Yoshitomo Nara y sus «niños cabezones» invaden el museo Guggenheim

Date

28.06.24 - 03.11.24

Lieu

Bizkaia - Bilbo

Nara, junto a una de sus obras.
Nara, junto a una de sus obras. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

La imágenes de niños «de gran cabeza y ojos saltones» que caracterizan la obra del japonés Yoshitomo Nara permanecerán en el museo Guggenheim de Bilbo hasta el 3 de noviembre. Esta muestra, comisariada por Lucía Agirre y organizada por el Guggenheim en colaboración con el Museum Frieder Burda, de Baden-Baden, y la Hayward Gallery, de Londres, ha sido «concebida expresamente para el espacio del Guggenheim Bilbao» y es la primera «gran exposición individual» del artista que se celebra en «un destacado» museo europeo, según expresaron en la presentación de la muestra, en la que también participó el propio Nara. El japonés es uno de los artistas vivos más cotizados en la actualidad y, en la presentación, aseguró que no sabe explicar por qué dibuja esos niños de gran cabeza, ojos grandes y actitudes a veces desafiantes –sus obras más reconocidas–. «Si pudiera expresarlo con palabras dejaría de pintar ya mismo», remarcó.

«Cada vez que me preguntan al respecto podría dar una respuesta al uso, como que enlaza con mi cultura japonesa, pero no saldría del fondo de mi corazón. No sé expresarme con palabras, por eso me expreso a través de mis obras», argumentó.

Con un total de cerca de 130 obras organizadas por temas o según la técnica empleada, la muestra –abierta hasta el próximo 3 de noviembre– incluye pinturas, esculturas e instalaciones creadas en las últimas cuatro décadas de su trayectoria profesional (1984-2024).

«Pensé que era mentira»

Tras afirmar que al recibir hace tres años la oferta de exponer en el Guggenheim pensó que «era mentira» porque para él es «un sueño hecho realidad», Nara afirmó desconocer por qué existe una gran mercadotecnia sobre su obra.

«En 1980-90, mi obra se consideraba rara, pero a partir de los 2000 se ha hecho muy popular entre los jóvenes, a lo mejor por una influencia visual, más que de contenido, y está bien», opinó. Añadió, sin embargo, que «bajo esa superficie hay capas muy importantes: manga, anime, influencia japonesa, recuerdos de mi infancia... y el proceso que ha llevado todo eso al terreno visual».

«Yo nací en un pueblo pequeño en el extremo norte de Japón, de ambiente familiar y sin grandes focos culturales; me apunté a la Escuela de Arte porque me gustaba dibujar y pintar, pero principalmente porque quería experimentar la vida estudiantil... me gustaría que en mis obras me vieran a mí mismo, sin tener que encajar en fenómenos sociales», explicó.

Tras vivir en su juventud, de 1987 a 2000, en Alemania, Nara decidió regresar a Japón y, según reconoció, sigue ligado a su pueblo sin saber explicar el por qué.

«Yo no he cambiado nada; igual han cambiado los ingresos de mi cuenta corriente o las exposiciones que me ofrecen... y tengo miedo de que eso me haga cambiar. Mi época más feliz fue cuando era un estudiante en Alemania y pintaba 120 obras al año... ahora pinto dos», remarcó. Según mantuvo, «esas experiencias que viví no se pueden comprar con dinero; aquella época era un tesoro al que me gustaría volver... a mí no me gusta viajar en Rolls-Royce, ni ese tipo de pretensiones».

El artista nipón también aseguró que le han ofrecido colaborar con grandes marcas de moda y ha rechazado todas las propuestas «menos una, porque no utiliza la moda como negocio y tiene una visión sostenible, además de que existe un trato de amistad».

Único, sin clasificaciones

La comisaria de la muestra, Lucía Agirre, destacó, por su parte, que Nara es un artista «único, que se sale de las clasificaciones» y que «como gran figura del siglo XX, se merece una gran exposición». «Nara ha colaborado en todo momento, y el montaje es suyo íntegramente. Ha distribuido su obra casi como una partitura musical y los espacios del museo se han adaptado a ella», expuso.

Agirre destacó de Nara que «transmite la esencia humana, la necesidad de crear una sociedad mejor». Los responsables de la muestra destacaron también que se trata de «uno de los artistas más célebres de su generación», y sus «imponentes imágenes de niños de gran cabeza y ojos grandes», que en alguno momentos resultan «amenazadores, desafiantes, insolentes, pero también melancólicos e inseguros», son «ampliamente reconocidas».

Los personajes de Nara, sus figuras y animales, son «un reflejo de él mismo», al igual que los «recuerdos de infancia, experiencias vitales, conocimiento de la música, el arte y la sociedad» que, tanto en Japón como en el extranjero, «constituyen la fuente de su creatividad».

Los temas que se repiten en su obra, «incluyendo la casa de tejado rojo, los brotes, el charco, la caja, el barco azul y el bosque», revelan «la continuidad de pensamiento que ha mantenido a lo largo de toda su carrera» y «ponen de relieve su evolución estilística».

La exposición se puede visitar de martes a domingo, de 10.00 a 19.00 h. Entradas disponibles online y en taquilla.

Emplacement

Museo Guggenheim de Bilbo
Abandoibarra Etorb., 2
Bilbo. Bizkaia