Eguzki Agirrezabalaga

Plazaola: por Leitzaran y Larraun a través de un viejo y sinuoso tren

Nació como un modesto ferrocarril minero de vía estrecha y, durante cuatro décadas, comunicó ininterrumpidamente Iruñea con Donostia. Hoy, gran parte de su sinuoso trazado original está habilitado como vía verde de gran tránsito.

Un tramo del Plazaola
Un tramo del Plazaola

Son, en total, más de sesenta kilómetros de vía entre Nafarroa y Gipuzkoa. Concretamente, 42 kilómetros navarros y el resto, guipuzcoanos. Desde Lekunberri hasta Andoain. A través de los valles de Larraun y Leitzaran. Un santuario natural encajonado en una agreste orografía. En el camino, numerosos túneles y puentes. Todo ello, entre frondosas laderas abrigadas por protectores robles y hayas. Sin duda, un paisaje agradable que conserva en secreto la historia del popular «tren del Plazaola» o «tren txiki», el mismo que en el argot ferroviario era, simplemente, el PSS.

Desde la estación de Lekunberri

Muchos son los que eligen la restaurada estación de Lekunberri como punto de partida para adentrarse en la vía verde. Probablemente, porque en su interior se ubica la sede del Consorcio Turístico Plazaola –que gestiona la parte navarra de la vía verde– y su Oficina de Turismo, donde el visitante puede informarse tanto sobre lo que le va a deparar la excursión como sobre los lugares de interés que puede visitar durante el trayecto.

El estratégico punto de Lekunberri dispone, además, de una sala de proyecciones, de una tienda de artesanía y productos locales y de una instalación llamada «Vagón de los juegos», un antiguo coche de tren reconvertido en espacio expositivo y lúdico habilitado para acercar a los niños, de forma amena y divertida, la historia y las curiosidades del ferrocarril. Incluso les ofrece la posibilidad de convertirse en maquinistas de locomotora por un día.

También dispone de una cantina –la kantina– y de un servicio de alquiler de bicicletas que agradecen, especialmente, quienes se acercan al lugar en transporte de cuatro ruedas.

Objetivo inicial: las minas

Quien muestre curiosidad por la historia de aquel ferrocarril que años atrás detenía su marcha ante esa estación de Lekunberri se percatará de que su nombre obedece a que las vías se construyeron, inicialmente, para transportar el material de hierro extraído de las minas de Plazaola o Bizkotx, ubicadas en la muga con Nafarroa, hasta la estación de Andoain. Eran, originariamente, 22 kilómetros que posteriormente se ampliaron por los dos extremos hasta convertirse en medio de transporte de pasajeros entre Donostia e Iruñea.

El 19 de enero de 1914 fue cuando partió de Iruñea el primer tren del Plazaola, pero a esa fecha oficial le precede una curiosa anécdota que sitúa su apertura extra oficial unos meses antes, cuando en julio de 1913 miembros del Consejo de Administración del ferrocarril, ingenieros y obreros de la obra se montaron en el tren para ir a los sanfermines.

Cuarenta años con viajeros

Y, desde entonces, durante cuarenta años el «tren txiki» ejerció de ruta comercial y de comunicación entre Nafarroa y Gipuzkoa; lo hizo hasta que llegaron, primero, las riadas de 1953 y, poco después, la dura competencia de las líneas de autobuses. Finalmente, en 1958, se desmantelaron aquellas vías que para muchos ya formaban parte del paisaje, pese a que el entrañable Plazaola nunca destacó por su importancia económica ni por su velocidad.

Itinerarios a gusto de cada cual

De todos modos, cualquiera que sea el punto de partida elegido, la vía verde del Plazaola permite combinar diversos tramos y diseñar y planificar itinerarios de distintas longitudes y duraciones en función de las predilecciones de cada ciclista y caminante. Hay quienes optan por subir desde Andoain y darse la vuelta en cualquier punto; otros prefieren recorrer, en bici o a pie, los tramos Andoain-Plazaola (ida, vuelta o ambas), Andoain-Leitza, Leitza-Túnel de Uitzi y vuelta, Lekunberri-Uitzi y vuelta, Lekunberri-Mugiro y vuelta...

 

En lo que todos coinciden es en que el paisaje que rodea a la vía es impresionante y que

merece la pena avanzar muy atentos para poder ver ciervos, corzos, jabalíes, tejones, martas y lirones grises. O descubrir en el río Larraun, truchas, barbos, turones, fuinas, visones y desmanes del Pirineo, salamandras, tritones, ranas... O mirar al cielo y divisar buitres, alimoches, milanos o cuervos.

Numerosos túneles

Las casonas de piedras con balconadas cubiertas de flores que se divisan desde el camino forman también parte del paisaje, al igual que los numerosos túneles que hay que atravesar, entre los que destaca el de Uitzi. Con sus casi tres kilómetros de longitud, comunica los valles del Leitzaran y Larraun y fue, durante años, el más largo de la red de ferrocarriles de vía estrecha de la península. Hoy es uno de los tramos más referenciales del Plazaola. Eso sí, aunque ese túnel –y todos los demás– está debidamente iluminado, recomiendan llevar siempre iluminación artificial.