1977/2024 , 21 août

Isidro Esnaola
Iritzi saileko erredaktorea, ekonomian espezializatua / Redactor de Opinión, especializado en economía

Líbano, Afganistán, Sudán... y EEUU: el tiempo pasa, pero algunos conflictos permanecen

En 1982 los milicianos palestinos salían de Beirut tras un acuerdo entre la OLP e Israel. Una incursión más del Ejército de Israel que, sin embargo, tendría repercusiones que llegan hasta la actualidad, como la creación de Hezbolá. Diecisiete años más tarde, EEUU bombardeaba Afganistán y Sudán, por primera vez sin informar al Consejo de Seguridad de la ONU. La entrada en el mundo unipolar.

Vista del estadio Camille Chamoun de Beirut tras los ataques del ejército israelí en 1982
Vista del estadio Camille Chamoun de Beirut tras los ataques del ejército israelí en 1982 (Phan Robert FEARY | U.S. FEDERAL GOVERNMENT | WIKIPEDIA)

Hay días que concentran la esencia de los principales conflictos que afectan al mundo. El 21 de agosto de 1982 ‘Egin’ informaba de que comenzaba un nuevo éxodo para la resistencia palestina que se encontraba en Beirut. Ese día, entre 400 y 600 milicianos del grupo Bader, del Ejército de Liberación de Palestina y del Frente de Liberación Árabe salieron de la capital del Líbano en un barco con escala en Chipre y destino Jordania e Irak. El acuerdo entre Israel y la OLP, concertado por el mediador norteamericano Philip Habib, contemplaba la salida escalonada de combatientes hasta el 3 de septiembre, la retirada de las fuerzas de Israel de Beirut y la llegada de una fuerza multinacional.

El entonces ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, dijo que era el mayor revés de la OLP en su historia; el jefe del Gobierno de Italia, Giovanni Spadolini, se comprometió a reconocer a la OLP como representante legítimo del pueblo palestino. Y el representante de la OLP en Alemania, Abdullah Frangi, al final de una marcha en Frankfurt, declaraba que Israel no había podido terminar por medios militares con la OLP. Añadía que la idea de autodeterminación no se puede erradicar con bombas y que comenzaba una fase de reorganización de la OLP.

Aquella incursión israelí también provocó la formación de Hezbolá (Partido de Dios) en el que se organizaron las milicias chiitas del Líbano y que en la actualidad es la principal fuerza política del país de los cedros. Prácticamente los mismos actores que en la actualidad, y mensajes similares.

Con la salida de los fedayines terminaba el asedio a Beirut, que comenzó dos meses antes tras una de las incursiones que periódicamente realizaba el Ejército de Israel en el Líbano. Esta vez no se retiraría hasta 1985. El asedio y bombardeo de la capital finalizó, pero tres semanas más tarde, Israel permitió la entrada de las milicias cristiano-falangistas libanesas en los campamentos de Sabra y Chatila, donde sembraron el terror y mataron a 3.500 refugiados palestinos. La historia se repite.

Una guerra tapa todo

Diecisiete años más tarde, en 1998, este mismo día Bill Clinton ordenaba bombardear Afganistán y Sudán como respuesta a los ataques contra las embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania que se produjeron quince días antes, y que causaron al menos 224 víctimas mortales –de ellos solo doce eran estadounidenses–, y más de 4.000 personas resultaron heridas. Washington atribuyó aquellos ataques a Al-Qaeda.

El Ejército estadounidense lanzó desde seis barcos y un submarino entre 75 y 100 misiles crucero contra objetivos en ambos países. El ataque en Sudán se llevó a cabo contra la fábrica de productos farmacéuticos Al-Shifa (curación, en árabe) que según el espionaje estadounidense fabricaba armas químicas. La noticia hablaba de 300 desaparecidos, aunque finalmente fueron once las víctimas. La planta atacada producía más de la mitad de los productos farmacéuticos de Sudán. Una muestra de tierra recogida en los alrededores, y que supuestamente contenía una sustancia química utilizada en la fabricación del gas nervioso VX, fue suficiente para vincularla a Ben Laden y a su red Al Qaeda. Posteriormente, se demostró que no había ningún tipo de vinculación.



En aquel momento, como en la actualidad, Sudán estaba inmerso en una guerra civil, aunque los actores y los motivos del enfrentamiento eran otros. Entonces la confrontación se desarrollaba entre el norte árabe musulmán y el sur animista y africano. Terminaría en 2005 con un acuerdo de paz y la celebración de un referéndum en 2011, que llevó a la creación de un nuevo Estado ese mismo año: Sudan del Sur.

El ataque en Afganistán fue lanzado contra las bases de entrenamiento de un grupo dirigido por el saudí Osama Ben Laden y del que no se informó sobre bajas. Fue la única vez en la que Washington llevó a cabo una operación contra Ben Laden antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

A diferencia de lo ocurrido en agresiones previas contra otros estados soberanos, como Libia o Irak, EEUU no consideró esta vez necesario ni siquiera tratar el tema en el Consejo de Seguridad y buscar la cobertura de Naciones Unidas. Con esta acción estableció un precedente que posteriormente se ha acabado convirtiendo en norma habitual.

Por otra parte, varios senadores estadounidenses acusaron a Clinton de haber lanzado el ataque con el fin de evitar que la declaración ante el gran jurado de la becaria Mónica Lewinsky, con la que, según confesó posteriormente, mantuvo «una relación inapropiada», copara las portadas de la prensa ese día. Lo que sí provocó el caso Lewinsky fue que, un año más tarde, Clinton firmara la ley Gramm–Leach–Bliley el 12 de noviembre de 1999, también conocida como de modernización de los servicios financieros, que puso las bases de la crisis financiera que estalló en 2007.