Beñat Zarrabeitia
Transcurrido un tercio de Liga, el Athletic ocupa un puesto que se le presupone acorde a su nivel. Sin embargo, las sensaciones que proyecta el equipo no parecen terminar de convencer a buena parte de los aficionados. Y es que la falta de regularidad, especialmente fuera de casa, y la ausencia de un once y estilo reconocible son los dos elementos que generan mayor desconcierto.
La mente humana tiende a ser selectiva al hacer memoria. Por ello, en el imaginario colectivo se recuerda al equipo de la primera etapa de Valverde como un conjunto con más chispa, pegada y protagonismo que el actual. Aunque no siempre fuese así y cabe recordar que este curso también ha habido ya varias remontadas. Asimismo, se entiende que el principal legado de Bielsa ha sido que el tiempo de las excusas, autocomplacencia o justificaciones pasó al olvido.
Es pronto para hacer grandes lecturas, los resultados son buenos en general, pero sí que se atisba cierta inquietud. Es lógico, el nivel de exigencia ha subido notablemente y es evidente que sin dicha condición el Athletic se aproxima más a la vulgaridad que a la brillantez.
Después de la derrota en Madrid, inoperantes ante un Atlético infinitamente más intenso y voraz, Gurpegi y San José han hablado de la necesidad de realizar `autocrítica'. Y eso es precisamente lo que se espera, que dicha reflexión interna se plasme en positivo en los próximos choques.
Valverde y la llegada de nuevos futbolistas han conseguido equilibrar un vestuario que para nada fue ajeno a la convulsión de la temporada pasada. Y donde de puertas para dentro siguen conviviendo relatos diversos de lo ocurrido. Cada cual ha sacado sus conclusiones, pero el inicio de curso ha reafirmado el hecho de que los futbolistas más importantes del equipo ya estaban en la plantilla. Siendo algunos de ellos quienes han dado un paso al frente en su peso en el equipo, los Iturraspe, Ibai, Susaeta, De Marcos o Laporte.
La temporada pasada se le fue de las manos a todos los estamentos del club y la presente ha comenzado sin el enorme peso de una carga ambiental negativa. Un elemento que no debe hacer olvidar que la herencia más destacada es la convicción de que el Athletic debe y puede competir -el resultado es otra cosa y dependerá mucho de lo anterior- contra cualquiera en igualdad de condiciones sobre el césped.
Nadie obvia que existen equipos superiores, con más dinero y mejores futbolistas, es simplemente una cuestión de identidad. Con los jugadores, cuerpo técnico y entorno que tiene el club -la prestigiosa revista francesa ``So Foot'' sitúa a la afición del Athletic como la séptima mejor del mundo en su última edición- son muchas las posibilidades de estar en Europa, pero ahora la exigencia pasa por lograr los objetivos mediante un estilo propio y reconocible. De momento, tanto la confianza como la exigencia para alcanzarlas son máximas y siguen intactas. No es mala señal.
Fotos: Getty Images
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