Nora Franco Madariaga
Entrevue
Zuriñe F. Gerenabarrena
Compositora

«Es fantástico que una música te llegue a transportar»

Euskadiko Orkestra cierra con el estreno absoluto de ‘Lorratz’, obra de la gasteiztarra Zuriñe F. Gerenabarrena, su ambicioso proyecto ‘Elkano: Mundubira musika bidelagun’. La gesta culmina así tras cuatro años en los que la orquesta ha estrenado obras creadas exprofeso por compositores vascos.

Zuriñe F. Gerenabarrena.
Zuriñe F. Gerenabarrena. (Euskadiko Orkestra)

El proyecto Elkano se ha ido construyendo con las obras de Mikel Chamizo, Mikel Urquiza, Joël Mérah y Teresa Catalán. ¿Qué supuso recibir el encargo de Euskadiko Orkestra de cerrar este viaje musical?

Supuso muchas expectativas, una gran ilusión, muchas ideas en la cabeza… porque, en este caso, no solo es el encargo de una obra, sino una parte de un proyecto mucho más amplio. Además, tener que componer la obra que lo termina, ser la última, para mí ha sido muy importante. Al principio, cuando solo era un encargo y aún no sabíamos lo que iba a pasar en este tiempo, me hacía muchas ilusiones con escribir la obra y estrenarla en el mismo año, pensando en los compañeros que iban antes que yo, pero luego llegó la pandemia: escuchar sus obras en streaming, sin saber cuándo va a poder estrenarse la tuya… han sido muchos los obstáculos, pero al mismo tiempo ha sido muy emocionante.

¿Pudo escuchar las demás obras antes de componer ‘Lorratz’? ¿Tiene esta última etapa del viaje influencia de las anteriores?

No, no. Compuse ‘Lorratz’ en 2019, por lo que apenas tuve la oportunidad de escuchar el estupendo inicio de Chamizo, así que mi obra no está influenciada en absoluto por las otras composiciones. Además, sentía mucha curiosidad por ver qué podíamos hacer cada uno de nosotros. Es un encargo que tiene mucho de representativo pero, al mismo tiempo, no. Se puede enfocar pensando en la hazaña, los obstáculos, las peripecias… pero al final yo opté por pensar más en el sentimiento que uno puede tener cuando por fin llega a puerto con la nave Victoria que, efectivamente, es una gran victoria, pero me imagino también cómo podrían volver estos hombres, totalmente arrasados.

¿Cómo se transforma en música un hecho histórico como la llegada de la nao Victoria al puerto de Sanlúcar de Barrameda?

Cuando pensamos en un hecho, en un acto, y lo queremos poner en música, lo que yo traduzco –o, más que traducir, traslado– es el sentimiento que a mí me provoca. Así que ‘Lorratz’ es lo que significa para mí esa gran empresa y, además, también lo equiparo a este momento: si aquello fue con el mundo –y todo lo que supuso con la idea de los husos horarios, del viaje circular y tantas otras cosas–, ahora podemos compararlo con el descubrimiento del universo y todo lo que aún nos queda por entender. En cierta manera, lo traslado también como una parte de investigación, como una manera de ver a dónde podemos llegar como colectivo. En definitiva, no es tanto la llegada del barco como la sensación de regreso.

Sus obras suelen ser muy reflexivas, muy conceptuales y, en cierto modo, intelectuales. ¿El oyente va a poder distinguir olas y gaviotas o se va a encontrar algo muy diferente?

Todos los compositores trabajamos muchísimo y reflexionamos sobre lo que vamos a hacer, cómo escribirlo… y aunque algunos lo dejen más a la improvisación, una obra para orquesta requiere tenerlo todo bien pensado, pero es insospechado lo que el oyente percibe después. Es maravilloso cuando luego alguien se acerca y te comenta que ha escuchado el mar, o que ha sentido el frío. Es fantástico que una música te llegue a transportar. Tal vez alguien llegue a escuchar el mar, y tal vez alguien no… pero al final eso es lo bonito.

¿Qué se siente al escuchar por primera vez esta obra, después de tanto tiempo esperando en un cajón?

Tenía muchísimas ganas de escucharla. El primer ensayo siempre te genera muchas dudas sobre lo que has escrito, pero luego, según se va trabajando, va apareciendo lo que es en realidad y es muy reconfortante ver que lo que estaba en mi cabeza realmente funciona y suena tal y como yo quería. También hay otros momentos en lo que te das cuenta de que hay que modificar algún detalle y que hay cosas que cambiar pero, en general, está todo como querías. De todas formas, escuchar una obra por primera vez es algo dinámico porque lo que escuchas no es algo definitivo, se va limando según se va interpretando y se va conociendo. Aunque se siga la partitura, es muy difícil alcanzar el espíritu de las cosas, lo que verdaderamente significan. La intención, la intensidad, la energía… se van logrando poco a poco, vienen con el tiempo.

¿Encajan en un mismo programa ‘Lorratz’ y la octava sinfonía de Bruckner?

Interpretar la octava de Bruckner, una obra tan inmensa, encaja perfectamente con esa idea de amplitud que fue la vuelta al mundo. Y yo creo que, en la escucha, es importante también aprender a escuchar obras largas y dejarnos llevar por el hilo de una obra que dura más allá de lo ‘recomendado’, arriesgándonos a explorar todo lo que venga.