Era mediodía de viernes y en las redacciones, quien más quien menos, ya estaba pensando en el fin de semana. Nada hacía pensar que la tarde del 24 de noviembre de 2023 iba a ser una de las más frenéticas de los últimos tiempos. Pero a eso de las 14.00 el grupo Vocento soltó la bomba y las horas siguientes fueron puro desenfreno periodístico.
«El PNV se quita de en medio a Urkullu y revela la crisis interna», resumió GARA en la portada del día siguiente. Porque quitarlo de en medio fue lo que la dirección jeltzale hizo con el lehendakari, para sorpresa de propios y extraños, entre ellos el afectado, cuya voluntad de repetir en el cargo y, por tanto, de concurrir a las elecciones era conocida.
No pudo ser. El mandatario autonómico, que parecía tener mando en plaza no solo en el Ejecutivo, también en el partido, fue «fulminado», en palabras del corresponsal político de este periódico, Iñaki Iriondo.
Dice el refrán castellano «de los amigos me guarde Dios, que de los enemigos me guardo yo», y esa semana de otoño el veterano político de Alonsotegi le encontró todo el sentido a la frase. Según trascendió esa tarde, el EBB había comunicado la víspera a Urkullu que no iba a presentarlo como candidato a lehendakari, y la noticia no tardó en saltar a los medios.
Indicios de ruptura interna
Según se apuntaba en la noticia, «tanto la manera de comunicarle la decisión a Iñigo Urkullu como la forma en la que acabó trascendiendo una noticia tan decisiva son indicios de una suerte de ruptura interna entre el lehendakari y la dirección de su partido», y se destacaba que «en algunos círculos muy cercanos a los órganos de decisión del partido había comenzado ya a decirse que el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, estaba buscando un relevo a Iñigo Urkullu, que sirviera de revulsivo, ante la continua pérdida de apoyos que el PNV ha venido padeciendo a lo largo del último ciclo electoral».
También se recordaba que, entrevistado el jueves por la mañana, Ortuzar había asegurado que «el proceso de elección de candidaturas para las elecciones vascas no ha empezado en el PNV», y afirmó que «será cuestión de semanas». Sin embargo, según se conoció luego, pocas horas después de hacer esas declaraciones la dirección jelkide comunicó a Urkullu que no iba a seguir.
Un elemento llamativo, dentro de lo llamativo que fue todo lo ocurrido ese fin de semana, es que en vez de ser el propio lehendakari quien lo anunciara públicamente, con margen incluso para hacerlo pasar por una decisión personal –hubiera sido una salida más airosa para una persona de su perfil–, la noticia saltó a través de una filtración.
Sorprendente fue, asimismo, que ante la lógica avalancha de preguntas que lanzaron de inmediato todos los medios, desde Sabin Etxea insistieran el viernes por la tarde-noche, en una escueta nota, en que «el Euzkadi Buru Batzar no ha dado inicio aún al proceso para la configuración de las candidaturas con que el PNV concurrirá a las próximas elecciones vascas», apostillando que «hasta entonces no entrará a valorar informaciones periodísticas».
No las valoraban, pero tampoco las desmentían, y como desde Lehendakaritza aseguraban «no saber nada», todo quedaba en el aire. Aunque por poco tiempo.
Imanol Pradales, citado por GARA, el elegido
En una apresurada secuencia de acontecimientos, ese mismo sábado, menos de 24 horas después de que se destapara el veto de su partido a Urkullu, y de que Ortuzar asegurara en público que «el proceso de elección de candidaturas para las elecciones vascas no ha empezado en el PNV», el EBB designaba a Imanol Pradales como candidato para las elecciones autonómicas.
El nombre de la persona elegida sorprendió a la gran mayoría de la opinión pública y de los propios medios de comunicación. GARA, sin embargo, ya lo había mencionado como opción en la edición de ese mismo día.
Este otros candidatos, Pradales aparecía como posible sucesor en una información en la que se admitía que era «una persona relativamente desconocida fuera de Bizkaia», pero se recordaba que llevaba varios años ostentando puestos de responsabilidad institucional en ese herrialde, donde en esas fechas era diputado de Infraestructuras y Desarrollo Territorial.
La sorpresa, por tanto, fue relativa en esta casa cuando, en un video dirigido a los afiliados y afiliadas del PNV, Ortuzar anunció la decisión adoptada en reunión extraordinaria por el EBB. En el mismo formato, hacía mención a la información difundida la víspera, para denunciar «las filtraciones interesadas de información, sesgadas por datos no ciertos, con el posible propósito de mediatizar e interferir» en la actividad interna del partido. Lo cierto, sin embargo, es que la noticia del viernes, que el PNV había comunicado a Urkullu que no seguiría, era total y absolutamente cierta.
El presidente del EBB añadió que ante el temor de que volviera a ocurrir lo mismo con la propuesta de Pradales, habían optado por adelantar unos días el cronograma establecido.
Sobre el nuevo candidato, cuya designación no gustó «nada» en Gipuzkoa, según pudo saber NAIZ, en la crónica se hacía un perfil donde se destacaba una trayectoria bastante amplia para su edad en la administración vizcaína, a la sombra de José Luis Bilbao, primero, y de Unai Rementeria después, y que fue alumno del propio Urkullu en la ikastola Aste Leku.
También el borrón de su expediente a cuenta de unas acciones adquiridas en la constructora Sacyr, cuando era titular de Desarrollo Económico y Territorial. Aquella pequeña tormenta política y mediática pronto amainó, y Pradales tuvo camino expedito seguir haciendo carrera.
GARA tituló el domingo que «el EBB elige a Pradales para tapar su crisis y el agujero que deja Urkullu». El agujero de Urkullu lo ha tapado; la crisis interna, de momento, ahí sigue.