Andoni Lubaki

Fábrica de armas del Daesh (II)

«No sólo construyen armas. También los reciclan» me explica Suyyar. «Aprovechan cualquier cosa que pueda explotar y hacer daño a nosotros, su enemigo, los infieles que adoramos a Satanás», ríe el comandante.

En un sótano de la parte cristiana del barrio rico del este de Mosul aparecen decenas de casquillos de artillería listos para rellenarse otra vez. «Los llenan con pólvora. Ellos saben cómo hacerlo. Hay mucho oficial de Sadam Hussein en el Daesh con mucha experiencia en la guerra contra nuestros hermanos iraníes». Los casquillos son de fabricación rusa y según dicen ya fueron utilizados hace unos meses ya que desde que empezó el ataque al centro de la ciudad dejaron de utilizar este calibre. «Posiblemente les faltara alguna pieza para terminarlos y los estaban almacenando aquí mientras los conseguían. Allí hay pólvora como para rellenar todos estos casquillos. Suerte que no los han utilizado porque tienen mucho alcance y pueden llegar a pueblos donde los civiles están volviendo», explica Suyyar.

Marcan el punto exacto de la casa en una tablet y lo mandan a Baghdad para que hagan inventario. «La visita continúa en el jardín señores», bromea el comandante.