1977/2024 , 10 décembre

Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Nobel de la Paz para Mandela y De Klerk y otro para un presidente de EEUU en guerra permanente

En 1993, coincidiendo con el Día de los Derechos Humanos, se entregó un Nobel de la Paz compartido entre Nelson Mandela y Frederik De Klerk, refrendando la paz alcanzada en Sudáfrica. 26 años después, la misma academia entregó el premio a Barack Obama, que permaneció ocho años en guerra permanente. 

Nelson Mandela y Frederik De Klerk reciben el Nobel de la Paz en Oslo en 1993.
Nelson Mandela y Frederik De Klerk reciben el Nobel de la Paz en Oslo en 1993. (Gerard JULIEN | AFP)

El 10 de diciembre de 1993 se entregó un Nobel de la Paz compartido a Nelson Mandela y Frederik de Klerk. No era el primero de estos premios que reforzaba la lucha antiapartheid.

La academia sueca ya había entregado el Nobel al obispo Desmond Tutu (1984) y, dos décadas antes, al predicador Albert John Lutuli (1961), uno de los fundadores del Congreso Nacional Africano (ANC) –el partido que lideraría luego Mandela–. Lutuli, de hecho, fue la primera persona que recibió un Nobel de la Paz sin haber nacido en Europa o Estados Unidos.

De Klerk, en el momento de recibir su Nobel, era presidente de Sudáfrica. Su contribución para acabar con el régimen del apartheid resultó determinante. Derogó leyes segregacionistas, legalizó el ANC, reveló que el país tenía armas nucleares y las destruyó, y dotó al país de una nueva Constitución.

Pero el gesto por el que más se le recuerda fue, precisamente, el haber sacado de la prisión a su compañero aquel día a la hora de recoger el Nobel de la Paz: Nelson Mandela. La liberación de Mandela y la legalización del ANC sucedieron el 2 de febrero de 1990.

De Klerk pidió perdón por lo que su Estado había hecho a la población negra. «La paz no consiste en ausencia de conflictos ni trae tranquilidad, sino que es un estado de conciencia para buscar soluciones con negociación y compromisos», proclamó.

Pese a los precedentes de Tutu y Lutuli, que la Academia respaldara a Mandela, un combatiente que había practicado la lucha armada, supuso un revulsivo.

Mandela no se arrepintió de nada en la ceremonia de Oslo. Aseguró que el premio no era para sí, sino para «los millones de personas que se han atrevido a rebelarse contra un sistema social cuya propia esencia emana de la guerra, de la violencia, del racismo, de la opresión, de la represión y del empobrecimiento del conjunto de una población».

Lo curioso de la entrega es que, solo unos meses después, De Klerk y Mandela –que reconocieron en Oslo tener importantes diferencias políticas entre ellos– se presentaron a las elecciones cada uno con su partido. Ganó Mandela, pero el líder del ANC nombró a De Klerk su vicepresidente.

El Nobel para Mandela no es el único que recayó en un líder previamente catalogado como terrorista. El palestino Yasser Arafat recibiría el mismo galardón un año después.

Obama recoge el premio Nobel en Oslo en los inicios de su mandato. (Zhang YUWEI | AFP)

Con el paso de los años, el comité que elige a los ganadores del Nobel se volvió menos valiente. La elección de Barack Obama nada más asumir el cargo como presidente de EEUU, el 10 de diciembre de 2009, le restó credibilidad, pues al poco tiempo el mandatario reforzó su ayuda militar a Israel y ordenó bombardeos en Siria, Irak, Pakistán, Yemen o Somalia.

Según la BBC, es el primer presidente de EEUU en pasar todos los días de mandato en guerra. Un editorial de GARA le acusó de haberse convertido en un «halcón de la guerra».

Muerte de Pinochet

Coincidiendo con el Día de los Derechos Humanos, fecha de entrega de los Nobel de la Paz, murió el dictador chileno Augusto Pinochet en 2006. No hubo funerales de Estado por decisión de la presidenta Michelle Bachelet, pero sí el Ejército le rindió honores y hubo seguidores que le velaron durante toda la semana que estuvo hospitalizado previa a su deceso.

Capilla ardiente del dictador Pinochet en Santiago de Chile. (Eitan ABRAMOVICH | AFP)

El día de su muerte, el dictador contaba con una orden de detención (ya había sido detenido en 1998 por Scotland Yard y liberado por motivos de salud) y más de 400 querellas por tortura, desapariciones, apropiación de niños y asesinatos de sacerdotes y periodistas. Fue quemado por temor a que su cuerpo fuera profanado.

Dos ertzainas mueren en Itsasondo

En 1995, Mikel Otegi (23 años) disparó con una escopeta de caza a unos ertzainas, cuando presumía que iban a detenerlo por un incidente violento ocurrido el día anterior. Mató a dos: Iñaki Mendiluze y José Luis González Villanueva. Los motivos del suceso fueron confusos. Tan es así que un jurado popular le exoneró por no ser consciente de sus actos. Al quedar libre, se fugó y se adscribió a ETA, siendo detenido en 2003.

Posteriormente, el fallo absolutorio por la muerte de dos ertzainas se recurrió, llegándose a una nueva sentencia en 2012, en la que fue condenado a 34 años.