«Al fascismo hay que combatirlo, no se puede pasar de ello»
‘3’ es el título del nuevo trabajo de The Daltonics. Un elepé en el que la banda bilbaína ha metido una marcha más a su característico pub rock, endureciendo el sonido en diez nuevos temas en los que busca el divertimento, con unas letras con las que cualquiera que lo escuche se puede identificar.
Para los que todavía no les conozcan, ¿cómo se forma The Daltonics?
Dani Oñate: Empezamos en 2015, cuando acabamos con Melt!, donde estábamos Egoitz, Pablo y yo. En aquellos últimos tiempos, ya venía de vez en cuando Álex, a quien yo conocía del barrio, para acompañarnos a la armónica y hacer algún coro. Recuerdo que en el primer concierto que hicimos con él ya sonó ‘Vintage’, el primer tema propio de la banda…
Alex Ron: Sí, fui la Yoko Ono de Melt! (risas). Les dije que, si hacían blues o algo similar, les podía echar una mano. Así que, como la banda también estaba buscando algo en esta onda blues garagera, tiramos por ahí y pienso que las letras también influyeron en el estilo porque en ese garage, blues o pub rock británico, se habla casi siempre de cosas de mofa, como en nuestras canciones.
Lo que llama la atención es lo rápido que fue el proceso de creación y grabación del primer trabajo. ¿Fue tan fácil como parece el acople de la banda en aquellos primeros pasos?
D.O.: No te creas, porque cuando se fue David, nos quedamos sin bajo. Por suerte, Egoitz trajo inmediatamente a Jesús, que se adaptó perfectamente a la banda. En el poco tiempo que estuvo con nosotros, porque por desgracia falleció en 2018, no creo que le escucháramos nunca un ‘no’… la verdad es que se le echa mucho de menos. Tuvimos la fortuna de que enseguida llegó Natxo a la banda.
A.R.: Grabamos una maquetilla con cuatro canciones, que estuvimos repartiendo por ahí. Así que, cuando ya nos empezaron a hacer caso algunos medios y vimos que lo que hacíamos podía ser interesante, nos pusimos serios, preparamos varios temas y la versión de ‘Estricnina’, y por recomendación de nuestras amigas de Moonshakers, decidimos grabar con Martín de Capsula, en su estudio Silver recordings.
¿Cómo ha ido evolucionando la banda desde entonces?
D.O.: Jesús tenía otro estilo más clásico, a lo mejor menos ‘bruto’ que Natxo, que venía del punk y puede que, por eso, el sonido actual de la banda puede ser más duro o pesado. En una banda, los gustos de cada uno, de alguna manera arrastran al resto y ahora somos más punkis, por decirlo de alguna manera, pero manteniendo nuestro estilo: guitarras con melodías, estribillos llamativos, letras potentes…
A.R.: Lo que yo, personalmente, he notado es que, al haberse acelerado el tempo, para mí es más difícil contar y cantar las canciones porque, donde antes podía meter tres frases, ahora solo pueden ir dos… De todas formas, lo importante es que se mantengan los estribillos, y que sean fáciles de repetir y cantar. Pero lo que desde el principio hemos tenido claro es que lo que hiciéramos debía ser bailable, y buscar ese groove ha sido lo que ha hecho que el conjunto evolucione, aunque haya menos letra.
Precisamente, uno de los puntos fuertes de la banda son las letras, en las que con una gran dosis de humor, hablan de cosas cotidianas, ¿es hora de huir del tremendismo y tomar el camino más ‘lúdico’ de la música?
A.R.: Por la edad, estamos un poco cansados de lo de siempre. Si te fijas en las letras de la mayoría de nuestros grupos favoritos, ves que no dicen nada… por supuesto que aquí no hablo de los grandes letristas de la historia. Pero es que las frases manidas del rock and roll ya no nos dicen nada: «Cruzo las carreteras de Wisconsin y te echo de menos»... ¡Pero es que yo no he estado en Wisconsin! ¡He estado en Villarcayo! ¡Y en Villarcayo, no te echo de menos, en Villarcayo nos vamos a la chopera a meternos mano! (risas). Pues lo que hago es ver si puedo decir todo eso con otras palabras, y así van saliendo canciones relacionadas con temas de las cosas que nos pasan, o que oímos o vemos, y en eso se basan todos los temas de Daltonics.
Sin embargo, en ‘Zombie facha’ sí que abordan un tema como es el fascismo, en un tono más serio. ¿Hay cosas sobre las que no se puede bromear?
A.R.: Sí, es una canción diferente a todo lo demás, también en la música, pero ese sonido a lo Cramps tampoco esta tan alejado del blues pantanoso que hacemos a veces. En la letra, nos descojonamos de ello, pero el auge que están teniendo estas ideas fascistas en Europa, es muy peligroso. En este país se ha metido gente a la cárcel por tener ideas políticas que no eran las que el sistema español quería, y se han ilegalizado partidos políticos, e incluso hubo una campaña contra Los Deltonos, tachándolos de grupo ‘intelectualmente peligroso’. Intelectualmente peligroso es quien provoca violencia y Vox es un partido violento, al igual que el PP, que también tiene lo suyo. Pero parece mentira que estemos en el siglo XXI y se justifique la violencia de género, que apaleen a un homosexual, o que se puedan manifestar en la calle con banderas anticonstitucionales y no pase nada. Al final, llega un momento en que revientas y de ahí sale esa canción. Nosotros en las letras nos reímos de todo intentando ser respetuosos con todo el mundo, pero algunas veces hay que decir las cosas como son: al fascismo hay que combatirlo y no se puede pasar de ello.
¿Qué importancia ha tenido Martín (Capsula) en la producción?
D. O.: Nos conoce tanto que es muy fácil grabar con él, porque sabe de qué pie cojeamos y aporta muchísimas ideas. Muchas veces necesitas dar esos giros y, para ello, tiene un estudio magnífico en un espacio muy reducido donde puedes usar la guitarra o el ampli que te dé la gana.
A.R.: Entiende nuestras carencias y sabe convertirlas en virtudes. Es importante destacar la labor que hacen estos estudios pequeños. De todas formas, lo más importante es que todo lo que hagas en la grabación, luego lo puedas tocar o defender en directo.
Algunas de estas canciones ya las han estado probando en directo. ¿Qué tal están funcionando?
D.O.: Algunas, incluso han evolucionado, ya que, por ejemplo, ‘Gregarios de lujo’ ha cambiado y ahora está más acelerada, porque cuando la tocamos por primera vez, vimos que en directo perdía un poco de fuerza. La verdad es que parece que la gente está muy contenta con los temas nuevos; empezamos el año pasado con ‘Mójate la tripa’, después sacamos el video de ‘Junta de vecinos’ y también hemos probado en directo ‘1,2,5’, que es una versión de Fuzztones.
En los premios Koska de 2019 fueron elegidos como mejor banda en directo en Bizkaia, y no es extraño verles en conciertos de otros grupos, lo que les hace ser muy queridos entre la gente de la escena bizkaina. ¿Qué tiene Daltonics para caer tan bien?
D. O.: Personalmente, yo he aprendido mucho viendo conciertos de otras bandas y de ahí hemos sacado muchas y buenas amistades. Creo que lo que tenemos es una cierta frescura y, ¿por qué no decirlo? mucha ‘cara dura’ (risas); la gente, cuando viene a ver a Daltonics, sabe que no vamos a hacer baladas, que va a poder tomar una cerveza comentando con el colega las canciones y echarse unas risas.
A.R.: Nuestro directo es divertido, la gente se siente identificada con lo que escucha, y somos un grupo muy de verdad; por eso, la gente repite y trae gente nueva. Además, la banda suena muy bien y los temas cada vez son más sólidos, estás oyendo buena música y encima te lo pasas bien y puedes desconectar de todo lo demás ¿qué más quieres?
D.O.: Yo siempre digo que, si no estuviera en Daltonics, iría a ver una banda como esta.
A. R: De todas formas, en Euskadi, hoy en día hay un nivel altísimo de bandas: Los Brazos, Lie Detectors, Northagirres, Sonic Trash, Pomeray, Moonshakers, Gonzalo Portugal… cada uno en su estilo son increíbles, y nosotros estamos aquí para ocupar un espacio donde no había nadie… pero, si mañana sale un grupo similar, bienvenidos sean y seguro que nos llevaremos bien y, si se puede, tocaremos juntos.
Para terminar, ¿dónde les puede ver la gente en directo próximamente?
La presentación del disco será el 27 de agosto en el Kafe Antzokia junto a nuestros amigos de Northaguirres, el 16 de setiembre estaremos en el Vespa café de Miribilla (Bilbo), y el 15 de octubre nos vamos a Madrid. A partir de ahí, lo que queremos es salir fuera para que también nos conozcan por ahí.