Sergio Iglesias
Entrevue
Juan Ramón Viles
Músico (The Byrons)

«La música no es perfección, es emoción»

The Byrons es el proyecto capitaneado por Juan Ramón Viles y tras el que se encuentran músicos muy conocidos de la escena gipuzkoarra como Diego Vasallo, Fer García, Alex Zulaika o María Amolategi. Publican su primer EP, con canciones en las que la melancolía se mezcla con la fuerza eléctrica.

The Byrons es el proyecto capitaneado por Juan Ramón Viles.
The Byrons es el proyecto capitaneado por Juan Ramón Viles. (Iñaki PEMÁN)

Para comenzar, cuénteme cómo surge la idea de crear este proyecto.

A principios de 2022 compuse unas canciones y empecé a darles forma junto a Alex Zulaika; en abril, cuando fui a cenar con Diego (Vasallo) por su cumpleaños, me dio el empujón definitivo para hacerlo, porque, además, se ofreció a producirlo junto a Fer García, el guitarrista que toca con él. Es verdad que no había grabado nada desde hace tiempo, pero la música es parte muy importante de mi vida, siempre estoy haciendo cosas; lo que me faltaba era el empujón para editarlo y que no se quedara en el cajón, y si no fuera por el impulso de Alex y Diego, probablemente, no las hubiera grabado. No sé si será para bien o para mal, pero ellos son bastante culpables de que hoy estemos hablando de este trabajo.

Así que, a partir de ahí, nos ponemos a trabajar, y lo que yo tenía claro era que no quería editarlo con mi nombre, porque no me apetecía hacer algo vinculado a una persona, sino que quería que fuera una especie de colectivo que implicara a varios músicos y que cada uno aportara lo suyo, incluso en los aspectos artístico y gráfico. Quería que fuera algo más amplio, más allá de un concepto musical, pero todo bajo un nexo común y una coherencia.

¿Y cómo selecciona las y los músicos que han participado en el EP?

Esto tenía que ser un trabajo un poco artesanal, frente a esa superindustria para la que, por cierto, yo ya soy prácticamente insignificante. Hacerlo de este modo te exige acompañarte de gente que comparta tus mismos deseos y que, a la vez, te abran nuevos caminos; en ese sentido, yo siempre estoy muy abierto a nuevas aportaciones y a trabajar en equipo, porque me gusta la idea de hacerlo todo entre todos. Este tipo de proyectos son más enriquecedores, aunque alimenten mucho menos el ego; me gustan mucho más las cosas que salen desde el colectivo que las que salen desde el yo, porque, entre todos, siempre se construye mucho más… yo creo que, por eso también me gustan más las bandas que los solistas.

«Este tipo de proyectos son más enriquecedores, aunque alimenten mucho menos el ego; me gustan mucho más las cosas que salen desde el colectivo»

Además, como eso que comenta de la «superindustria» ya lo había vivido con Duncan Dhu, supongo que ahora le apetecería trabajar de una manera más libre, ¿no?

Eso era fundamental y es lo que te da haber pasado por diferentes etapas. Con Duncan hice cuatro discos y, posteriormente, he hecho otros tres fuera de la banda, y esta es la primera vez que me autoedito.  Lo que quería era ser autor y propietario, para tener la libertad de hacer lo que quisiera con el material, y trabajar con quien me diera la gana, y para eso tenía que estar libre y, de esta manera, que todo lo que se hiciera fuera de todos los que habían participado.

¿Buscaba, en ese sentido, una relación más personal con las personas que le han acompañado en este viaje, más allá de sus características musicales –que, por otro lado, son extraordinarias–?

Eso es. Como te decía, yo he pasado por varias fases y he tenido la oportunidad de verlo todo en la música, y después de todo eso, con lo que te quedas es con la época en que te juntabas para tocar y divertirte, junto a unos tíos con los que compartías un montón de vivencias y referencias. Hablando de esto, recuerdo una entrevista que le hicieron a Rosendo en la que le preguntaban a ver qué era el rock and roll para él, y contestó: «El rock and roll es ‘1,2,3…¡ya!, y todo lo demás es hojarasca». Me encantó esa reflexión, porque creo que define muy bien el espíritu inicial con el que nace la música, que luego ya va puliendo la sociedad, el público o la industria. Eso es lo que hemos buscado al hacer este trabajo, y la verdad es que he disfrutado un montón. Ahora, lo que nos gustaría sería poder seguir componiendo y dando cuerpo a un repertorio que, en un futuro, nos permita dar algunos conciertos.

(Iñaki PEMÁN)

¿Ha sido importante, para mantener este espíritu, tener a un amigo como Diego Vasallo en la producción?

Diego y yo nos conocemos desde los 14 años, cuatro décadas en las que hemos vivido de todo juntos: éxitos, decepciones… además, siempre hemos tenido muchas cosas en común, y como tengo tanta confianza en él, le di un cheque en blanco para que hiciera lo que le pareciera mejor con esas canciones. Una de las cosas que más nos preocupaban era que no quería hacer algo convencional, sino algo novedoso sin salirme, obviamente, del estilo que yo hago. Diego era el único que podía dar con ese sonido, saber dónde no quería llegar y abrir otros caminos por los que sí me apetecía transitar. Volviendo al tema de la experiencia, lo que te da eso es saber dónde no quieres caer y dónde quieres llegar, aunque eso no dependa de ti siempre. Luego, cada grabación es una aventura y por eso es importante hacer ese viaje con gente que comparta todas esas ideas, porque en el camino surgen dudas y siempre hay aportaciones.

A pesar de que son canciones que no necesitaban excesiva vestimenta, creo que sí hay una complejidad importante en los sonidos y que os ha quedado un trabajo muy homogéneo. ¿Ha costado llegar hasta este punto?

Cuando quieres hacer algo, lo tienes que pensar muy bien, y lo que teníamos claro es que queríamos hacer un disco de ambientes, que requiriera varias escuchas, y que fuera enganchando. Para ello había que conseguir una uniformidad sonora que representara el sonido de The Byrons, y creo que lo hemos conseguido.

Grabamos las bases tocando todos a la vez y a cada canción le dimos un tratamiento diferente y distintos matices, de manera que se fueran descubriendo cosas todo el rato. Ese ambiente general, el tratamiento de las canciones y que haya sorpresas constantemente creo que demuestra que nos lo hemos currado. Además, hemos improvisado mucho y ha sido una grabación donde hemos querido plasmar lo que hemos vivido mientras registrábamos estos temas, quedándonos solo con lo que nos transmitía algo, aunque en ocasiones se hayan colado cosas que no estaban pensadas… pero es que la música no es perfección, es emoción.

«He tenido la oportunidad de verlo todo en la música. Después de todo eso, con lo que te quedas es con la época en que te juntabas para tocar y divertirte»

Ya desde el nombre del proyecto vemos su gusto por la literatura. ¿Ha sido el poeta romántico Lord Byron inspiración para estos temas?

Cuando iba hace años a Inglaterra, porque vivía allí mi primo, sus amigos me llamaban, por mis gustos y por mi aspecto, Lord Byron. Perder el título de Lord era cuestión de tiempo y por eso me quedé, simplemente, en Byron. Cuando empecé con estos temas,  me di cuenta de que reflejaba mucho mi situación personal actual, porque me gusta mucho la pintura romántica de finales del XIX, cuando el romanticismo ya no es vanguardia pero siguen existiendo corrientes artísticas más modernas, haciendo cosas con gran sensibilidad y belleza, en un mundo que lo necesita… y así es como me veo a mí mismo ahora mismo en el campo artístico.

Y hablando de las letras de las canciones, es curioso que yo, que paso por ser un tipo alegre y divertido, a la hora de componer soy bastante melancólico, y en este caso, además, he acompañado estas temáticas con atmósferas que inciden en esa sensación. Las canciones abordan temas que podrían llegar a ser deprimentes, pero intento no ser demasiado explícito, dando pinceladas para que cada uno escuche las letras y se imagine cosas diferentes y dejar un cierto halo de esperanza. Son letras que pretenden ser muy pictóricas, abordando temas universales.