Un parque en Rusia recrea el ecosistema de los mamuts como medida contra el cambio climático
Los científicos rusos Sergey y Nikita Zimov, padre e hijo, son los impulsores del Parque Pleistoceno, un espacio en el noreste de Rusia que estudia como la reintroducción de grandes herbívoros puede ayudar a frenar el cambio climático, a la espera de un posible protagonista inesperado: el mamut.
Aunque parezca el argumento de una película de ciencia ficción, se trata de un proyecto real. El científico ruso Sergey Zimov y su hijo, Nikita, están recreando el ecosistema de la estepa de los mamuts, como medida para frenar el calentamiento global. El Parque Pleistoceno, ubicado en la República de Yakutia, en el norestes de Rusia, alberga varias especies de herbívoros parecidos a los que habitaban la zona hace decenas de miles de años y sin esperar, pero tampoco descartar, una posible vuelta de los mamuts.
El objetivo de este proyecto es contribuir a ralentizar el cambio climático a través de los diferentes beneficios para el clima que puede aportar la presencia de animales en estos ambientes. Por ejemplo, en los ecosistemas de pastoreo, los animales que en invierno buscan alimento aplastan la nieve, destruyendo la capa aislante de calor. «Esto permite una congelación más profunda del permafrost y lo protege de la degradación», para evita que la temperatura de esta capa aumente y arroje gases de efecto invernadero a la atmósfera, explican en la página web del proyecto.
Además, la recuperación de pastizales en el suelo ártico, a diferencia de la actual vegetación, ayudaría a la absorción del CO2 de la atmósfera, a la vez que los pastos productivos secan los suelos y evitan la emisión de gas metano.
Actuales especies y vuelta de los mamuts
Zimov introdujo los primeros ejemplares de caballos de Yakutia en 1988, una especie especialmente adaptada al frío extremo, gracias a un proyecto de financiación soviético. Con la caída de la Unión Soviética, el proyecto tuvo que detenerse a la espera de una nueva fuente de subvención. Finalmente, en 1996, el Parque Pleistoceno comenzó su recorrido en los 144 km2 cedidos por el Gobierno ruso, introduciendo de nuevo caballos de Yakutia, pero también alces y renos, todos ellos especies locales.
En 2010, el proyecto ya había tomado la fuerza suficiente como para importar animales de otras regiones. Hoy en día, el Parque cuenta con decenas de ejemplares de distintas especies, como vacas de Kalmyk, alces, bueyes almizcleros, bisontes americanos de llanura, renos, ovejas, bisontes europeos, yaks, caballos de Yakutia, camellos bactrianos y cabras de raza Pridonskaya. Tal como informaron en sus redes sociales, el pasado 9 de septiembre 12 nuevos bisontes europeos llegaron al Parque Pleistoceno procedentes de Dinamarca.
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Tras más de 25 años de experimento, los impulsores afirman que la presencia de los animales ha provocado que la vegetación vuelva a ser predominante en muchas zonas de la reserva, el almacenamiento de carbono en el suelo ha aumentado. «No podemos afirmar que hayamos logrado establecer un ecosistema de pastoreo productivo (todavía queda mucho por hacer), pero estamos avanzando en esa dirección», declaran.
Aunque no es el objetivo principal del proyecto, Nikita Zimov, no se muestra contrario a la clonación de los mamuts para traer de vuelta esta especie a la estepa siberiana. Tal como explicó en una entrevista para ‘The Atlantic’ en 2017, a Zimov no le asusta «jugar a ser Dios». «Es algo que ya se está haciendo. ¿Por qué no hacerlo mejor?», se preguntaba sobre traer de vuelta a los mamuts, a la vez que defendía el impacto positivo que tendrían sobre el objetivo del proyecto: «Dadme 100 mamuts y volved en unos años. No reconoceréis este lugar».
Precisamente, esta es la idea que se analiza en el documental ‘ Mammoth’, publicado en 2017, y que documenta trabajo de los Zimov y el recorrido del Parque Pleistoceno.