El que fuera posiblemente el instrumentista hindú más reconocido mundialmente, Ravi Shankar, fallecía el miércoles, justo un mes antes de que cumpliera 92 años. Era el padre de la cantante estadounidense Norah Jones y de la sitarista Anoushka Shankar.
El veterano creador seguía en activo hasta hace bien poco, tal como se podía comprobar en su sitio web, que ayer por la tarde todavía anunciaba un concierto para el próximo día 25 en Long Beach, California.
El carismático artista, que gracias a su relación con los Beatles se dio a conocer entre los jóvenes, era el embajador musical más estimado de India. Realizó un pionero trabajo acercando la música india al Oeste, pero antes dedicó largos años al estudio bajo la tutela de su maestro Baba Allaudin Khan. Adelantado siempre a su tiempo, Shankar escribió tres conciertos para el sitar y la orquesta, el último en 2008. Creó, además, composiciones de violín-sitar para Yehudi Menuhin y él mismo, para el virtuoso de la flauta Jean Pierre Rampal, Hosan Yamamoto, Musumi Miyashita... Colaboró con Phillip Glass, y George Harrison le produjo dos álbumes, «La Familia Shankar y Amigos» y «El Festival de India». Shankar también compuso para ballets clásicos y películas en India, Canadá, Europa y EEUU. Hacia la mitad de los años 60 dio tres conciertos memorables: el festival de pop de Monterey, el concierto para Bangladesh, y el festival The Woodstock.
Miembro de honor de la Academia Americana de las Artes y las Letras, recibió muchos premios y honores de su propio país y de todo el mundo, incluyendo catorce doctorados, el Bharat Ratna, el Padma Vibhushan, Desikottam, Padma Bhushan de 1967, el premio de Unesco 1975, de Magsaysay de Manila...
En 1986 fue nombrado miembro del Rajya Sabha, la casa superior del Parlamento indio. Profundamente conmovido por la grave situación de los ocho millones de refugiados que vinieron a India durante la lucha por la libertad de Bangladesh, quiso ayudar como pudo. Planificó un concierto para recaudar dinero. Con la ayuda de George Harrison, preparó el terreno para hacer más conciertos solidarios.
Tal como le definió su colega George Harrison, fue «el padrino de la música mundial».