NAIZ (Argazkiak: Jim WATSONL /AFP)
Imagen del cementerio, con las siluetas de los pecios.
Imagen del cementerio, con las siluetas de los pecios.
Jim WATSON (AFP)

La «flota fantasma» del Potomac: el mayor cementerio naval

Mallows Bay, en Maryland, acoge uno de los mayores cementerios navales del mundo. Con más de 200 pecios y una historia un tanto accidentada ligada a acontecimientos bélicos, hoy es un curioso santuario marítimo con un ecosistema propio que alberga multitud de especies de aves.

Mallows Bay acoge uno de los mayores cementerios navales del mundo, con más de 200 pecios de todas las épocas de la historia de la construcción naval estadounidense. La mayoría de los barcos proceden de un proyecto masivo de construcción de barcos puesto en marcha en 1917, después de la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.

Había que enviar suministros de guerra a Europa en tiempo record porque los submarinos alemanes estaban destruyendo los buques mercantes del mundo a un ritmo hasta entonces desconocido: más de 200 por mes. Había que construir barcos rápidamente para frenarlos.

Para satisfacer esta necesidad urgente y aumentar la producción de navíos en abril de 1917, la Junta de Envíos de los Estados Unidos creó Emergency Fleet Corporation. con un plan para construir barcos de acero, hormigón y madera en 40 astilleros de 17 estados.

Plan ambicioso pero fallido

El plan era ambicioso pero las cosas no salieron tal y como lo habían programado. Habían sido diseñados para ser construidos rápidamente utilizando las grandes reservas de madera de los Estados Unidos, pero los cálculos iniciales fallaron pues, debido a los retrasos y a la escasez de buen material y de trabajadores, al final de la Primera Guerra Mundial únicamente se habían entregado 98 de los 734 barcos encargados y tan solo 76 estaban en condiciones de transportar carga. Tras la guerra, las embarcaciones que no servían se vendieron a precio de chatarra.

Tras adquirir la mayoría de los navíos, Western Marine & Salvage Company los trasladó al río Potomac para hacer negocio con la chatarra, pero los números fueron decepcionantes. El negocio salió mal y llevó la mercancía comprada al cementerio marítimo de Mallows Bay El objetivo era quemarlos. Más de treinta embarcaciones fueron arrasadas en 1925.

Y, entonces, llegó la Gran Depresión, que paralizó los traslados cuando Mallows Bay ya acogía un total de 169 cascos de madera. Y, en diciembre de 1941, tras la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial, la empresa gubernamental Metals Reserve Company quiso recuperar el metal de la Flota Fantasma del Potomac. Pero entonces también surgieron más sorpresas: los restos de madera habían creado su propio ecosistema, muy apto para toda clase de aves, por lo que se decidió mantener los barcos en ese lugar.

Santuario Marino Nacional

En 2019 el lugar fue declarado Santuario Marino Nacional, el primero en casi dos décadas. Se trata de 46 kilómetros cuadrados que no solo albergan los restos de la «flota fantasma» de la Primera Guerra Mundial, sino también naufragios de la época de la guerra de la Independencia de los Estados Unidos y yacimientos arqueológicos de nativos americanos que se remontan a hace 12.000 años.

Actualmente, las águilas pescadoras anidan en los barcos y los murciélagos crían en los cascos. Y los turistas también se acercan, porque se ha convertido en una atracción popular donde los visitantes pueden viajar en kayak entre los buques naufragados y observar una amplia variedad de fauna y flora silvestres. Los restos se hallan a una profundidad escasa, por lo que se pueden ver desde la superficie.