1977/2024 , 11 décembre

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Las reflexiones de un Pablo Laso alejado, por un tiempo, de las canchas

Pablo Laso, uno de los rostros más conocidos del baloncesto en Euskal Herria, concedió el 11 de diciembre de 2022 una entrevista a 7K. Con una vida ligada a este deporte prácticamente desde siempre –su padre fue jugador y entrenador–, llevaba en esas fechas cinco meses alejado de las canchas. Se reincorporaría en el Bayern de Munich de baloncesto en 2023 antes de recalar, en 2024, otra vez en el Baskonia.

Pablo Laso, durante su encuentro con ZAZPIKA.
Pablo Laso, durante su encuentro con ZAZPIKA. (Gorka RUBIO | FOKU)

El Real Madrid había decido, el 4 de julio de 2022, apartar a Pablo Laso de su banquillo. El club blanco aludió a unos informes médicos que desaconsejan que el técnico siguiera al mando del equipo después de haber sufrido un infarto recientemente, pese a que no era la opinión del interesado ni de sus doctores. Cinco meses después, un día como hoy, 7K publicaba la siguiente entrevista con Laso, realizada por Andoni Urbistondo:

«La clave de mi éxito ha sido poner los egos al servicio del equipo»

Pablo Laso Biurrun (Gasteiz, 1967) lleva seis meses adaptándose a su nueva vida. Fue jugador de baloncesto durante dos décadas, y llevaba camino de cumplir otro tanto como entrenador, pero fue destituido en junio en el Real Madrid tras sufrir un infarto. Desde entonces anda de aquí para allá haciendo lo que no ha podido durante 40 años: estar tranquilo con su familia, visitar a los allegados y amigos en Gasteiz y Donostia, y ver deportes en televisión. Afirma que volverá a entrenar, porque el baloncesto es su vida.

Hace medio año que sufrió un infarto. Entonces ya se hizo público que estaba en perfecto estado de salud. ¿Cómo se encuentra hoy?

Estoy muy bien. El día posterior en el que el médico me hizo el catéter después del infarto me dijo: «Estás mejor que hace cinco días». La palabra infarto suena a grave, pero hay infartos más graves y menos graves. Entiendo que fue un aviso, pero a los dos días ya estaba haciendo vida normal.

¿Qué ha hecho durante estos meses? ¿Cómo está viviendo este tiempo de asueto después de muchos años sin poder parar?

Llevo 15 o 16 años seguidos entrenando, y de ellos 11 años en el Real Madrid. Un amigo serbio me decía que eso te tenía que dejar muerto, pero le respondí que no, que era mi trabajo. Echo de menos el entrenamiento diario, la competición, pero estoy bien. Veo partidos, jugadores, comparo equipos, cómo lo haría yo… Cosas que puedo hacer sin el estrés diario. Y me escapo a ver a los amigos y a la familia a Gasteiz, a Donostia…

Su madre vive en Gasteiz, usted pasó cuatro años en Donostia, viene a gusto a casa.

Mi mujer también es de Gasteiz. Hace unos meses me llamó Luis Mari Sautu, presidente de la Federación Vasca de Baloncesto, para venir a un congreso. Vine y aproveché para estar con los amigos. Disfruto del tiempo libre, me ha cambiado la rutina diaria. Madrugo bastante. Antes desayunaba un café e iba al entreno. Ahora desayuno tranquilo. Hago los recados, paseo, veo partidos u otros deportes: fútbol, balonmano, documentales…

Se han dicho y oído mil cosas de su salida del Real Madrid, no quiere hablar mucho del tema. ¿Qué piensa hoy, pasados unos meses?

No tiene mucho recorrido. Los entrenadores entran y salen, es como cuando un tenista cambia de entrenador. Ser entrenador tiene cosas buenas y malas. El Real Madrid decidió prescindir de mis servicios y lo tienes que aceptar. Se cierra una página y se abre otra. Quiero seguir entrenando porque me gusta. Dejar un equipo es un episodio que lo han vivido todos los entrenadores, pero eso no significa que dejes de ser entrenador. Dejar de jugar sí es más jodido, porque una vez que lo dejas, no vuelves. Entrenar, vas a poder seguir entrenando. Lo llevo dentro. Empecé a entrenar porque pensaba que tenía que devolver al baloncesto de alguna manera todo lo que me había dado. No sabía cómo y fue siendo entrenador. Quizás vuelva con niños, en algún equipo, pero volveré. No sé ni cuándo, ni dónde, ni con quién, pero volveré. Es mi vida.

Debutó con 16 años en el Baskonia, jugó once años en casa.

Súmale los años del San Viator, en Gasteiz. Me fui un año a Estados Unidos a estudiar. Volví y Xabier Añua me metió en el primer equipo del Baskonia con 16 años. Me dijo: «¡Tú a jugar!». Me acuerdo mucho de las bromas de aquellos años cuando hablo con él. Una vez me dijo: «¡No tires de tres que no llegas!». Su obligación era meterme caña para mejorar, pero tuvo el valor de ponerme a jugar.

Pablo Laso, en su época de jugador, defendiendo la camiseta del Tau Baskonia. (Monika DEL VALLE I FOKU)

¿Le gusta mirar hacia atrás? ¿Hacer una retrospectiva de su vida?

Me enorgullece que el baloncesto haya sido mi vida. Me siento un privilegiado, la verdad. Sacrifiqué muchas cosas por el baloncesto, pero no me arrepiento. El baloncesto me ha dado una familia, amigos, contactos, y la certeza de que voy a encontrar ayuda allá donde vaya si tuviera algún problema.

Ganó una Copa con el Baskonia, jugó varias finales de la Recopa contra el Olimpia Ljubljana. ¿Qué recuerda de aquella época?

Fue una transformación, fueron años muy especiales. Éramos un equipo de pueblo que luchaba por mantenerse en la categoría, y subimos varios escalones de la mano de Josean Kerejeta. Afición, jugadores, entrenadores, gestión… Todo se unió y nació el equipo que llevamos viendo en las últimas tres décadas.

Después fichó por el Real Madrid, probablemente el equipo al que más tirria se le tiene en Gasteiz. ¿Cómo se ha sentido las veces que ha vuelto a casa?

Lo llevo interiormente. Tengo amigos que quieren que gane el Baskonia, como es normal, pero también quieren que me vaya bien a mí. La primera vez que vine a Gasteiz veía a un aficionado que me estaba diciendo las de Dios desde la grada. A las tres semanas lo vi en Vitoria, en una cafetería, y me vino a saludar tan natural. Lo acepto, porque la gente quiere que gane su equipo. He sido un profesional. He ido al Buesa con el GBC y el Real Madrid de entrenador, y como jugador con el Real Madrid y el Cáceres, y quería ganar al Baskonia.

¿Ha tenido alguna vez opción de entrenar al Baskonia?

Nunca lo he pensado, y nunca ha habido opción. Es un club que ha tenido grandes entrenadores. Lo respeto al máximo.

¿Le gustaría?

Pues no lo sé. Primero, el Baskonia tiene que querer que yo entrene al equipo. Parece una tontería, pero por mucho que yo quiera entrenar al Baskonia, si no me llaman, no tengo ninguna opción.

¿Y si le llamaran?

Veríamos (sonríe). Pongo otro ejemplo. Imagínate que me llama 'Xubi' (José Luis Zubizarreta, director general del Iraurgi). Habría que llegar a un acuerdo, pero me tendrían que llamar. Más que preguntar si yo entrenaría al Baskonia o a Iraurgi, habría que preguntar a esos dos equipos si quieren que yo los entrene.

Estuvo cuatro años en Donostia entrenando al GBC, y fichó por el Real Madrid. Ya entonces se dijo que era un parche porque no pudieron fichar a Zelkjo Obradovic. ¿Qué hay de cierto en ello?

Hablamos del 2011, doce años ya… La prensa, los aficionados dicen: «Es que este ha venido porque no hemos podido fichar a este otro». Claro. Si no viene uno, viene otro. Siempre es así. Yo nunca me he sentido segundo plato de nada, porque sería menospreciar mi capacidad. Me considero primer plato. Si hubiera pensado que no tenía capacidad para entrenar al Real Madrid, no habría ido. Si me fichan a mí será por algo. Las circunstancias son las que son. Si fui segundo plato, primero o tercero, ni lo pienso.

(Gorka RUBIO I FOKU)

Desde fuera, su trayectoria en el Madrid se ha visto como muy complicada, pero se ganaba el crédito que supuestamente no tenía a base de conseguir títulos.

Cuando llegué tenía claro cómo debía funcionar el equipo. En Donostia tenía claro que a David Doblas había que ficharlo del Menorca porque era jugador gen del GBC. En el Real Madrid lo mismo. Debía recuperar una identidad, con unos jugadores determinados, y así lo hice.

Mil palos, de fuera y de dentro.

Eso siempre. Todos lo hacemos cuando vemos un partido en la tele, o en directo. ¿Quién no mete palos? Hay que asumirlos.

Con el Real Madrid ha logrado 22 títulos: dos Euroligas, con siete finales a cuatro y cinco finales; seis Ligas ACB; seis Copas; siete Supercopas y una Copa Intercontinental. Fue nombrado mejor entrenador europeo del año en 2015 y sumó 860 partidos dirigiendo al club. Son números impresionantes.

Son magníficos, sí, pero siempre pienso que podíamos haberlo hecho mejor. Se tiende a identificar las mejores temporadas en base a los títulos conseguidos, y para mí no debe ser así. Hubo temporadas no tan buenas a nivel de títulos, pero espectaculares a nivel de juego.

No hay ningún entrenador o jugador vasco o vasca con su palmarés, ni por asomo. Y hay nombres como Unai Emery, Mikel Arteta, Irene Paredes, Xabi Alonso, Ernesto Valverde, Juantxo Villarreal, Javier Ekisoain, Igor Astarloa, Abraham Olano, Miguel Indurain o Joane Somarriba.

Me siento muy orgulloso de estar en esa lista. Hablamos de deportistas o entrenadores que lo han ganado todo, me enorgullece estar en esa lista.

El baloncesto es una disciplina en la que los lugareños no destacamos por nuestra altura, pero la salud del basket vasco es buena: dos equipos en la ACB, otros dos en la LEB Oro, tres femeninos en Liga Endesa…

Algo estaremos haciendo bien. Cuántas veces nos dicen: «Es que no hay ningún jugador vasco en la élite». El deporte ha de transmitir muchas cosas más allá del resultado, de si hay más o menos jugadores vascos en la élite. Me ha pasado muchas veces, estar fuera de Euskadi y encontrarme a gente que es del Athletic, de la Real o el Alavés, o del Baskonia. Esto me llena mucho. Hay un sentido de identidad más allá de nuestras fronteras, y eso es muy bonito.

Los jugadores vascos a los que entrena en la selección de Euskadi dicen que es una gozada trabajar con usted: siempre atento, cercano, prestando ayuda desinteresada…

Bueno, ahora tengo un problema, porque le he dicho al presidente Sautu que me tiene que multiplicar el sueldo. Obviamente, lo conseguirá, porque multiplicar por cero es fácil, ¿no? [sonríe]. Vengo y trabajo con ellos muy muy a gusto. Jugué con Urko Otegi, con Javi Salgado… Conozco a muchos. Cuando empecé intenté saber dónde estábamos, para mejorar y que lo pasáramos bien. Es una gozada decir a los jugadores que vamos a entrenar a las 10, a las 12, a las 4 y a las 6, y nadie ponga ninguna pega. Que ellos hablen bien de mí me obliga a mí a hablar bien de ellos.

Pablo Laso con la selección vasca. (Aritz Loiola I FOKU)

La gente se identifica por el modelo de juego que ha implantado en el Real Madrid: juego vistoso, rápido, a muchos puntos.

Tengo una idea de juego, y esa idea es obligar a hacer muchas cosas bien. Todo está relacionado. Si quieres correr a campo abierto, tendrás que defender bien, tener la pelota. Si no defiendes no corres, y no metes puntos en contraataque. No hay un equipo que defienda bien y juegue a 100 puntos. Hay que hacer muchas cosas bien para tener un estilo definido. Un pase bueno es más importante que un tiro. En una jugada decisiva, para mí lo más importante es quién va a pasar, no el que se va a jugar el último tiro. Si pongo a sacar al que la puede perder, ese balón no va a llegar al tirador.

¿Cuál ha sido la clave para que su carrera haya sido tan exitosa en el Real Madrid?

Es sencillo, he tenido grandísimos jugadores. Cuanto mejores sean los jugadores, mejor entenderán las disposiciones técnico-tácticas. Mejorar a los jugadores ha sido una obsesión para mí, y en el Real Madrid he tenido la suerte de tener jugadores que han querido mejorar como jugadores, como personas.

Alguien dirá que es fácil conseguirlo en un equipo como el Real Madrid, con recursos casi ilimitados en tema fichajes.

Bueno, eso es lo sencillo. El dinero en el deporte no es matemática. Es muy importante, pero no es garantía de éxito. Si lo fuera, sería sencillo determinar quién va a ganar las competiciones. Hacer una lista con el presupuesto de los equipos, y el que más tiene, gana. Eso no pasa nunca porque entran en juego factores como el trabajo, el sacrificio, creer en lo que haces, la afición…

Se habla mucho de la brillante gestión de egos que realizó en el Real Madrid. ¿Fue clave?

Todo el mundo tiene ego. Yo también, tú, o el fotógrafo. Todos. Lo que hay que intentar es que todo el mundo sea capaz de poner ese ego al servicio del equipo.

¿Y cómo se consigue eso?

No es fácil. Al jugador que es tirador le voy a bloquear para que tire, pero el que tira, si le defienden tres, por muy bien que tire, ha de ser capaz de saber que por muy bien que tire hay un compañero solo para darle el balón. Eso a nivel táctico. A nivel personal, lo mismo. Felipe Reyes no puede tener las mismas inquietudes que Luka Doncic, y han jugado juntos. Reyes tiene casi 40 años, hijos, y una vida hecha, y Doncic es un chaval de 18 años. Tienen que convivir, y hay que hacérselo entender. Siempre digo que los humanos lo que menos somos es gilipollas. Cuando la gente ve que su ego puede ser válido por el bien del equipo, todo funciona mejor.

(Gorka RUBIO I FOKU)

Me gustaría saber cómo fue la vida diaria con una estrella como Luca Doncic, que pasó de niño a adulto con usted en el banco.

Vino con 13 años a Madrid. Vi un vídeo de él, pero no había mucho que ver. Se notaba que era especial, que físicamente podía ser muy dominante. Su IQ es magnífico (Intelligence Quotient en inglés, coeficiente intelectual en castellano), al punto de que cuando vas a corregirle algo, él ya lo ha visto. Es muy inteligente. Mucha gente decía que cuando fuera a la NBA se iba a enterar, y yo decía que se iban a enterar ellos, los de la NBA. Así ha sido. Su mejor capacidad es la adaptación. Se adapta a todo, es un jugador dominante. Es como el animal que nada, corre y vuela.

¿Son efectivas las broncas, los castigos, o es más de la táctica del palo y la zanahoria?

No soy muy de castigos, porque no son efectivos. Hubo un jugador de la NBA al que le pusieron 500 dólares de multa por llegar tarde a un entreno, y dijo: «Toma 5.000 dólares por los siguientes diez días que voy a venir tarde». El castigo puede hacerte entender una situación que no es buena para el equipo, pero no es definitivo. Creo en el convencimiento. A veces convencer debe pasar por el castigo, pero hago saber al jugador que llega tarde que no quiero sus 5.000 dólares, sino que venga puntual. El castigo es un medio para llegar al convencimiento.

Es un entrenador muy vehemente a ratos. Ahora que se ve todo, algunas de sus broncas, las llamadas «Lasinas», han sido muy comentadas. ¿Cómo las ve en frío?

Mis hijos se ríen cuando las ven, pero en casa les echo más broncas, soy peor en casa. No me arrepiento porque no finjo. Hay entrenadores que se preparan las ruedas de prensa. Yo no. Si en un tiempo muerto tengo que engañar, fingir, o no ser yo mismo, no entrenaría. Yo soy así. Es mi forma de ser, de ver el baloncesto, y de transmitirlo. A los medios de comunicación os gusta mostrar esos momentos tensos. Ha habido muchos tiempos muertos en los que animo a los jugadores y los felicito por su buen trabajo, pero eso no sale en las televisiones, porque se vende menos.

¿Cómo se lleva con los periodistas? Han sido años con cuatro o cinco ruedas de prensa semanales.

La prensa entiende que los entrenadores debemos estar disponibles siempre, y eso no puede ser. ¿Significa eso que trate mal a la prensa? No. Es una parte importante del negocio, los que te ayudan a vender el producto. Nunca pienso que la prensa esté contra mí. Afirmo con seguridad que no miento a la prensa. Me parece absurdo vender una película. Otra cosa diferente es contarte mi verdad, que la puedes comprar o no.

¿Cómo ha logrado mantener viva la llama de la competición, que los jugadores sigan queriendo ganar, después de ganarlo todo?

Uno no se cansa de ganar. Hay motivación personal, incluso económica. ¿Quién rechazaría una oferta económica mejor? Y luego está la motivación grupal, que yo le llamo oportunidad. Si tú y yo mañana jugamos un partido de padel, podemos ganar o perder, pero es una oportunidad para ganar. Intento transmitir esa sensación de que cada día es una oportunidad para mejorar.

En Miribilla con Laso como entrenador del Real Madrid. (Aritz Loiola I FOKU)

¿Cómo es Pablo Laso fuera de las canchas de basket?

Soy muy sencillo. Me gustaría hacer más deporte, pero no puedo porque me duele todo. Ando bastante, asfalto, monte, playa, lo que puedo. No me veo para correr. Me gusta mucho ver deportes: fútbol, tenis, balonmano, ciclismo… Y soy «serie-adicto».

Me han chivado que es un gran aficionado a Primoz Roglic. ¿Por qué?

Pues porque el deporte no es solo ganar. Roglic todavía no ha ganado ningún Tour, pero transmite cosas, es un ciclista especial, me hace sentir cosas especiales. Disfruto viéndole. De la última Vuelta a España solo me acuerdo de que se cayó después de poner la carrera patas arriba en una subidita. Ahí se terminó la Vuelta para mí.

¿Qué tipo de música le gusta?

Música española, el rock… El último concierto en que estuve fue el de Fito. Me gustaría ir a más conciertos en directo. Me gustan los grupos indie: Love of Lesbian, Viva Suecia… Música de mi época, Madness o Van Morrison, la música clásica…

La penúltima pregunta. Ya le he preguntado sobre entrenar al Baskonia. ¿Qué reto deportivo le atrae? ¿La NBA, quizás?

No pienso mucho en mi futuro, no me preocupa. Me gustaría ir a un equipo donde se me valore, donde pueda desarrollar mi baloncesto, pero no sé si eso va a ser en ACB, en Euroliga o en la NBA.

Y la última. ¿Qué titular le pondría a esta entrevista?

Pondría Pablo Laso, entrenador de baloncesto, y dos puntos. El resto en blanco. Si alguien quiere que la lea.