Xandra  Romero
Nutricionista

¿Ayunar durante la menopausia?

Es noticia debido a cierta famosa de avanzada edad y la prensa del corazón, el ‘tratamiento’ –y lo entrecomillo con toda la intención– que ofrecen algunos centros ‘sanitarios’ –también con toda la intención–, de planteamientos de dudoso rigor que se venden como protocolos sanitarios. Hablamos de una conocida clínica que ofrece el planteamiento de ayuno terapéutico (ingerir únicamente líquidos) con el objetivo de, según anuncian, favorecer una desintoxicación y depuración del organismo, que limpia tanto el intestino como la mente. Avisan, eso sí, de que el ayuno terapéutico debe realizarse de manera medicalizada a través de una monitorización del organismo a través de analíticas previas, diarias y posteriores, al menos…¡algo es algo!

Pero, aunque en esta famosa clínica no realizan un protocolo de ayuno intermitente, tanto el ayuno terapéutico anteriormente mencionado como intermitente está encontrando nicho de mercado en mujeres que están pasando por la fase (fisiológica) de la menopausia. Y es que los ‘expertos’ que lo recomiendan a mujeres en esta situación, dicen que los efectos secundarios de los cambios hormonales de la menopausia como suelen ser el aumento de peso y la aparición de ciertas alteraciones metabólicas, podrían remitir gracias al ayuno.

Tanto los que defienden el ayuno intermitente como los responsables del ayuno terapéutico de la famosa clínica, refieren que este planteamiento dietético tan estricto ralentiza el envejecimiento celular debido a la autonutrición, un mecanismo natural de limpieza interno de las células. Algunos de los beneficios que se asocian a esa autonutrición es una mejora del metabolismo de las grasas que se asocia, a su vez, con la pérdida de peso y con una mejora de los niveles de colesterol. Sin embargo, en este sentido aún falta evidencia científica en esta población como para asegurar tal cosa.

Al ayuno intermitente también se le atribuyen mejoras en la sensibilidad a la insulina, sin embargo, de nuevo, eso es lo que sugieren los estudios en animales, pero en humanos hay que tener en cuenta que ayunar puede generar estrés y ansiedad y, con ello, aumentar la producción de cortisol (hormona del estrés) que, a su vez, aumenta la resistencia a la insulina, o sea, justo lo contrario a lo que persigue. Es decir, de nuevo, las diferencias interpersonales son la clave, entre otras cuestiones.

En la misma línea, esta elevación del cortisol puede alterar también la producción de las hormonas sexuales, más aún que el propio proceso de la menopausia.

Por último, los estudios en humanos son todavía escasos, de baja calidad o evidencia muy limitada, en todo lo relativo a los protocolos de ayuno intermitente.

Así que, específicamente durante esta etapa fisiológica de la menopausia, lo realmente relevante, como en otras situaciones similares (embarazo), es una alimentación adecuada en la que estén presentes los nutrientes esenciales y que sí constan de evidencia sólida, como pueden ser, entre otros, un adecuado consumo de fibra, ciertos minerales como calcio y magnesio o vitamina D.