1977/2024 , 24 mai

Artefaktua

Visita de 'Egin' a Cuba... con entrevista a un joven Miguel Díaz-Canel, futuro presidente

27 años antes de convertirse en presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, fue entrevistado en 'Egin' en el marco de una visita que realizó la periodista Maite Ubiria a la isla para dar cuenta de su realidad.

Miguel Díaz-Canel, a sus 31 años, en la foto que acompañó a su entrevista en 'Egin'.
Miguel Díaz-Canel, a sus 31 años, en la foto que acompañó a su entrevista en 'Egin'. (NAIZ)

Bajo el encabezado «Cuba: Una revolución hostigada que lucha por un futuro propio», 'Egin' comenzó a publicar el 24 de mayo de 1992 una serie de ocho reportajes y entrevistas fruto de una visita de la periodista Maite Ubiria a la isla caribeña para conocer su realidad y dar cuenta de la lucha por mantener su revolución.

En cada uno de los ocho capítulos, que en conjunto ofrecieron a la comunidad de 'Egin' un retrato poliédrico de aquella Cuba, se abordó un tema distinto: periodo especial, retos económicos, bloqueo, medios de comunicación, la lucha por la igualdad, internacionalismo… Y también dedicó dos páginas a la juventud. Esta última pieza cobraría un significado especial, pues su protagonista, un joven Miguel Díaz-Canel, acabaría convirtiéndose, más de 27 años después, en presidente de Cuba en sustitución de Raul Castro.

Nacido en abril de 1960, después del triunfo de la Revolución en 1959, Díaz-Canel era entonces miembro del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, organización juvenil del Partido Comunista de Cuba. Reproducimos a continuación de forma íntegra la extensa charla que mantuvo con Maite Ubiria:

Los motores del cambio

Maite Ubiria

Los jóvenes encarnan hoy en Cuba la diapositiva del futuro de un modelo de sociedad que se adapta a los tiempos. En buena parte nacidos con los logros de la revolución, conocedores por terceros de la Cuba anterior al 59, los jóvenes se muestran críticos, disconformes, apuestan por ser motores eléctricos del cambio y asumen como propia la tarea de «servir de delatores de los errores, pero no como francotiradores de la acera de enfrente, sino como revolucionarios comprometidos con el perfecionamiento de nuestra sociedad», según proclama Miguel Díaz-Canel, miembro del Buró Nacional de la UJotaCé.

«Estamos dispuestos a ganar el futuro para esta revolución»

Los jóvenes cubanos son especialmente críticos con todos los aspectos de la realidad del país que no les convencen. «Nosotros los jóvenes somos disconformes, no nos gusta este periodo especial y lo decimos, pero sobre todo hemos aprendido a plantear soluciones a los defectos sin cobijarnos en el paternalismo», afirma al respecto Miguel Díaz-Canel, miembro del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, UJotaCé (pese a la falta de concordancia con los criterios de siglas convencionales, respetamos la grafía empleada por el organismo).

El representante de dicha organización, un ingeniero electrónico de 31 años de edad, que antes de llegar al Buró de la UJotaCé pasó por la FEU (Federación de Estudiantes Universitarios), intenta inmediatamente sacar la conversación de su despacho, que mira a la bahía de La Habana, hacia la Cuba rural para relatar las aportaciones de los jóvenes cubanos al primer sector del país, la agricultura, «donde compartimos –apunta– esta trinchera con quienes hicieron la revolución y damos cuenta de nuestro compromiso de ser garantía de futuro».

Desde hace ya más de dos años, la organización comunista está apoyando las movilizaciones de jóvenes a la agricultura y puede verse a estos en los campamentos agrícolas, en las empresas agropecuarias, en las escuelas del campo o en las campañas extraordinarias que se plantean cada vez con menor periodicidad para «salvar» determinadas tareas como la siembra o el corte de la caña.

«Creo que con este trabajo, además de aportar a las necesidades económicas concretas de nuestro pueblo, estamos logrando otros objetivos, entre ellos, implicar a los jóvenes en los programas prioritarios para el país, revalorizar el trabajo manual y difundir valores de solidaridad mediante la convivencia en los campamentos», señala Díaz-Canel.

Salvar la incomprensión

El representante de la Unión de Jóvenes Comunistas no oculta que «nos hemos encontrado con algunas reticencias en ciertos jóvenes, impulsados por deseo de sus familias a realizar un trabajo intelectual, de administración y oficina», aunque asegura que «no podemos esperar a contar con toda la comprensión para abordar la tarea del plan alimentario cuando nos encontramos en una situación de urgencia en que nuestra aportación es obligada».

Pese a «algunas incomprensiones», Díaz-Canel se muestra convencido de que «la gran presencia de jóvenes en el plan alimentario demuestra que la gran mayoría está dispuesta asumir esta prueba que nos pone la revolución, e incluso algunos pocos que no estaban seguros al principio de querer o poder abordar esta tarea, después de acudir a los campamentos han salido concienciados de la importancia de nuestra presencia».

En el llamamiento al sexto congreso de la UJotaCé, celebrado en abril pasado, los jóvenes aludían a determinados defectos en la producción agrícola, entre los que citaban el burocratismo y el centralismo en las labores de acopio. Al ser preguntado por los frutos de tales críticas, Díaz-Canel explica que «hemos avanzado en el sentido de que lo que se produce en un lugar se distribuya allí mismo, rompiendo la tendencia a la centralización y ya hemos visto los primeros resultados de esta corrección en forma de diversificación en los cultivos y mejora en la distribución», aunque añade que «estas deficiencias que percibíamos y denunciábamos no pueden ser corregidas exclusivamente con el esfuerzo de los jóvenes, aunque sí nos corresponde hacer de lo que Fidel llama estimuladores eléctricos, o lo que es lo mismo, denunciar cada defecto que percibamos y proponer soluciones».

El VI Congreso de la UJotaCé refrendó también, junto al plan alimentario, la apuesta gubernamental por desarrollar el turismo, cuestión que, como expresa Díaz-Canel, «provoca ciertas heridas».

«Es indudable que el abrirnos al turismo de una forma tan amplia nos ha traído algunos traumas e incomprensiones», confiesa el miembro del Buró Nacional, para considerar que «tenemos que hacer una importante labor de información, debemos explicar a nuestros jóvenes que cuando nos abrimos al turismo no lo hacemos para que se enriquezca nadie, sino para resolver los problemas que tiene hoy el país».

El miembro del Buró Nacional de la UJotaCé entiende también que «en la planificación económica no debe obviarse nunca la cuestión social, de ahí que sea importante incrementar las instalaciones turísticas compartidas por extranjeros y cubanos o las cuotas de cubanos que pueden disfrutar de un hotel, tal como ya se empieza a hacer».

Para Díaz-Canel, tal política tendría, además, la virtud de «incrementar los espacios de encuentro entre extranjeros y cubanos con lo que los turistas obtendrían una imagen más ajustada de la realidad de Cuba».

Aunque las alusiones al VI Congreso de la UJotaCé van poblando la conversación, tema a tema, resulta casi inevitable no abordar específicamente los debates abordados en el mes de abril, en los que se dieron cita miles de jóvenes comunistas.

Durante dicho congreso se dieron pasos, hace unos años impensables, como el de «romper la barrera que nos separaba de los jóvenes creyentes».

Por dicho congreso la Unión de Jóvenes Comunistas aprobó «abrir las puertas a los jóvenes que practican la religión porque creemos que debemos de romper con cualquier discriminación e impulsar que estos jóvenes, en cuanto que revolucionarios, puedan tener un lugar junto a nosotros» , segun explica Díaz-Canel, para quien la adopción de esta propuesta «ha sido quizás peor comprendida entre los cubanos de más edad, que vivieron la hostilidad abierta y el apoyo a las ideas contrarrevolucionarias de la Iglesia en los comienzos de la revolución, que por los jóvenes que creemos que deben abrirse espacios de debate, de contraste de ideas, porque disponemos de una preparación política e intelectual que nos hace encarar sin miedo este paso.

Además de servir para definir las líneas de actuación de la organización en materias tales como la educación, la familia, el deporte o la igualdad entre hombres y mujeres, el congreso sirvió sobre todo «para abrir un debate que debemos reforzar y enriquecer en el día a día porque si la crítica y el debate quedan restringidos al congreso y luego no hay continuación, entonces no hemos hecho nada».

Para el representante del Buró Nacional, «si tuviera que destacar algo del congreso, destacaría en primer lugar la caracterización del mismo, pues de manera previa a las sesiones plenarias articulamos un total de diecisiete grupos de debate, por temáticas, cuyas reuniones se dieron en los lugares específicos, el de agricultura en un campamento agrícola, el de ciencias en la facultad, el de religión en una iglesia».

Sin embargo, no se resiste Díaz-Canel a dejar de mencionar también «las grandes esperanzas abiertas por el congreso en el conjunto de la sociedad cubana, lo que nos obliga a reflexionar y a esforzarnos en llevar a la práctica las correcciones que allí vimos necesarias», y concluye señalando que «del congreso salimos con retos claros como son el de aportar en las necesidades económicas del país, trabajar para avanzar en el perfeccionamiento de la sociedad y ganar permanentemente la calle como espacio desde el que defender la revolución».

La línea continua

A menudo aparecen en los medios de prensa internacionales alusiones a la ruptura generacional como obstáculo para la continuidad del modelo de sociedad fraguado por los cubanos.

Para apoyar dichas tesis se habla del divorcio de valores entre quienes hicieron la revolución y los que nacieron con las conquistas socialistas.

Díaz-Canel tiene su propia opinión al respecto y asegura que «globalmente yo creo que la continuidad entre la generación que ocupa los puestos más altos en la dirección del Estado y los sectores más jóvenes está asentada», y alude «a la progresiva presencia de jóvenes en el Comité Central y, en general, en los órganos de decisión».

De otra parte, el miembro de la UJotaCé considera que «existen unos valores que nacieron con la revolución y se han ido afincando en estos treinta y tres años y que hoy son patrimonio de todos los cubanos, sin distinción de edad».

Díaz-Canel entiende que esta línea continua se sustenta también «en aspectos, ¡por qué negarlos!, emotivos o románticos, y así los jóvenes de hoy no podemos olvidar que el compromiso de los Camilo, Che o los combatientes del Moncada con las demandas de los más desfavorecidos se produjeron cuando estas personas eran jóvenes, como lo somos nosotros hoy».

Díaz-Canel afirma que los jóvenes comunistas mantienen «una comunicación fluida» con el PCC y que «nuestras críticas y nuestras propuestas son tenidas en cuenta porque estamos demostrando que somos capaces de asumir nuestras responsabilidades, que nuestras críticas tienen fundamento y que van acompañadas siempre de soluciones».

«Además –concluye el miembro del Buró Nacional– esta actitud crítica de nuestros jóvenes, este inconformismo que parte de constatar las carencias de nuestra sociedad, nuestros errores, encuentra siempre eco en una dirigencia política que es la más dialéctica, la que impulsa más el debate y la crítica».

«Ante las actitudes desviadas, defendemos diálogo y firmeza»

Díaz-Canel considera que «los jóvenes estamos en una posición privilegiada para abordar a las personas que realizan actividades rechazables como el jineterismo» [prostitución con extranjeros] y sostiene que «precisamos reforzar el diálogo con estos jóvenes para hacerles ver que lo que hacen es reprobable tanto moral como socialmente».

Este joven miembro de la UJotaCé afirma que «ya estamos dando la batalla en este terreno y no es extraño que veas a nuestros militantes sentarse en el Malecón junto a estos jóvenes para debatir con ellos», aunque reconoce que «aún es difícil el diálogo, porque, por una parte, nosotros como todos los cubanos nos sentimos avergonzados de lo que hacen estas personas, porque sólo alimentan a quienes quieren desestabilizar la revolución, sembrando el delito, y, por otra, estos jóvenes muchas veces rechazan hablar con nosotros porque precisamente vamos a explicarles que lo que hacen no gusta a la mayoría de nuestro pueblo».

Sin embargo, Díaz-Canel no alberga dudas de método. «No podemos plantearnos dar una solución represiva a este problema y la vía policial o judicial sólo tiene cabida cuando realmente estas personas caen en prácticas delictivas como el cambio de dinero, por lo que, globalmente, la medida a adoptar es el diálogo y la presión social, pero siempre en clave de lograr ganar a estos jóvenes para nuestro proyecto de sociedad».

Cuando se trata de abordar la cuestión del delito, ya en su vertiente política, el miembro de la UJotaCé se muestra más contundente en sus expresiones y señala que «debemos ser totalmente ofensivos, y así lo establecimos en nuestro congreso, con este delito porque alimenta la desestabilización de nuestra revolución», y concluye afirmando que «debemos de aumentar la vigilancia revolucionaria porque no podemos pensar idílicamente que este es el país de todos los revolucionarios. Este es un país con una enorme mayoría de revolucionarios que sabe y debe defenderse contra una minoría comprometida con los sectores más reaccionarios de la colonia cubana de Miami».