Xandra Romero

¿Alimentos con «trampa»?

Existen varios alimentos o, para ser exactos, productos alimentarios, que, si bien no podríamos catalogarlos de alimentos saludables por ser ambos productos ultraprocesados, no gozan de precisamente buena fama ya que, además, alrededor de su elaboración circulan sendos bulos o mitos.

En primer lugar, tenemos a la famosa txaka, que podemos encontrarla escrita como chaca también. Este digamos, es su nombre comercial pero el producto en sí se llama surimi y sí, también es el producto a partir del cual se elaboran las famosas gulas.

El surimi significa ‘músculo de pescado picado’ en japonés, de donde es originario y donde se empezó a elaborar como forma de conservar y utilizar ciertas partes de distintos pescados, resultando finalmente un sustituto económico de este alimento.

Se elabora a partir de diferentes pescados de carne blanca como el abadejo, corvina, fletán platija, bacalao, caballa y merluza, entre otros. Los restos de estos pescados, una vez limpios de piel, espinas, vísceras y sangre, se deshidratan convirtiéndolo en una especie de pasta denominada surimi, a la cual se le adicionan distintos aditivos, como almidones o proteína de soja para mejorar su textura, así como potenciadores de sabor, conservantes y, por último, saborizantes y colorantes. El resultado final se calienta hasta que adquiere la consistencia de ‘masa’ y, a partir de ahí, se le da la forma de barrita.

Por ejemplo, la lista de ingredientes de una txaka comercial lleva los siguientes ingredientes en las siguientes proporciones: surimi 47% (merluza del Pacífico, abadejo de Alaska), agua, almidón, aroma de cangrejo (soja de pescado, moluscos, crustáceos), almidón modificado, aceite de girasol, sal, extracto de levadura, clara de huevo, proteína vegetal y colorante (extracto natural de pimentón).

Por su parte, no podemos confundir este producto con otro que responde a un nombre similar, chatka, pero que es un producto bien distinto, que hace referencia a una conserva de auténtico cangrejo rojo.

En segundo lugar, tenemos los famosísimos nuggets, y es que, ¿quién no ha probado estos famosos bocados de pollo? Y del mismo modo, ¿quién no ha oído comentarios que ponen en duda que su composición real sea pollo, así como su salubridad?

Bueno, empecemos por lo primero, y es que hay que decir que entre los nuggets de pollo comerciales puede haber importantes diferencias, especialmente relacionadas con el tipo de ingrediente principal y su proporción, como ocurre en la gran mayoría de productos para ser franca. De este modo, podemos hablar de nuggets elaborados con trozos enteros de carne de pollo, a los que también es habitual que se añada agua con sal a fin de que resulten más jugosos y, por otro lado, tenemos los nuggets preparados a partir de carne picada y carne separada mecánicamente (CSM), a los que se le agregan otros ingredientes, como agua, aceite y espesantes, para conseguir la textura deseada.

Así pues, podemos responder que los nuggets están hechos de pollo en proporción variable según su elaboración y no con partes no comestibles del animal (como picos y plumas, que es el principal motivo por el que estos productos generan desconfianza. Existen muchos mitos sin fundamento, como los que dicen que se emplean). Si bien es cierto que en ocasiones no están elaborados con carne de pechuga de pollo, sino con carne separada mecánicamente (CSM), que es aquella materia prima que queda adherida a los huesos o a los canales de las aves cuando ya se han retirado las partes más interesantes, como la pechuga, muslos, lomo o solomillo, tal y como queda definida por el Reglamento 853/2004 de la Unión Europea.

Así pues, la conclusión es la misma que ante cualquier ultraprocesado: podemos comerlo si nos gusta, sabiendo lo que lleva e intentando buscar aquella opción, versión o marca de mayor calidad en la que el ingrediente principal sea el que tiene que ser y, además, elegir aquel que tenga menos proporción de otros ingredientes que se añaden a ambas opciones para mejorar textura y sabor.