El cine vasco en el festival de San Sebastián
El director de Zinemaldia rememora para Artefaktua la puesta en marcha de Zinemira en 2009 y reflexiona sobre la situación del cine vasco.
Tradicionalmente, el Festival de San Sebastián organizaba un día del Cine Vasco en el que se proyectaban unas pocas películas y a cuyas sesiones se accedía mediante invitación.
Era un día muy endogámico en el que prácticamente todo el público era público relacionado con nuestra propia industria y donde apenas había presencia de representantes de la industria internacional. Ni siquiera el público habitual del Zinemaldia podría sacar entradas.
En muchas ocasiones las salas estaban prácticamente vacías, porque se repartían las invitaciones de manera gratuita y, luego, muchos de los que las habían pedido no asistían en el último momento a las proyecciones.
En 2009 el Festival dio un paso adelante muy importante para la promoción del cine vasco: la creación de la sección Zinemira. Ya no solo había películas vascas en las diferentes secciones del Festival y en un día especial dedicado a ellas, sino que esta nueva sección recogía cine vasco a lo largo de toda su programación y lo hacía abierto a todas las personas acreditadas del festival y al público que podía comprar entradas. Más adelante, se creó el Premio Irizar a la Mejor Película de producción vasca que estrenaba mundialmente en el Festival.
Aunque ya en 2010 pudo verse a competición la película vasca ‘Aita’, de José María de Orbe, o en 2013 ‘La herida’, de Fernando Franco, la proyección de ‘Loreak’ en el 2014, dirigida por Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, significó un nuevo punto de inflexión.
Desde entonces, salvo en el 2016, todos los años ha habido películas vascas en la competición oficial y varias de ellas en euskera.
Esto ha supuesto un impulso internacional muy importante para nuestro cine. Pero, ¿por qué se produce este cambio? Puede que desde el propio equipo del Festival fuéramos poco a poco teniendo una mayor sensibilidad hacia nuestro cine, pero además de esto las cosas estaban cambiando. El trabajo conjunto y muy positivo realizado por las instituciones vascas (fundamentalmente el Gobierno Vasco), por las asociaciones de productores (IBAIA y EPE/APV) y EITB ha ido dando sus frutos. A pesar de las diferencias que se han discutido en los despachos, se ha avanzado en una misma dirección y ha habido importantes acuerdos y esto ha generado una mayor calidad y variedad de nuestra producción cinematográfica. Además, se ha trabajado mucho más y mejor la promoción de nuestro cine en los mercados internacionales.
En estos momentos, nuestras películas no solo tienen una mayor presencia en nuestro festival, sino también internacionalmente. Véase por ejemplo el éxito de ‘20.000 especies de abejas’ en la Berlinale o la reciente selección de MARCO en el festival de Venecia.
Nuestro presente es bueno y creo que el futuro es esperanzador, pero todos los que participamos en mayor o menor medida en la producción, promoción y difusión del cine vasco tenemos que seguir trabajando empujando en la misma dirección. Tenemos que cuidar y mantener lo conseguido hasta ahora. Pero toca pensar en el futuro. Desde la administración tienen que seguir trabajando en la línea marcada por el anterior equipo de Cultura del Gobierno Vasco, pero toca ahora diseñar políticas valientes de apoyo a las nuevas y los nuevos cineastas y focalizar su trabajo más que nunca en la búsqueda de nuevos talentos. Solo así el éxito de hoy servirá para garantizar un futuro de éxito para nuestro audiovisual.