1977/2024 , 8 octobre

Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / Redactor jefe de actualidad

Catalunya-Euskal Selekzioa en el Camp Nou, con 56.000 impulsos a la oficialidad

Aquel fin de semana estaba marcado por la FIFA para partidos de selecciones y en Europa solo uno, jugado en Wembley, superó en asistencia al «amistoso» entre Catalunya y Euskal Herria en el Camp Nou. Estamos en 2006 y aquel partido marcó quizás el punto cumbre de la demanda de oficialidad que luego ha perdido gas.

Las aficiones vasca y catalana, hermanadas en esta reivindicación conjunta.
Las aficiones vasca y catalana, hermanadas en esta reivindicación conjunta. (Marisol Ramírez | Foku)

Aquel 8 de octubre de 2006 la selección vasca masculina de fútbol saltó al estadio principal de un país hermano, Catalunya, en el que llevaba 71 años sin jugar. El último partido entre ambos combinados se había disputado 35 años antes, en 1971, en pleno franquismo en San Mamés, en un homenaje al fallecido árbitro Juan Gardeazabal, nada reivindicativo. Todo lo contrario ocurría esta vez: la demanda de oficialidad estaba en un momento pujante que se reflejaba cada periodo navideño.

Aquí estribaba otra gran novedad del encuentro. Esta vez no era Navidad. La FIFA no había puesto obstáculos a que se celebrara el partido entre vascos y catalanes en un fin de semana reservado para competiciones oficiales de selecciones, lo que se entendía como un avance. Más aún para la selección de Euskal Herria, que se estrenaba así fuera de casa en la era moderna.

Como contrapartida, desde alguna instancia no bien aclarada (FIFA o Federación Española) se instó a evitar que la demanda de oficialidad se visibilizara sobre el terreno de juego. La reivindicación se plasmaría fuera del estadio, con una pancarta que reunió a futbolistas de ambos equipos.

De «Oficialitat» a «Juntos por la paz»

La cita fue además presentada oficialmente con el lema «Juntos por la paz». Jugadores de Euskal Selekzioa como Mikel Aranburu y Mikel Labaka mostraban a GARA su estupor con la decisión y reivindicaban el verdadero objetivo: avanzar hacia la oficialidad. Mientras, el lehendakari de la CAV, Juan José Ibarretxe, decía soñar con un Euskal Selekzioa-Catalunya en un Mundial.

La pancarta por la oficialidad se quedó en el exterior en 2006, pero no en 2007 en San Mamés. (Marisol RAMÍREZ | FOKU)

Pese a todos estos condicionantes, la propia FIFA sería quizás la primera sorprendida por el éxito de aquel encuentro teóricamente amistoso, desde su punto de vista quizás hasta irrelevante. Y es que en las gradas del Camp Nou se reunieron 56.354 espectadores, más bien actores por la oficialidad, impulsores de lo que era un clamor creciente. Entre ellos, unos 2.000 vascos. Solamente hubo un partido aquel fin de semana que congregara a más gente en toda Europa: un Inglaterra-Macedonia en Wembley.

En el césped, además, el partido no defraudó. El enfrentamiento fraterno se saldó con empate a 2, después de adelantarse los vascos con tantos de Aduriz y Llorente y equilibrar el tanteo los catalanes por medio de Verdú y Luque.

La tricolor, con Iribar en el banquillo, alineó de salida a Riesgo; López Rekarte, Aitor Ocio, Labaka, Casas; Mendieta, Orbaiz, Muñoz; Uranga, Aduriz y Gabilondo. Jugaron también Lafuente, Murillo, Krutxaga, Garitano, Aranburu, Llorente, Mikel Alonso, Tiko y Dañobeitia. En los catalanes destacó Víctor Valdés en la portería.

Punto de inflexión

La «vuelta» se jugaría en las Navidades siguientes en San Mamés, con el mismo ambiente reivindicativo y festivo a la vez y 5.000 catalanes en las gradas de la Catedral. Acabó 1-1. Esta vez sin restricciones, jugadores de ambos equipos posaron juntos con este mismo lema en sus dos lenguas: «Ofizialtasuna-Oficialitat».

 

Todavía habría dos enfrentamientos vascocatalanes más en la siguiente década, en 2014 y 2015. Para entonces, sin embargo, la falta de avances políticos había empezado a descafeinar estas citas, que comenzaban a tomar el cariz de un mero ritual navideño sin impacto directo en la demanda de fondo.

La selecció atraviesa hoy un impasse similar al de la vasca. Ambas se topan en el veto férreo en lo político (FIFA y UEFA han rechazado la petición de la Federación Vasca, a lo que ha seguido la inacción política). Y se le suman los problemas deportivos que acarrea un calendario hipersaturado, que se traducen en obstrucciones de los clubes.

Catalunya ha jugado poco estos últimos años: contra Venezuela en 2009, Jamaica en 2022 y Panamá hace unos meses. Este partido reunió en Montilivi (Girona) a 6.000 espectadores, muy lejos de los más de 30.000 que asistieron en San Mamés al Euskal Selekzioa-Uruguay en las mismas fechas de mayo. Y qué decir de aquel hito del 8 de octubre de 2006, que pese a todo mantiene su potencial inspirador 18 años después.