1977/2024 , 16 décembre

Artefaktua

La risa del loco que anduvo suelta en 'Egin'

El poeta, actor y escritor madrileño Leopoldo María Panero (1948-2014), exponente de la poesía transgresora, fue en su día columnista de 'Egin'. Con Artefaktua, recuperamos el texto que publicó el 16 de diciembre de 1996.

«Del humor y de la risa», columna que publicó Leopoldo María Panero en ‘Egin’ el 16 de diciembre de 1996.
«Del humor y de la risa», columna que publicó Leopoldo María Panero en ‘Egin’ el 16 de diciembre de 1996. (ARTEFAKTUA)

Nació en Madrid el 16 de junio de 1948. Su padre, Leopoldo Panero, era considerado como poeta oficial del franquismo, pero Leopoldo María no siguió sus pasos.

Este excéntrico, lúcido, caótico, eléctrico poeta no siguió los pasos de nadie, de hecho, pero sí lo persiguió la justicia para encarcelarlo por rojo, y fue él quien persiguió después al alcohol y a la heroína.

En 1970 lo ingresaron por primera vez en un hospital psiquiátrico y, desde entonces, vivió en varias etapas recluido en estos centros, entre ellos el de Arrasate, donde permaneció 10 años. Decía, según este texto publicado en NAIZ, que «disfrutaba» de un encierro impuesto a la fuerza por su madre, la escritora Felicidad Blanc.

Era mentira. Esos espacios, que lo privaban de su vida, que convertían a Kafka en un escritor realista, donde habitaban «muertos vivos», eran lugares de «Estado de No Derecho» para este escritor tachado de maldito y loco. Fue él quien dijo: «El loco yerra, pero no miente. Además, tiene la perniciosa manía de decir la verdad, y le darán la razón, pero no todos. La locura, en realidad, no existe».

El autor de 'Por el camino de Swan' (1968), 'Poemas del manicomio de Mondragón' (1987) o 'Heroína y otros poemas' (1992) fue también columnista de 'Egin', y un día como hoy de 1996, dejó que una carcajada escapara del psiquiátrico a la página 6 del periódico.

Recuperamos el texto completo de «Del humor y de la risa», una de las columnas que Panero escribió en 'Egin':

Del humor y de la risa

(Con mi agradecimiento fraternal a José María Gutiérrez Conde).

Leopoldo María PANERO

La risa en un acto subversivo. A esto es al menos a lo que llamaba Jacques Vaché l'umour, el humor sin h, ese humor del que Deleuze dijera que es un movimiento horizontal, al contrario de la ironía, que procede de arriba abajo, de las ideas a las cosas. La ironía es un movimiento moral (castigat mores ridendo), mientras que el humor es amoral y subversivo. Mal se considera que la risa, la risa del niño, por ejemplo, como la risa del loco, es un movimiento ingenuo y bienhechor: los gnomos ríen como Santa Claus. Ahora bien, como descubriera Oscar Kismaeth, la risa, que es uno de los pocos movimientos innatos que hay en el hombre además del llanto, es un recuerdo del fatal origen del hombre, esto es, del canibalismo; de ahí la risa del loco que no tiene nada de inocente, que es una pulsión destructiva y caníbal que por algo molesta.

También se ríe uno de un hombre que cae o cuando el sacerdote en el púlpito rompe por un lapsus (a todos nos huelen los pies) con su máscara de lenguaje.

Puede decirse que el humor lo inventaron los cínicos, tales como Diógenes o Crisipo, y sobre todo este último, que se dice que murió de risa, y que es autor de los sofismas de sus célebres silogismos risueños que aquí transcribo en dosis par: «Si dices algo, ese algo pasa por tu boca; luego, si dices carro, un carro pasa por tu boca»; y otro más chistoso: «Todo lo que no has perdido lo tienes; no has perdido los cuernos, luego los tienes». También existe un silogismo de Ionesco que tiene iguales o mejores efectos humorísticos y que reza como sigue: «Todos los gatos son mortales; Sócrates es mortal, luego Sócrates es un gato». Y he aquí que sobre los cuernos del rinoceronte pasea aún el canotier del lógico.

Nadie ríe cuando está solo, ni se ríe de la soledad por muy seria o trágica que esta sea, ni se ríe uno del amo, aunque debiera uno reírse de él, si es verdad que la risa es un efecto liberador, un efecto anarquista y libertario

Uno de los tradicionales efectos humorísticos es poner en cuestión las máscaras del lenguaje. Así, Woody Allen pone en cuestión, esto es, derride, el cine negro norteamericano en su película 'Toma el dinero y corre', mientras que Mel Brooks derride el cine de terror en su película 'El jovencito Frankestein': porque uno de los efectos cómicos más tradicionales ha sido y ha consistido en reírse de lo serio, como por ejemplo, reírse de un catedrático o reírse de Dios (son infinitos los chistes sobre Dios).

Nadie ríe cuando está solo, ni se ríe de la soledad por muy seria o trágica que esta sea, ni se ríe uno del amo, aunque debiera uno reírse de él, si es verdad que la risa es un efecto liberador, un efecto anarquista y libertario. También se ríe uno de los viejos, que son sencillamente repugnantes, pero no risibles. Es como en la novela de Gombrowic Ferdydurque, en la que pueden exhibirse las mayores obscenidades, tales como un colegial desnudo, pero cuando aparece un viejo todos callan porque este ni siquiera incita al grito.

Ahora bien, se ríe uno de la muerte, pero al parecer no de los que la esperan; y esto por cuando la risa es un movimiento infinito, que no sabe nada de agonías ni de finitudes; y para siempre, hasta encima de la tumba, oiremos el claquear de las mandíbulas.