Durante años ha estado expandida la creencia de que solo servía el entrenamiento metabólico en la búsqueda de la pérdida de grasa, y es que el entrenamiento de fuerza acarrea un aumento de la masa muscular, y con ello, una ganancia de peso. Obviamente, no todo es ni blanco ni negro. El trabajo metabólico es esencial para la pérdida de grasa. Se presupone que un individuo que busca dicho objetivo, tiene una condición física baja. Por tanto, en cuanto comience a entrenar se fatigará en exceso, aumentará su frecuencia cardíaca y necesitará de muchos descansos a la hora de entrenar. Al realizar este tipo de trabajos, mejorará su condición física y tolerancia al trabajo, pudiendo aumentar el ritmo de los entrenamientos y la duración de los mismos. Cuanto más tiempo de entrenamiento exista y cuanto mayor sea la intensidad, mayor gasto calórico, primordial para la pérdida de grasa.
El trabajo de fuerza también será de vital importancia para la pérdida de grasa. Gracias al entrenamiento de fuerza, aumentamos la proporción de masa muscular de nuestro cuerpo. La masa muscular requiere de energía para trabajar, por lo que, a mayor cantidad de masa muscular, mayor gasto energético, tanto en el día a día como durante el entrenamiento. Además de todo esto, este tipo de trabajo también nos ayudará a proteger los huesos y articulaciones, a regular los niveles de azúcar en sangre, a mejorar nuestra higiene postural, prevenir lesiones…
Para conseguir una pérdida de grasa nos tenemos que encontrar en déficit calórico. A ello ayuda el trabajo metabólico y un estilo de vida activo. Pero, además, el trabajo de fuerza disparará nuestro metabolismo. Por lo tanto, lo más lógico sería compaginar el trabajo cardiovascular con el trabajo de fuerza. En el equilibrio está la virtud.