El acuerdo histórico de Viernes Santo, firmado el 10 de abril de 1998 en el castillo de Stormont entre representantes de los gobiernos británico e irlandés y aceptado por la mayoría de los partidos políticos norirlandeses, permitía estrechar las relaciones entre el norte y el sur de la isla y reconocía el espacio político a ocupar por la comunidad nacionalista, dejando en manos de la ciudadanía toda decisión sobre un cambio de soberanía.
El tratado fue refrendado por el 71,1% de los norirlandeses y, aunque no trajo el fin inmediato de la violencia, ya que a los pocos meses se vivió el atentado de Omagh –reivindicado por el IRA Auténtico y que dejó 29 muertos–, sí contribuyó a que con el paso de los años, en 2005, el IRA se desarmara definitivamente.
Pero todo este proceso comenzó hace ahora 30 años, el 31 de agosto de 1994, cuando al cabo de un año de negociaciones, el IRA decretaba la suspensión completa de sus operaciones militares, al considerar que se daban las posibilidades políticas necesarias para avanzar en la consecución de una paz justa y duradera.
La declaración fue saludada desde todas las instancias. Ese mismo día, el presidente del Sinn Féin, Gerry Adams, alabó el valor del IRA y pidió la creación de una Irlanda «unida y libre». En este sentido, subrayó que «la lucha no ha acabado, solo entra en une nueva fase», y exigió la desmilitarización del norte de Irlanda, la retirada del Ejército británico y la liberación de los prisioneros políticos irlandeses.
El primer ministro británico, John Maior, calificó de «altamente estimulante» la declaración del IRA e indicó que debía quedar claro que suponía tratar de veras la «permanente» renuncia a la violencia. «Si eso es así, entonces muchas opciones están abiertas». Entretanto, el primer ministro irlandés, Albert Reynolds, dijo que el alto el fuego «debe ser aprovechado como una oportunidad histórica para erradicar las armas de la política irlandesa».
El único que no mostró su alegría fue el líder del Partido Unionista Democrático, el reverendo protestante radical Ian Paisley, quien expresó sus dudas sobre las concesiones que pudo haber realizado John Major. «No queremos una paz que sea una rendición», dijo.
El anuncio del IRA provocó también las muestras de júbilo de la población. Nada más conocerse la noticia, miles de simpatizantes nacionalistas se congregaron ante la sede del Sinn Féin. Familias enteras coreaban himnos nacionalistas y expresaban su optimismo por la histórica oportunidad para el establecimiento definitivo de la paz, ante la mirada impasible de los soldados británicos, desplegados aún en los principales cruces de la capital de Irlanda del Norte.
Ruptura del alto el fuego
Año y medio después, sin embargo, el 9 de febrero de 1996, el IRA daba por terminada la tregua con una bomba en Londres que ocasionó dos muertos y cientos de heridos, ante la falta de avances políticos en las negociaciones de paz.
Salvado ese escollo, el IRA ofrecía otra oportunidad el 19 de julio de 1997, al decretar un nuevo alto el fuego que fue respondido favorablemente por el Gobierno británico al señalar que establecería contactos con el Sinn Féin tan pronto entrase en vigor.
En este sentido, el dirigente del Sinn Féin Gerry Adams manifestó que en esta ocasión la responsabilidad del avance en el proceso de paz correspondía al primer ministro británico.
Al final, menos de un año después de este segundo alto el fuego, llegaba el esperado acuerdo de Viernes Santo, firmado el 10 de abril de 1998 en el castillo de Stormont, si bien tuvieron que pasar siete años más hasta que el 28 de julio del 2005, el IRA hiciese una nueva declaración histórica al ordenar a todas sus unidades que depusieran las armas y dieran por finalizada la lucha armada.
Unificación de las dos alemanias
También un 31 de agosto, en este caso del año 1990, se firmaba el tratado de unificación política de las dos alemanias, dos meses después de la entrada en vigor de la unión económica y monetaria entre los dos estados y 33 días antes de la anexión formal de la RDA a Alemania Federal.
El extenso documento, que constaba con sus anexos de casi mil páginas, fue rubricado por el ministro alemán occidental del Interior, Wolgang Schauble, y por el secretario de Estado germanooriental, Guenter Krause, quienes dirigieron las negociaciones para la redacción del tratado.
Las últimas diferencias que persistían hasta el día de la firma del tratado, la legislación sobre el aborto en la futura Alemania unida y el destino de los archivos de la antigua Policía política comunista (Stasi) fueron resueltas a última hora de la noche anterior.
La ceremonia no tuvo lugar en el antiguo Reichstag, sito en Berlín Occidental, como se informó al principio, sino en el palacio Unter den Linden, antigua residencia de los príncipes herederos de Prusia, situado en Berlín Este.