1977/2024 , 14 juin

Artefaktua

Enviado especial de 'Egin' para retratar la lucha de los jornaleros andaluces por la Reforma Agraria

El Gobierno español había expropiado Rumasa, y los trabajadores y trabajadoras del campo sabían que era una oportunidad histórica para labrarse un futuro mejor y lograr que esas tierras fueran de quien las trabajaba. Comenzó la lucha por la Reforma Agraria y 'Egin' no se la quiso perder. El periodista Juanjo Fernández viajó hasta Andalucía para contar de primera mano cómo estaba siendo la lucha campesina en la finca ocupada de 'El Indiano'.

Imagen de una de las varias ocupaciones de fincas que protagonizaron los jornaleros andaluces.
Imagen de una de las varias ocupaciones de fincas que protagonizaron los jornaleros andaluces. (ARCHIVO DE LA TRANSICIÓN)

El Gobierno español de Felipe González anunció el 23 de febrero de 1983 la expropiación de Rumasa, uno de los mayores grupos empresariales del Estado, cuyo titular era José María Ruiz-Mateos. El grupo controlaba a cerca de 65.000 empleados a los que les urgía recuperar las tierras para trabajarlas. Era también un momento perfecto para impulsar la Reforma Agraria y luchar por un futuro mejor para los jornaleros y jornaleras, por lo que comenzaron a negociar con el Gobierno de Madrid para que las hectáreas expropiadas a Rumasa pasaran a ser de titularidad pública. El campo andaluz se había levantado y 'Egin' no se lo quiso perder.

El periodista Juanjo Fernández acudió como enviado especial a una de las fincas expropiadas a Rumasa, 'El Indiano', que varios trabajadores y trabajadoras habían ocupado, y contó, sin prescindir de algún cliché, cómo estaba siendo la lucha de los jornaleros. Recuperamos aquí el reportaje que 'Egin' publicó el 14 de junio de 1983:

La ocupación de «El Indiano», un hito en la combatividad de los campesinos andaluces

Los jornaleros han decidido abandonar la finca para dar al Gobierno una tregua vigilante

Juanjo Fernández

A las tres de la tarde en las calles de Sevilla no hay nadie. Los 34 grados de temperatura empujan a entregarse a la institución andaluza de la siesta. En las paredes, carteles anunciando sectas místicas diversas, propaganda antiabortista, un concurso de belenistas y una manifestación en solidaridad con Centroamérica. Ni una sola alusión a la ocupación de la finca 'El Indiano' que, a setenta kilómetros al sur de Sevilla, están realizando jornaleros, en su mayor parte afiliados al Sindicato de Obreros del Campo.

Los taxistas «han oído algo por la tele, sí». La misma vaga información parece tener el chófer del autobús que lleva a Puerto Serrano, población donde de los 1.500 trabajadores activos, 1.200 están en paro, situada a dos kilómetros de la finca ocupada, a caballo entre las provincias de Sevilla y Cádiz. Tampoco en este pueblo se nota a primera vista referencia alguna a la ocupación. Único signo, una pancarta en la fachada del Ayuntamiento.

José Parejo, del SOC, me explica las razones de la falta de carteles: «Se hace otra propaganda que la escrita, porque muchos jornaleros no saben leer ni escribir. Preferimos convocar asambleas y explicar la lucha, usar coches con megáfono». Más tarde, en el campamento, escucharía otra razón de no menos peso; «esta lucha se está haciendo sin una peseta, ni siquiera hemos podido tirar octavillas».

«Por primera vez desde 1936 se ha empezado a trabajar la tierra ocupada»

'El Indiano' es una de las 33 fincas (sin contar 'La Almoraina', un enorme latifundio de 14.000 hectáreas) que poseía Rumasa en Andalucía, y que tras la expropiación del holding han pasado a ser propiedad estatal. Estas 33 fincas totalizan una superficie de 6.701 hectáreas, y cuentan con 283 trabajadores fijos y 563 eventuales.

Con 294 hectáreas, 'El Indiano' ocupa el octavo lugar por orden de superficie. El noventa por cien de esta finca bañada por el río Guadalete se encuentra abandonado, y el diez por ciento restante se dedicaba a cultivar avena para alimentar a algunos animales. Hay una pequeña presa, una bomba de agua que facilitaría el regadío pero que actualmente no se usa, y un caserón compuesto por una gran casa instalada y dos edificios más.

«Se ha escogido 'El Indiano' para ocupar –continúa expresando José Parejo– porque esta era una zona de fuerte incidencia e implantación del SOC». Sin embargo, no se trata ya de una ocupación simbólica, pues «por primera vez desde 1936 se ha empezado a trabajar la tierra ocupada».

En febrero pasado, al conocer la expropiación de Rumasa, el SOC entregó al consejero de Agricultura del Gobierno andaluz una propuesta en la que solicitaba que las propiedades agrícolas expropiadas a Rumasa fueran declaradas «patrimonio andaluz» y que fueran entregadas ya a los obreros agrícolas para ser explotadas, realizando diversas experiencias piloto de Reforma Agraria.

Al no recibir respuesta, y al producirse noticias sobre la posible reprivatización de las fincas expropiadas, unos veinte jornaleros del SOC, entre los que se encontraba el conocido líder del sindicato, Paco Casero, y el alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, iniciaron el pasado 26 de mayo un encierro en el Ayuntamiento de Puertoserrano. El 1 de junio, el encierro se transformó en ocupación de la exfinca de Rumasa, tras haber entregado tres días antes un escrito con sus reivindicaciones al encargado de la finca, para que este lo hiciera llegar al actual administrador.

Los jornaleros instalaron su primer campamento en las inmediaciones del caserío, izaron en un improvisado mástil una bandera andaluza (que anteayer aún ondeaba en el lugar), y empezaron a realizar diversos trabajos agrícolas. El 7 de junio, el gobernador civil de Sevilla, Alfonso Garrido (del PSOE), ordenó que los desalojaran, lo que fue cumplido al día siguiente.

Desalojo y asamblea

«Yo vigilaba mientras los demás dormían –cuenta un jornalero de 16 años, rubio, delgado– y de repente empecé a ver picoletos por todas partes».

Unos 400 guardias civiles, en 37 Land Rover y cuatro autobuses, llegaron a la finca para desalojar a un centenar escaso de jornaleros. Estos opusieron resistencia pasiva, tumbándose en el suelo, y muchos debieron ser sacados de la finca en brazos por los guardias civiles, no sin cierto regocijo de los trabajadores por ver a los guardias teniendo que llevar jornaleros en brazos. El comandante intentaba hacerse obedecer gritando repetidamente «¡Soy un comandante de la Guardia Civil!», y a seis de los jornaleros se les tomó la filiación.

Recorte de la portada de Egin del 14 de junio del 1983.
Recorte de la portada de Egin del 14 de junio del 1983.

Con la Guardia Civil instalada en el caserío, los jornaleros montaron un segundo campamento al otro lado del río Guadalete, en la finca llamada 'Cerro Coripe', situada ya en la provincia de Cádiz y cuyo propietario no se opuso a la presencia de los jornaleros. Al menos en cuatro ocasiones estos cruzaron el río y entraron en 'El Indiano' para trabajar, siendo nuevamente desalojados.

Llegué al segundo campamento el sábado por la noche. A la luz de las linternas y de una fogata, pude ver algunos coches y furgonetas bastante destartalados, tres pequeñas tiendas de campaña y dos sombrajos improvisados con ramas y troncos.

A la noche dormían en el campamento alrededor de cuarenta personas, entre las que había algunos niños y mujeres. Durante el día acudían entre 200 y 300 jornaleros, principalmente de Puerto Serrano. En la noche del sábado había unos 60 asistentes que, tras una modesta cena colectiva, arriaron la bandera andaluza que presidía el campamento y comenzaron a las once de la noche una larga asamblea que duró hasta las cuatro de la madrugada. Se debía tomar una decisión importante: seguir o no seguir en 'El Indiano'.

«Hemos ocupado esta tierra y estamos dispuestos a ocupar otra, exigiendo el derecho de los jornaleros y jornaleras a ella. Pero no las hemos ocupado para nosotros. Las hemos ocupado para todos los trabajadores»

No se hizo ninguna votación. Se discutió hasta llegar a una decisión aceptada por todos.

Se acordó abandonar provisionalmente la ocupación de 'El Indiano', dando «una tregua al Gobierno para que se fije el prometido calendario de conversaciones» para entregar las fincas expropiadas a Rumasa a cooperativas de trabajadores. Al mismo tiempo, se decidió abrir «otra etapa de lucha» en el «marco de Jerez por los viñedos y las fincas vinculadas a otras empresas».

«Felipe González se está olvidando de ser andaluz»

Dos mil asistentes, algunos llegados en autocares desde Sevilla, Marinaleda y otros pueblos, se reunieron el domingo en el campamento. Mientras los niños se bañaban en el río, una asamblea empezó a las doce del mediodía, bajo un fuerte sol. Paco Casero, vestido –quizá casualmente– con un polo verde y un pantalón blanco (un tanto manchado) explicaba a los asistentes la lucha y pedía su refrendo de la decisión adoptada. Además criticó severamente al presidente del Gobierno por las declaraciones que este hizo refiriéndose a la ocupación. «Para confundir a la opinión pública, Felipe González puso un ejemplo muy malintencionado», afirmó Casero rechazando la comparación hecha por el presidente entre los jornaleros y unos squaters insolidarios. «Nosotros dudamos de que el presidente del Gobierno central no conozca bien nuestra realidad –continúa Casero– y él sabe que nosotros hemos ocupado esta tierra y estamos dispuestos a ocupar otra, exigiendo el derecho de los jornaleros y jornaleras a ella. Pero no las hemos ocupado para nosotros. Las hemos ocupado para todos los trabajadores».

Jornaleros ocupan una finca del Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario en Cádiz. (ARCHIVO DE LA TRANSICIÓN)
Jornaleros ocupan una finca del Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario en Cádiz. (ARCHIVO DE LA TRANSICIÓN)

«Señor Felipe González, usted es andaluz y se está olvidando de ser andaluz. Cuidado con lo que dice, que los jornaleros no hablan en broma. No confunda de esa manera a la opinión pública. Nuestra lucha ha sido muy concreta y muy seria. Nosotros exigimos la Reforma Agraria y que las tierras sean para los trabajadores, independientemente de cuál sea su sindicato, su ideología o sus creencias», concluyó Casero.

Tras una intervención de Juan Manuel Sánchez Gordillo, quien afirmó, entre aplausos, que «aquí no ha terminado nada», que «damos una tregua que no va a ser más que una forma de lucha vigilante», y que «esta ocupación de las fincas de Rumasa no es más que el principio de la Reforma Agraria», los asistentes a la asamblea vadearon el Guadalete y los trabajadores entraron de nuevo en 'El Indiano'.

Unos cien metros más allá, la marcha se detiene un momento. Un capitán de la Guardia Civil, acompañado por un teniente, un sargento y algunos números, observa a los 1.500 ocupantes. Por fin, se retira con sus subordinados hacia el caserío y deja paso.

Cantando el himno de Andalucía, los jornaleros se dirigen a un pequeño huerto, no lejos de lo que fuera el primer campamento. Allí se plantan dos naranjos entre gritos de «Viva Andalucía libre», «Viva la clase trabajadora», «El pueblo unido jamás será vencido» y diversas canciones. Uno de los naranjos lo plantan «las mujeres que han participado en la lucha». Una mujer de unos 54 años, con el pelo canoso, vestida de negro, empieza a cavar. Le sigue otra, más joven, vestida de rojo y con un pañuelo del mismo color en la cabeza. Otras mujeres retiran la tierra con las manos.

Tras plantar los dos naranjos, «símbolo de que la semilla de esta lucha va a fructificar», nueva asamblea allí mismo. Casero explica las tareas agrícolas que se pueden hacer en esta finca prácticamente abandonada, agradece a los medios informativos la atención prestada a esta ocupación y agradece la solidaridad recibida «de todo el Estado español».

«Nosotros exigimos la Reforma Agraria y que las tierras sean para los trabajadores, independientemente de cuál sea su sindicato, su ideología o sus creencias»

El eco de esta acción, empezada hace veinte días apenas sin medios por 18 «locos», y por un sindicato calificado despectivamente de «minoritario», ha sido importante en Andalucía y fuera de ella. En Marinaleda, Osuna, Los Corrales, Gilena, en pueblos de la sierra sur de Sevilla, se han hecho manifestaciones, encierros y otros actos de solidaridad con los ocupantes de 'El Indiano'. Han llegado adhesiones de solidaridad de trabajadores de Cádiz, Granada, Córdoba, de la emigración andaluza en Cataluña, de Mahón... y de Euskadi. «De donde más telegramas de solidaridad hemos recibido ha sido de Euskadi», me comentan el sábado en la sede sevillana del SOC, enseñando telegramas de Laia, LAB, del abogado Miguel Castells, del escritor José Bergamín, y de los trabajadores andaluces que se encuentran en Navarra trabajando en la recogida del espárrago.

«Hemos vencido porque teníamos la razón histórica», proclama Juan Manuel Sánchez Gordillo.

Estos hombres y mujeres sin tierra, sin trabajo, estos niños de tan negro futuro, están dispuestos a cambiar las cosas de verdad, para tener tierra, dignidad y futuro. Se sienten protagonistas de la historia.