La decisión de Fernando Llorente tal y como señaló Urrutia supone «un golpe a la línea de flotación del Athletic». Un futbolista que ha permanecido durante 17 años de rojiblanco y al que la entidad de Ibaigane le ha dado absolutamente todo -desde una magnífica formación deportiva hasta una enorme paciencia para aguardar su eclosión en la élite- rechaza la opción de ser la punta de lanza del proyecto del Athletic.
Llorente no ha aceptado un contrato que le situaba como el cuarto delantero mejor pagado de la Liga para presuntamente aspirar a cotas más altas. Es legítimo que el jugador quiera disputar competiciones como la Champions. Sin embargo, da la impresión de no haber entendido su papel en y para el Athletic. Llorente ha elegido la vía más cómoda, la línea recta, la menos ambiciosa. Sí, porque al contrario de lo que pueda parecer, el todavía nueve rojiblanco ha optado por ser un complemento de otros equipos en los que puede pasar por ser un buen jugador más u otro fiasco.
Su decisión de no liderar el proyecto del Athletic denota vértigo. Llorente tenía la oportunidad, magnífica y puntualmente remunerada, de guiar al Athletic a jugar esas competiciones que desea disputar por el camino más sencillo. Se baja del barco porque no quiere ser el capitán. Su opción ha sido la de disfrutar de títulos, como ha hecho en la selección española, pero está por ver que nadie le ofrezca el estatus deportivo y económico que tiene en Bilbo. De hecho, hay elementos que contradicen su apuesta: Llorente ha disputado cuatro finales con el Athletic en los últimos cuatro años y en ninguna ha dado el nivel del jugador franquicia. Y Del Bosque le ha otorgado un rol residual en las grandes competiciones.
El club ha tomado una decisión acertada al no negociar por el jugador. Es cierto que puede perder de 12 a 18 millones, pero también se ahorra otros 18 al no renovar. El Athletic tiene que actuar con visión de futuro, marcar pautas de actuación para futuros casos y evitar tanto una desorbitada espiral de subida y crecimiento de fichas, así como depender de caprichos puntuales que deseen forzar al club a una marcha antes del vencimiento del contrato. El club ha vendido cuando lo ha necesitado como en los casos de Garay, Alexanko, Alkorta o Del Horno y únicamente Zubi y Lizarazu han logrado triunfar plenamente fuera de Bilbo. La salida de Llorente, en cambio, le sitúa como un gran jugador que no supo o no quiso valorar lo mucho que vale la fidelidad en la utopía futbolística del Athletic.
Un club que deberá realizar una autocrítica y cambios a la hora de trabajar en su política de fidelización, adhesión y captación para evitar que estos casos se repitan en el futuro. En cualquier caso, el magnífico juego del Athletic y el valor añadido de su política deportiva hacen que miles de niños sueñen cada noche con ser durante al menos un minuto el nueve del Athletic. Y seguro que con Bielsa en el banquillo y una plantilla muy potente con o sin Llorente, el Athletic seguirá peleando esta temporada por estar entre los mejores. Ya lo dijo Ernesto Valverde, «nosotros tenemos una ventaja sobre el resto, somos el Athletic».
Beñat Zarrabeitia
* Artículo publicado en la edición de papel GARA el 15 de agosto de 2012