Sergio Iglesias
CRóNICA MUSICAL

Iron Maiden, infalibles e imbatibles

Éxtasis del público con Iron Maiden en el BEC.
Éxtasis del público con Iron Maiden en el BEC. (Aritz LOIOLA | FOKU)

22 de Julio, jornada de reflexión, ¿y qué mejor manera de reflexionar, que disfrutando de buena música?

Cita marcada en rojo para los y las seguidoras de los sonidos más duros. Iron Maiden llegaban al BEC de Barakaldo para presentarnos los temas de su último trabajo hasta el momento, ‘Senjutsu’, en un concierto con el que culminaban una mini gira estatal, que les había llevado esta semana por Barcelona y Murcia, antes de seguir con su periplo europeo.

Para ir calentando el ambiente, los Maiden habían invitado a su fiesta a la joven banda británica The Raven Age (donde, por cierto, ejerce como guitarrista George Harris, hijo del bajista de Iron Maiden, Steve Harris), quienes actuaron como teloneros, ofreciendo un concierto de unos 50 minutos, en los que repasaron los temas de sus cuatro discos publicados hasta el momento, con especial énfasis en el último de ellos: ‘Blood Omen’.

El grupo liderado por el hiperactivo vocalista Matt James, cumplió a la perfección los dictados del heavy clásico, y demostraron que tienen capacidad y actitud de sobra para convertirse en una propuesta importante dentro del género. A destacar, por cierto, la fuerza y la espectacular pegada del batería Jai Patel.
 
Tensión y nervios

Tras el calentamiento, el BEC ya se iba llenando para recibir a la “Dama de hierro”, y cuando dieron las nueve de la noche, y empezaron a sonar los primeros acordes del ‘Doctor Doctor’, el recinto ya estaba hasta la bandera (hay que recordar que se habían vendido todas las entradas). Qué momento más bonito el de ver a los y las 20.000 asistentes al concierto, coreando el inmortal tema de UFO, antes incluso de que se apagaran las luces, para que todo el mundo pudiera inmortalizar el momento con sus móviles. Y es que, como se ha demostrado hoy, lo de las fotos y los vídeos no es algo exclusivo de las nuevas generaciones, ya que la media de edad era bastante elevada, y se veían muchísimos aparatos brillando.

Por fin se apagan las luces. Tensión y nervios mientras suena el tema compuesto por Vangelis, ya hace cuatro décadas, para la banda sonora de ‘Blade Runner’, película que sirvió de inspiración a Iron Maiden para la creación de su disco ‘Somewhere in sometime’, el otro gran eje sobre el que se vertebra la actual gira de los británicos –y por ende, el concierto de hoy-, junto a los temas de ‘Senjutsu’. Curiosa manera de conectar dos discos tan alejados en el tiempo, pero que ha funcionado a la perfección. Y es que es muy meritorio que una banda que se dirige con paso firme hacia los 50 años de carrera, pueda seguir haciendo giras multitudinarias, sin recurrir a los temas de siempre, y poder jugar con un repertorio infalible, como el de hoy, aunque hayan interpretado canciones que llevaban casi 40 años sin tocar en directo. Pero si, como decimos, la banda tiene mucho mérito, también es en gran parte, gracias a la fidelidad inquebrantable de su envidiable legión de fans.

Suena la intro de ‘Caught somewhere in time’, coreada por las miles de almas que abarrotan un recinto en el que la emoción se puede palpar; se escucha una explosión y sale la banda, vigilada por la proyección de un omnipresente Eddie, inconfundible icono de Iron Maiden, esta vez ataviado como un guerrero japonés. A partir de ahí, comienzan casi dos horas de magia, que se pasan volando, y en las que la banda británica han demostrado por qué todavía nadie les ha superado después de tantos años. Y eso que, como decíamos, esta vez el reto era complicado, ya que no venían a tocar su colección de “grandes éxitos”, sino que había que presentar, como es lógico, sus temas más nuevos, e intercalarlos con los de siempre, pero ofreciendo un espectáculo totalmente novedoso, como era rescatar algunos incunables que llevaban décadas sin sonar en vivo, en parte porque aquel ‘Somewhere in sometime’ fue un disco polémico cuando se publicó, y cuyo sonido innovador descolocó a muchos y muchas de sus fans en aquel momento.
 
Una apuesta redonda

Pero como decimos, la apuesta les ha salido redonda, ya que muchísimos años después, hemos tenido la oportunidad de disfrutar con canciones descomunales, como ‘Heaven can wait’, cantada desde las alturas ante la proyección de un escenario distópico, por un Bruce Dickinson, en estado de gracia, que acabó batiéndose en un duelo espacial ante el mismísimo Eddie en formato “guerrero del espacio”. También destacaremos de aquel disco “maldito” la épica de ‘Alexander the great’, que visto lo visto, tal vez deberían replantearse recuperar definitivamente en el repertorio, porque lo tiene todo. Es increíble la compenetración de Dave Murray y Adrian Smith a la hora de compartir el protagonismo en los solos, siempre ante la atenta mirada del “jefe” Steve Harris, impecable siempre al bajo, mientras Janick Gers lleva a cabo su propio espectáculo de malabarismos con la guitarra, algo que también es parte del show.

Centrándonos en las composiciones de ‘Senjutsu’, es inevitable resaltar ‘The writing on the wall’, último gran himno de la banda, y la grandiosidad de un tema largo como ‘Death of the celts’, ideal para el lucimiento de cada uno de los miembros del grupo, y para que Dickinson saque su vena más teatral.    

Pieza fundamental de la performance es también la parte de la luz y la imagen, con proyecciones constantes, que sin embargo, no hacen que disminuya un ápice la atención de lo verdaderamente importante, que es lo musical. En ese sentido, todavía no puedo explicarme con quién ha hecho el pacto Bruce Dickinson para seguir manteniendo intactas sus capacidades vocales, lo que sin duda le permite seguir siendo uno de los mejores cantantes de la historia del rock.

Algo que se hizo evidente desde la primera canción, y que se fue confirmando a lo largo del concierto, con momentos cumbres de lucimiento, por ejemplo en ‘The time machine’, o en ‘Hell on earth’, incluida en el ya mencionado ‘Senjutsu’ y que quizá sea una de las composiciones más raras de la discografía de la banda, especialmente en las líneas vocales.
 
Apoteosis colectiva

Como es lógico, Iron Maiden también tiene una serie de “obligaciones” y no podían faltar imprescindibles como ‘Can I play with madness?’, del álbum ‘Seventh son of a seventh son’ o el ‘Fear of the dark’, que nos proporcionaron sendos momentos de apoteosis colectiva, en la que el BEC se convirtió en una sola voz atronadora. Tampoco se olvidaron los Maiden de sus primeros tiempos, de aquel primer disco en el que ni siquiera estaba Dickinson al frente, y era Paul Di’Anno el vocalista de una banda que todavía no había sofisticado su sonido como lo haría posteriormente, y así pudimos escuchar un tema como ‘Iron Maiden’, que era puro trash metal, algo muy diferente a lo que se fue convirtiendo el grupo con el paso de los años. Precisamente con ‘Iron Maiden’ se despedían por primera vez, antes de regresar con una traca final en la que sonaron la ya mencionada ‘Hell on earth’, ‘The trooper’, con la que ya acabó de reventar el recinto, y un final apoteósico con ‘Wasted years’,- también del ‘Somewhere in sometime’-, sin duda la quintaesencia del sonido heavy ochentero que los Maiden lideraron y que, como decimos, nadie ha conseguido superar todavía.

Con todo esto, lo único que queda por decir es que, hoy por hoy, es incuestionable el poderío de una de las más grandes bandas del rock internacional, que sin duda, ofrece uno de los mejores espectáculos musicales de los que se puede disfrutar hoy en día. Dicen que habían pasado nueve años desde que la banda británica había pasado por Bizkaia por última vez. Sólo esperamos que no pase tanto tiempo hasta la siguiente.