultado luego con los años, fue objeto de chanzas por parte de una afición que aún tenía presente el violento final de un partido que hizo de Endika Guarrotxena héroe popular.

Las aguas del Ibaizabal acogieron asimismo a toda una flota de embarcaciones, desde traineras hasta remolcadores, que acompañaron a los autores de la gesta deportiva. «Una comitiva embarcada que se comunicaba con las orillas con el mismo lenguaje que los protagonistas de la tarde, con el puño en alto y una blasfemia jubilosa en la punta de la lengua», relataba Fernando Becerril en una crónica que nos hace revivir aquella jornada como si aún estuviéramos allí, o la hubiéramos repetido hace poco.

En aquella primavera de 1984 la Ría fue escenario de algo mucho mayor que una celebración deportiva, fue testigo de una catarsis en un país marcado por un contexto social, político y laboral terriblemente crudo.   

Insumisos en La Vuelta

El deporte, además de desatar pasiones y aglutinar colectivos, ha sido utilizado desde siempre para sacar a la luz pública todo tipo de reivindicaciones. El puño enguantado y alzado de los atletas afroamericanos Tommie Smith y John Carlos en los Juegos Olímpicos de México 1968 es un ejemplo histórico de algo que también conocemos de primera mano en este país. En el fútbol, con sus cánticos, tifos y pancartas; en el atletismo –imposible olvidar las giraldillas–; o en el ciclismo, como ocurrió por ejemplo un día como hoy hace 30 años, cuando un centenar de insumisos cortó la marcha de La Vuelta a su paso por Nafarroa.

Según se aprecia en la portada de 'Egin' del día siguiente, la Guardia Civil, en algunos casos pistola en mano, arremetió con violencia contra los antimilitaristas que demandaban la libertad de las personas presas por negarse a cumplir el servicio militar, 120 en aquel momento solo en Nafarroa.

La acción se desarrolló a media tarde cerca de Iruñea, donde concluía la etapa, y los protagonistas desplegaron una enorme pancarta con el lema «Presoak askatu–Libertad para los insumisos presos». Lograron parar la carrera durante un minuto, hasta que varios uniformados acometieron contra ellos con sus motos provocando, se destaca en la crónica, escenas de caos y confusión.

Aquella protesta fue celebrada en las celdas y en la calle casi tanto como la consecución del objetivo, no mucho más tarde, de acabar con la puñetera mili.

Derecho a decidir

Y es que durante años fueron miles y miles los jóvenes vascos que de una forma u otra, y en algunos casos con un gran coste personal, protestaron y lucharon contra el servicio militar obligatorio, una imposición, y una gran faena, que no habría tardado en ser erradicada si este pueblo tuviera plena capacidad de decisión.

Un derecho, el de decidir nuestro propio futuro, que Gure Esku lleva demandando desde hace una década con iniciativas en algunos casos multitudinarias. Lo fue la cadena humana que en 2014 engarzó Durango e Iruñea bajo el lema «Somos una nación, tenemos derecho a decidir» y también las consultas celebradas en decenas de localidades de Euskal Herria.

Esas consultas rebasaron el listón de los 150.000 participantes hace hoy justo siete años, en una intensa jornada de votación organizada en 52 municipios y en la que participaron, además de representantes de las principales fuerzas políticas, referentes del ámbito de la cultura, como Unai Iturriaga, Igor Elortza, Uxue Alberdi y Leire Bilbao, rostros conocidos de la tele como Yolanda Alzola y June Ansoleaga, y entrenadores de fútbol tan aclamados como José Luis Mendilibar, Gaizka Garitano y Jagoba Arrasate, quienes pusieron de relieve que este pueblo está en marcha y no solo para hacer deporte.