ARTE Y ESTADO EN LA ANTIGUA YUGOSLAVIA
Entrevista a Bojana Pejic > Noviembre 2013
By Gudari Kings (*) Komando Anonimoak
Bojana frente al monumento a Mosa Pijade en Belgrado, 2008. Foto: Goranka Matic
1- Gudari Kings ^ Tu tesis doctoral aborda el cuerpo comunista, concretamente trata de la representación y la especialización del poder en la República Federal Socialista de Yugoslavia, de 1945 a 1991. ¿De qué hipótesis partes, cuáles son las conclusiones más reveladoras a las que has llegado con tu investigación?
Bojana Pejic ^ Mi tesis, que defendí en 2005, trata sobre algo que he odiado durante toda mi vida; los monumentos públicos. Como crítica de arte escribía sobre arte conceptual, video y performance y “el arte al servicio del estado” era algo que no me interesaba en absoluto. Este paisaje de monumentos conmemorativos no me interesaba personalmente, pero sí las obras que eran realizadas por artistas contemporáneos. Las razones por las que la escribí eran tanto emocionales como profesionales. Empecé a escribirla en 2000, cuando “mi” Yugoslavia comenzó a desmembrarse debido a una serie de guerras brutales (desde 1991 hasta 1999), que dieron paso al nacimiento de nuevos estados independientes. Para mí escribir sobre el pasado socialista de Yugoslavia supuso pasar mi propio duelo – decir adiós al país donde yo había nacido, y al mismo tiempo repasar mi relación con mi propio pasado. Mi objetivo era comprobar qué tipo de regímenes visuales nos acompañaron desde 1945 hasta 1991.
Durante la década de los 90, esto es durante la guerra, todo lo relacionado con el socialismo en Yugoslavia era rechazado por los nacionalistas de toda clase, incluso criminalizado. El argumento más firme era que un estado socialista era una especie de “prisión para la nación”. Históricamente, cuando tiene lugar un cambio de régimen, la primera reacción es la negación de la situación anterior. Y eliminar o destruir sus monumentos públicos! Ciertamente, el régimen anterior ha de pasar por una revisión crítica y mi tesis es un intento de proponer una crítica al sistema socialista que no había enraizado en el ideario nacionalista (serbio, croata, esloveno, bosnio o kosovar).
Lo que más me interesaba era investigar en el pasado socialista a la vez que enriquecerlo con teorías feministas y de género. Esto me ayudó a comprobar lo tradicional y realmente patriarcal que era el socialismo en Yugoslavia, que gustaba de autodefinirse como “progresista” y “moderno”. Y realmente lo era en muchos aspectos, si comparamos Yugoslavia con los países pertenecientes al Pacto de Varsovia. Los yugoslavos podían viajar al extranjero libremente, se aceptaba el arte abstracto y contemporáneo como la ideología artística oficial del estado; incluso artistas conceptuales yugoslavos expusieron en la Bienal de Venecia de 1970. Al igual que otros países socialistas, la igualdad de género estaba garantizada por la ley. Sin embargo, los patrones patriarcales estaban muy intrincados y eran difíciles de desarraigar.
Investigué el aspecto de género, o mejor dicho relaciones de poder de género, en los monumentos que glorificaban la victoria de los partisanos yugoslavos y conmemoraban a las víctimas del fascismo durantela Segunda GuerraMundial. Los monumentos públicos siempre se consideran como los hijastros de la historia del arte ya que están relacionados muy de cerca con el gobierno de turno; un viejo mito de la historia del arte sostiene que los monumentos públicos son una construcción “ideológica” y como tales evitan que el artista exprese su individualidad y subjetividad.
Las historiadoras del arte feministas contradicen este mito aunque, por ejemplo, las teóricas feministas Anglo-Sajonas que tratan este tema son muy escasas. Por el contrario tenemos a las historiadoras del arte alemanas, de las cuales he aprendido mucho, especialmente sobre la representación del cuerpo femenino (como Marianne en Francia o Germania en Alemania)
Aun así, todavía hoy no existe una publicación que ofrezca una lectura feminista de los monumentos públicos. Investigué cómo después de 1945, la ideología comunista en Yugoslavia se extendió dentro de los límites del estado yugoslavo a través de las representaciones visuales; el retrato del presidente yugoslavo Tito, estatuas conmemorativas de la Segunda Guerra Mundial, sellos de correos, medallas de guerra, fotografías de prensa, desfiles masivos, filmografías y en la década de los 70, performances artísticas llevadas a cabo en espacios públicos.
*gudarikings komando anonimoak frente a la estatua de Sabino Arana en Bilbo, noviembre 2013
2- Mencionaste algo así como que el nacionalismo es un espectro que está invadiendo Europa, ¿conoces la lucha (y el deseo que la impulsa) que las feministas vascas, nacionalistas y socialistas están llevando a cabo?
Pronuncié esta frase en un contexto particular. Fue durante la segunda edición del seminario “Perspectivas Feministas en las Producciones Artísitcas y las Teorías del Arte”, donde fui invitada por Xabier Arakistain, crítico y comisario de arte y Lourdes Méndez, catedrática de antropología del arte, para hablar de la exposición “Gender Check – Femininity and Masculinity in the Art of Eastern Europe” (Control de Género, Feminidad y Masculinidad en el arte de Europa del Este) que tuvo lugar en Vienna y Varsovia entre 2009 y2010, de la cual fui comisaria.
La última parte de la exposición titulada “Crítica nacionalista y (feminista)” mostraba obras de artistas, tanto de mujeres como hombres, que se aproximan de una manera crítica a las ideologías nacionalistas en sus países de origen. Como sabéis, justo después de la caída del muro de Berlin en 1989, la Europa del Este post comunista, vio la refundación de un gran número de de nuevos estados, algunos de los cuales lograron su independencia por primera vez en la historia.
El último fue Kosovo, que proclamó su independencia en 2008. Al contrario que la mayoría de estados post yugoslavos que se constituyeron mediante un conflicto armado (excepto Macedonia), algunos otros estados comola República Checay Eslovaquia, lograron separarse de manera pacífica. El cambio al nacionalismo fue muy fuerte en los 90 y algunas feministas vimos cómo “nosotras” en Europa del Este saltamos de un estado socialista a uno nacionalista.
Hoy, unos 20 años después, en la era de la globalización el nacionalismo ha cobrado más fuerza. Esto no está ocurriendo sólo en Europa del Este, si no en todo el mundo. Hay una importante antología publicada en Prishtina (Kosovo) “Contemporary Art and Nationalism” (2007) (Arte contemporáneo y Nacionalismo 2007) que demuestra que las políticas culturales nacionalistas en Dinamarca, Estonia o Finlandia son tan fuertes como en los países de los Balcanes tras la guerra.
Por supuesto, aquí la clave es cómo definir el concepto de ciudadanía en un estado democrático. Incluso cuando legalmente se garantizan los derechos de todas las “minorías” étnicas y sexuales, el discurso público en estos países se practica a través de expresiones de xenofobia y homofobia, que implican que diariamente se dirijan ataques racistas por ejemplo hacia la población Gitana (Romaní) como una “minoría indígena” en los estados de Europa del Este y sobre “minorías inmigrantes” en Europa Occidental. Eso es lo que definí como el “espectro del nacionalismo”. La verdadera amenaza aquí significa obviar el hecho de que cada uno de estos estados no tenga un paisaje cultural propio (dominante y dominado) y que en su lugar tenga que admitir que el término “paisaje cultural” tiene que usarse en plural. En otras palabras, a los jefes de estado les gustaría que las fronteras se parecieran a un cuadro de Mondrian. Sin embargo, los mapas en toda Europa se parecen más a un cuadro de Jackson Pollock.
Debo decir que antes de venir a Bilbao tenía una idea general de la posición (y la lucha) del Euskal Herria en el estado español. Y tengo que decir que sólo había encontrado el concepto de “feminismo nacionalista” en la literatura post colonial donde sus posibilidades teóricas, así como prácticas, eran tenidas muy en cuenta y en términos muy positivos. Sin embargo desconocía que este término se usara en el contexto político vasco. Supongo que tendré que aprender más sobre ello.
Durante y después de la guerra en los Balcanes se produjeron muchos debates entre feministas croatas y bosnias musulmanas sobre la violación a las mujeres durante la guerra. Mientras que las organizaciones feministas bosnias insistían en que la mayoría de las mujeres que fueron víctimas de violaciones eran musulmanas, las feministas croatas sostenían que la violación de cualquier mujer (sin importar su origen étnico o nacionalidad) era un crimen contra la humanidad. Creo que el posicionamiento bosnio-musulmán podría describirse como “feminismo nacionalista”; por otro lado la posición croata, asumida de manera notable por la socióloga de Zagreb Vesna Kesic, se podría considerar simplemente feminista ya que revela que la guerra y la nación que emerge son proyectos masculinistas. Como dijo Cyntia Enloe; “los nacionalismos han brotado de la memoria masculinizada, humillación masculinizada y esperanza masculinizada (de Bananas, Beaches and Bases: Making Feminist Sense of International Politics, 1989).
3- Dado que la vida es potencialmente creadora más que burocrática, ¿crees que el arte (y especialmente el arte feminista) se debiera situar por encima de cualquier Estado? Nos referimos a la idea propiamente nietzscheana, en la que el arte es la instancia por excelencia donde la vida se autoafirma.
Bueno, no todo el mundo es un artista, lo que no quiere decir que quienes no sean artistas no puedan tener una vida afirmativa. El arte feminista para mí es un arte crítico. Como hemos aprendido en estos últimos 20 años, más o menos, no hay un “arte universal” así como, en palabras de Judith Butler, no hay un patriarcado universal.
Una mujer artista que realiza arte feminista puede hacer lo que quiera: puede producir obras de arte más íntimas investigando su propia sexualidad y de esta manera retar a la moral pública; puede también producir piezas más políticas que tengan más que ver con asuntos sociales como la falta de vivienda, el desempleo o la globalización por ejemplo; o puede dirigirse hacia el rol de la maternidad viéndose favorecida en cualquier nación del mundo. También puede proveernos de una dura crítica hacia el nacionalismo. ¿Por qué? Ann McClintock escribe; “Demasiado a menudo en los nacionalismos masculinos, la diferencia de género entre hombres y mujeres sirve para definir simbólicamente los límites de la diferencia nacional y el poder entre hombres” (de Imperial Leather, 1995)
Por otro lado, no deberíamos obviar el impacto del capital: nuestra mujer artista está al mismo tiempo “por encima” del estado ya que su obra circula en el mercado del arte, que esta globalizado hoy en día.
4- ¿Crees que el arte contribuye a la constitución de mundo? Si es así, ¿qué medios utilizarías para ello, con qué fines?
Con la edad que tengo ya he aprendido que el arte no puede cambiar el mundo. Pero puede hacer algo importante. Mi mejor amiga, la artista feminista croata Sanja Ivekovic dice; “El arte no está para dar respuestas, si no para plantear cuestiones.”
Efectivamente, hoy como muchas veces en la historia, los artistas plantean cuestiones relevantes; sobre la construcción de la memoria colectiva así como sobre la producción de la amnesia colectiva, sobre el fascismo (antes y ahora), sobre la intolerancia, sobre el militarismo, sobre relaciones de género, sobre constelaciones patriarcales, sobre el significado de la ciudadanía, sobre la situación de las minorías étnicas, y también sobre la discrepancia entre la ley y la “vida real” que significa, entre otras cosas, cuestionarse la esfera pública que (a pesar de las leyes establecidas por el estado) esta tristemente en contra de las “minorías extrajeras” entre “nosotras” y también en contra de nuestros hijos gays e hijas lesbianas, quienes eligen establecer un modelo de vida familiar que esta evitando el modelo heteronormativo.
Con todo esto no quiero decir que los artistas tienen que ser necesariamente artistas políticos o críticos. No quiere decir que todas las mujeres artistas tengan que ser artistas feministas. Es solo que como historiadora del arte y comisaria me interesan esos artistas, hombre y mujeres, que me hacen abrir los ojos a cuestiones sociales a las que no había prestado atención. Otras historiadoras o comisarias de arte estarán interesadas en otros aspectos.
*gudarikings komando anonimoak frente a la estatua de Sabino Arana en Bilbo, noviembre 2013
5- El movimiento feminista es uno de los pocos grupos que no ha hecho uso de la violencia armada para alcanzar sus reivindicaciones, ¿a qué crees que se debe esto?
Es una pregunta interesante, no me lo había planteado antes. Históricamente, las sufragistas y las mujeres militantes de partidos socialistas estaban en contra del militarismo, del armamento del estado y las guerras incluso antes de lograr el derecho al voto.
La cuestión no es la de la “naturaleza” de la mujer y su deseo de “proteger la vida” ya que ha habido muchas mujeres que fueron soldados en la I Guerra Mundial, en la Guerra Civil española, mujeres partisanas en la II Guerra Mundial o por no hablar de las mujeres soldado sirviendo en Afganistan. También ha habido mujeres que han participado en formaciones militares en las recientes guerras en Yugoslavia (en el bando croata, serbio o bosnio-musulmán).
Podemos volver a la pregunta del nacionalismo feminista: ¿podríamos llamar feministas a estas mujeres soldado, que han luchado, en una “guerra justa”, por defender sus países atacados por invasores extranjeros? No estoy segura, las feministas norteamericanas critican el actual imperialismo de los EEUU y su estrategia de bombardear “en pro de la democracia”
6- A pesar de los intentos truncados, de las decepciones y traiciones; a pesar de los errores cometidos, ¿desearías formar parte de un Estado socialista, feminista, y por qué no queer?
Me da la sensación de que el tema del Estado es algo que te obsesiona. ¡Debes ser vasca! JA JA. Ahora en serio, fuera de bromas. Entiendo el deseo de crear un estado independiente que compartís en Euskal Herria. Y entiendo que la existencia de ese “feminismo nacionalista” forma parte de ese deseo. Sin embargo, me encantaría descubrir una artista vasca (hombre o mujer) que inspeccionara ese “otro lado” del nacionalismo, que puede resultar (o no) en un estado propio.
No, la verdad que no me imagino involucrada en un proyecto de creación de un estado de cualquier tipo, socialista, feminista, queer…. Creo que tanto el movimiento queer y el feminista o incluso movimientos antiglobalización son (o deberían ser) movimientos políticos no violentos cuyo objetivo sea corregir las políticas llevadas a cabo por los estados. El Estado no es una estructura estática e inmutable; a veces va hacia la derecha, otras veces hacia la izquierda. En cualquier caso un estado debe estar expuesto a ser cuestionado. Pero el feminismo y las prácticas queer tampoco son fuerzas “universales”. En momentos y en lugares diferentes, la gente decide cómo cuestionar todas las paradojas de la vida democrática.
Por lo que respecta al Estado, déjame que ponga un ejemplo. En 1997 en Berlin, un grupo de ciudadanos post-yugoslavos y alemanes (sociólogos, terapeutas, cineastas, artistas visuales y escritores Romaníes (gitanos)) iniciaron un proyecto llamado “Duldung – zum Leben der Roma in Berlin” (La vida Gitana en Berlin), que incluía una investigación de las familias gitanas provenientes de territorios de la extinta Yugoslavia que ahora viven en Berlin como refugiados. “Dudlung” es el nombre de una ley alemana hecha expresamente para refugiados de guerra. El proyecto dio como resultado una exposición con entrevistas al pueblo Gitano, documentales y fotografías de su vida en Berlin. Preguntado por un sociólogo por qué el pueblo Gitano no tenían su propio estado, un señor gitano respondió: “Si el estado fuera bueno, lo tendríamos”
*gudarikings
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