Andoni Lubaki

Husain sonríe sin parar

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Husain sonrie

Imaginaos por un momento lo que tiene que ser abandonar todo lo que has podido ganar en la vida, aunque haya sido poco y comenzar un viaje de no retorno. “Como volver a nacer” dice Bewar el refugiado kurdo que vive en Bulgaria y que me acompaña al campo de refugiados de Sofía. En este campo de refugiados conviven varias nacionalidades y las autoridades recelan de los que hacen demasiadas preguntas, “sólo ciertas ONGs tienen acceso al interior” me avisan.

 

En una cafetería cercana al campo de Ovcha Kupel, Husain Wafa apura un café mientras comienza a nevar copiosamente. Sonríe y ofrece un cigarro del paquete que está encima de la mesa. Husain es afgano, de la tribu pastún (la mayoritaria en el país) y fue militar contra los talibán. Nadie alrededor habla afgano y su inglés o árabe no da para nada más que saludos o frases de cortesía. Bewar hace de “intérprete” y comenta lo que ha oído dentro del campo de la boca de otros afganos que sí sabían inglés y que hace ya unos meses que se marcharon a otro país. Desde entonces me comenta Bewar (mi mano derecha en Sofía) “es el único afgano que hay en este sitio”. Husain sonríe de nuevo, no sé si ha llegado a entender lo que me ha dicho, pero vuelve a sonreír y vuelve a ofrecer un cigarro.

 

Según han podido saber, Husain era militar desminador. Uno de los trabajos más peligrosos de afganistán y por consiguiente del mundo. Su día a día consistía en detectar las minas trampa colocadas tanto en lugares de cultivo contra civiles que pasaran por allí como los temidos IED que han causado cientos de bajas en las tropas invasoras americanas.

 

“Uno de esas minas, era una mina trampa. Le explotó en la cara pero no murió. Perdió las dos manos y la mitad del rostro. Ahora sólo tiene un ojo” me dice Bewar consternado. Husain vuelve a sonreír, enciende un mechero con el muñón con una habilidad sorprendente y fuma sin apartar el cigarro de la boca. Nieva cada vez más y un copo apaga el cigarro del ex-militar afgano. Lo vuelve a encender con la misma habilidad que anteriormente. Sonríe y termina el café para después volver a sonreír.