«No habrá fútbol». El diario ‘Egin’ recogió con ese titular en primera página la huelga convocada por los futbolistas el 3 de septiembre de 1984. No fue la noticia más importante del día, ya que un grupo de refugiados vascos encarcelados en Fresnes estaba llevando a cabo una huelga de hambre y sed en protesta por las extradiciones. Sin embargo, no pasó desapercibida la trascendencia de la iniciativa y en la página 3 del siguiente día daban cuenta con detalle de las reivindicaciones de los jugadores.
En la información principal se destacaba que la decisión de «parar» fue tomada «unánimente» y recordaban que era la cuarta convocatoria que realizaban desde 1978. Según subrayaban, acudieron a la asamblea de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) celebrada en un hotel de Madrid representantes de más de sesenta equipos de las tres primeras divisiones. Muchos de ellos, como los tres equipos vascos de Primera en aquella temporada –Athletic, Real y Osasuna–, «con sus plantillas completas».
«Es la ocasión en que mayor unanimidad se ha notado entre los profesionales del fútbol, que en bloque se pusieron de acuerdo para hacerse fuerte en sus reivindicaciones», se explicaba en el texto. Y es que que, según el dato aportado, 545 de los 672 votantes apoyaron la iniciativa.
Andoni Zubizarreta, portero del Athletic campeón en los ochenta, formó parte del comité de huelga junto a otros jugadores de renombre como el malogrado Juanito, Gordillo, Señor y Ferrero.
La reclamación principal que hacían los jugadores era firmar un convenio colectivo para regular los sueldos de los profesionales. A su vez, solicitaban eliminar el derecho de retención, crear un fondo para garantizar el pago de las deudas, además de otros aspectos como la publicación de una ordenanza laboral y la inclusión en la Seguridad Social.
La postura de los dirigentes del fútbol fue oponerse. El presidente de la Liga y máximo responsable del Sporting de Gijón, Manuel Vega Arango, aseguró que era una decisión que «va en contra de los clubes» y «lo penoso es que no haya fútbol». «Todos hemos perdido la brújula. Muchos de los puntos que piden son razonables, pero no son cuestiones que atañen a los clubes, por lo que no se deben tomar medidas contra ellos», añadía.
Desde los equipos vascos, Pedro Aurtenetxe, presidente del Athletic, lamentó que la huelga era «un mal para el fútbol en general y para el aficionado en particular». Fermín Ezcurra, presidente de Osasuna, también se mostraba contrario y pedía «sentarse en una mesa». El mandatorio rojillo ahondaba en una de las reclamaciones de los jugadores sobre la carta de libertad y señalaba que «no es de sentido común». «Si un club forma jugadores con su dinero, no es lógico que cuando ya están hechos los dejemos ir a otros clubes. Yo así no puedo emplear el dinero», decía.
En cambio, ‘Egin’ se posicionó a favor de los jugadores y publicó un comentario del periodista J. Gurtubay en el que los comparaba con los gladiadores del circo romano. Según defendía, antes se resignaban con saludar a las masas antes de morir, pero han decidido «unirse» y «alzar su voz». «Anuncian una huelga y prefieren caer del pedestal para seguir en pie».
Jornada adulterada y gradas casi vacías
A pesar de las presiones recibidas, la mayoría de los futbolistas se mantuvieron firmes y la jornada prevista para el 9 de septiembre se desarrollo de una forma «anormal». Con esa palabra definió ‘Egín’ lo ocurrido aquel domingo futbolístico. Según recalcaba en la información de la portada del día siguiente «juveniles en unos casos, aficionados en otros y hasta profesionales que realizan el servicio militar tuvieron que saltar a los campos de Primera, Segunda y Segunda B».
Por ello, explicaba el diario: «La poca seriedad del programa futbolístico nos obligó a pasar ampliamente y esta vez los cronistas de Egin no han seguido a los equipos de los que habitualmente escriben, sino que nos limitamos a coger de agencia referencia de algunos aspectos que pueden interesar, lejos de lo que en sí fueron los partidos, muy feos casi todos».
En la información de las páginas interiores, Tito Irazusta sentenciaba en su análisis que «los futbolistas hicieron una huelga seria», mientras «las presiones de los presidentes de los clubes tuvieron como respuesta una jornada adulterada y unas gradas casi vacías».
Asimismo, desde el periódico insistían en argumentar que «la redacción deportiva de esta casa, en solidaridad con unos trabajadores en huelga, ha considerado mantener una postura de indiferencia para la mal improvisada jornada». «Esperamos que sepan comprender nuestra postura, que creemos que hubiera sido la de la mayoría de nuestros lectores», añadían.
Como ejemplo de su crítica, pusieron las alineaciones presentadas por Athletic, Real y Osasuna. Los rojiblancos perdieron por 3-0 ante el Sevilla y jugaron con jugadores del Bilbao Athletic.
Idéntico resultado obtuvo Osasuna con sus juveniles en su visita al Atlético. La anécdota fue que el entrenador Ivan Brzic no viajó y en el banquillo se sentó Pedro Mari Zabalza.
Por su parte, la Real perdería en Atotxa (0-1) contra un Málaga que «camufló» jugadores del primer equipo con otros nombres en la alineación. Otro de los que actuó de la misma manera fue García Pitarch en el Valencia. Fue uno de los pocos jugadores que se posicionó en contra de la huelga.
La semana siguiente los partidos tuvieron que ser suspendidos al dictaminar el director general de Trabajo que utilizar a juveniles y a jugadores aficionados no era ajustado a derecho. Las negociaciones entre los representantes de los futbolistas y los estamentos que rigen el fútbol no se detuvieron en ningún momento y lograron alcanzar un acuerdo. Fue el primer convenio colectivo del sector y sirvió para reanudar las competiciones a finales de septiembre.