El encierro de Sanfermines en Iruñea ha sido un foco informativo ineludible para nuestros medios desde la fundación de 'Egin' en setiembre de 1977. Con las excepciones de 2020 y 2021 por el covid, son 47 años de crónicas sanfermineras de ese estallido de emociones que a veces pasa como una exhalación y otras se prolonga de manera agónica.
El encierro de Iruñea siempre es noticia, pero evidentemente el alcance es mucho mayor cuando hay montones o cornadas graves. No digamos nada si son mortales. Desde que existen datos fiables, 16 personas han muerto en el encierro, cinco desde que naciera 'Egin'.
La última víctima mortal, hace 15 años
Hoy se cumplen, por ejemplo, 15 años desde la última muerte en el encierro. Daniel Jimeno Romero, madrileño de 27 años, moría en el Hospital de Nafarroa tras recibir una cornada en el cuello en el tramo de Telefónica. El toro de la ganadería Jandilla que le empitonó se llamaba 'Capuchino' y la intervención quirúrgica a la que fue sometido Jimeno no pudo evitar que falleciera.
«Un muerto y tres heridos por asta en un encierro terrorífico» titulaba GARA en la portada de su edición del día siguiente, y el titular de la crónica de Ramón Sola no podía ser más elocuente: «'Capuchino', el colorado que tiñó de rojo sangre 650 metros de asfalto». Se destacaba que el astado apenas pesaba 515 kilos y que, pese a salir de los corrales «a paso lento», «dejó cornadas en casi todas las calles». También se relataba con detalle el delicado momento en el que su madre y su novia le identificaron en el centro hospitalario.
Hay que retroceder seis años, a 2003, para encontrar la anterior víctima mortal del encierro, aunque en este caso el fallecimiento se produjo el 24 de setiembre, pasados casi tres meses del traumatismo craneoencefálico sufrido por el iruindarra de 63 años Fermín Etxeberria Irañeta en el encierro del 8 de julio. Miembro de la Junta Directiva de Osasuna en su día y dueño del emblemático Bar Etxebe del barrio de Donibane, Fermín era un corredor habitual que conocía a la perfección todos los secretos de una carrera en la que participaba desde chaval.
Un golpe inesperado con el asta de un Cebada Gago llamado 'Castillero' y la posterior caída le produjo el citado traumatismo en la cabeza y coágulos en el cerebro. Fue operado el día 10 y el 12 entró en un coma clínico del que ya no saldría. GARA informaba el día 25 de setiembre de la muerte de Etxeberria, repasando una intensa vida como corredor, peñero, hostelero o directivo rojillo.
El de 'Etxebe' suponía un perfil totalmente distinto al del anterior fallecido en el encierro, el joven estadounidense de 22 años llamado Mattew Peter Tassio. Residente en Chicago, Tassio fue empitonado al final de Santo Domingo por 'Castellano', un Torrestrella de casi 600 kilos, el 13 de julio de 1995.
«Muerte ridícula» era el titular de la columna de opinión que firmaba Sola al día siguiente en 'Egin'. «Un joven de 22 años ve cercenada su vida en plena fiesta y no deja de ser una muerte ridícula más, otro eslabón en la cadena de la insondable dimensión humana, de la afición por jugarse todo a una carta. Pero el cadáver de Matthew Peter gana patetismo además en el contexto de la juerga que invade Iruñea durante nueve días, en la dinámica de la borrachera perenne y, sobre todo, en la ignorancia supina», arrancaba el artículo.
«Tragedia en el penúltimo encierro» fue el titular de portada de una de las ediciones de 'Egin', mientras que en el interior se encabezaba con un «Luto quince años después». Y es que habían pasado 15 años desde la última muerte en el encierro, tres lustros que parecen una eternidad viendo la diferencia de calidad de las imágenes, algunas en color, de la cornada sufrida por Tassio y los anteriores encierros mortales de 1980.
Sí, hay que utilizar el plural, ya que el encierro del 13 de julio de 1980 se saldó con dos fallecidos. Un toro de la ganadería Salvador Guardiola Fantoni llamado 'Antioquío' corneaba primero en la plaza del Ayuntamiento al mozo de Cintruénigo de 26 años José Antonio Sánchez Navascués, y ya en la plaza de toros empitonaba a Vicente Risco Sierra, de 29 años y nacido en Badajoz, aunque residía en Uharte Arakil.
«Dos muertos, trágico balance del multitudinario encierro del domingo» titulaba la crónica publicada en 'Egin' el martes día 15, toda vez que el lunes no había periódico. Calificaba el encierro como «uno de los más trágicos de la historia», y añadía que con los dos fallecidos se cumplían «las pesimistas predicciones de muchos sobre la extrema peligrosidad de los encierros de los días-punta ante la masiva afluencia de corredores».
Pero más allá de las víctimas mortales, los encierros dejan cada año montones de imágenes entre espectaculares y estremecedoras de carreras, cogidas, caídas, atropellos o escapadas milagrosas. También de montones, y no solo en el callejón. 'Egin' y GARA han sido testigos de algunos durante estos últimos años.
El montón de 2013
Fue lo que sucedió por ejemplo el 11 de julio de 1993, cuando al final de la calle Estafeta se produjo un montón humano quedando el toro 'Papelero' encajado entre los mozos. «Masificación, emoción, tensión y peligro» titulaba su crónica en 'Egin' Koldo M. Kanpistegi. Las fotos de Txomin Lacalle inmortalizaron las «escenas de pánico» de un montón que «ya había comenzado a formarse a los pocos instantes de lanzarse el cohete».
También se registraron montones en 2004 y 2008, pero nada comparado con lo que sucedió en el acceso a la plaza de toros el 13 de julio de 2013. La apertura accidental de una puerta lateral de acceso a la plaza provocó un enorme tapón humano que causó 21 heridos, dos de ellos muy graves. Por suerte no hubo que lamentar víctimas mortales, lo que parece un milagro viendo las imágenes. Hemos seleccionado algunas de Josu Santesteban en la siguiente galería.
«Tres minutos de pavor y de lucha por la vida en el callejón» fue el titular de portada en GARA al día siguiente, mientras que en páginas interiores Ramón Sola relataba con detalle cómo pudo producirse semejante montón. «Una puerta a medio cerrar y la marabunta desatan el infierno» titulaba la crónica, acompañada por una «secuencia espeluznante» del suceso foto a foto.