Un equipo internacional de investigación dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) ha conseguido aislar por primera vez ADN humano antiguo de una mujer del Paleolítico en un colgante fabricado con un diente de ciervo perforado descubierto en la cueva de Denisova, en el sur de Siberia (Rusia).
La nueva técnica permitirá obtener información inédita de multitud de piezas de piedra y restos óseos hallados en los yacimientos de forma aislada y determinar quién fabricó, utilizó o llevó esos objetos de la Edad de Piedra. La técnica ha sido desarrollada por un equipo internacional liderado por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania.
«La estructura de la superficie de los artefactos óseos y dentales paleolíticos proporciona información importante sobre su producción y uso. Por tanto, preservar su integridad, incluidas las microestructuras de su superficie, era una prioridad absoluta», subraya Marie Soressi, arqueóloga de la Universidad de Leiden y supervisora del trabajo junto con Matthias Meyer, genetista del Max Planck. «Lavando los artefactos a temperaturas de hasta 90 °C, podemos extraer ADN del agua del lavado y mantener los artefactos intactos», explica Elena Essel, autora principal del estudio.
Aunque en algunos casos ha sido posible identificar ADN de los animales de los que procedían, la gran mayoría del ADN obtenido era de las personas que habían manipulado los objetos durante o después de la excavación. Todo cambió gracias a Maxim Kozlikin y Michael Shunkov, dos arqueólogos que en 2019 excavaban la famosa Cueva Denisova en Rusia. Excavaron limpiamente y apartaron el colgante.
Basándose en el análisis del ADN mitocondrial -la parte del genoma que se hereda exclusivamente de la madre-, llegaron a la conclusión de que la mayor parte del ADN procedía probablemente de una sola persona. Utilizando los genomas mitocondriales del ciervo wapití y del ser humano pudieron estimar la antigüedad del colgante entre 19.000 y 25.000 años.
Los investigadores determinaron que el colgante fue fabricado, utilizado o llevado por una mujer que esta mujer estaba estrechamente emparentada genéticamente con antiguos individuos contemporáneos de Siberia, más al este, los llamados «antiguos euroasiáticos del norte», cuyos restos óseos se habían analizado anteriormente.