Para unos, era la «Conciencia de Rusia», por su implacable denuncia de los excesos cometidos por el régimen estalinista; para otros, como el escritor ex disidente Vladimir Voinovichun, un autor excesivamente mitificado. El caso es que el escritor ruso Alexander Solzhenitsin, que falleció en la noche del domingo al lunes a la edad de 89 años, será recordado por su obra más famosa, «Archipiélago GULAG», que, más que un libro, es un manifiesto anticomunista. Patriota habitado por una fuerza profética y una determinación comparables a las de un Dostoievski, convencido de ser un elegido del destino, que le permitió superar un cáncer, el escritor de luenga barba que le asemejaba a los grandes intelectuales del siglo XIX consagró su vida a luchar contra el comunismo. Por criticar las competencias bélicas de Stalin en una carta a un amigo, fue condenado a ocho años de campo en 1945. Con sus experiencias escribió un gran fresco histórico-literario sobre la terrible experiencia de los campos de concentracion sovieticos, que suscitó un gran eco en todo mundo. Galardonado con el Nobel de Literatura en 1970, resultaba incómodo para el Kremlin, quien lo expulsó a Occidente. Residió primero en Suiza y luego se estableció en EEUU. Occidente descubrió entonces que el hombre que hizo temblar a Moscú es un conservador ortodoxo y eslavófilo, crítico acervo de la sociedad de consumo. En 1994, vivió un regreso triunfal a la nueva Rusia, pero también ahí le costaba encontrar su sitio en la nueva realidad poscomunista, por mucho que expresase puntos de vista cómodos, como cuando aprobaba la intervención del Ejército en Chechenia.