Xandra  Romero
Nutricionista

Juguetes más propios de Halloween que de Navidad

Entramos en la temporada más consumista del año, tiempo de regalos y celebraciones. La autora de esta sección llama la atención sobre esos artículos -un juguete en este caso-, aparentemente inofensivos, que en su opinión no lo son, aunque la publicidad engañosa puede hacer creer lo contrario.

Como cada año por estas fechas, ya tenemos aquí el bombardeo incesante de publicidad sobre dulces navideños, colonias, juguetes etc. Y, aunque parezca mentira, en el artículo de hoy no vamos a hablar de dulces… porque, desgraciadamente, el tema son los juguetes. Concretamente uno llamado Burger Boom de la marca Bizak.

En los distintos portales web, se describe como «divertido juego para toda la familia» o «emocionante juego basado en que el oponente haga ¡BOOM! antes que tú». Así, a simple vista, parece un juego normal. Más aún si continuamos leyendo otras ‘virtudes’ del jueguecito como «competencia amigable para toda la familia», «este juego es ideal para personas de todas las edades», «este juego no solo es divertido, sino que también puede ayudar a los niños a desarrollar habilidades de estrategia y toma de decisiones, así como a mejorar su coordinación mano-ojo» y, por último, «fomenta el trabajo en equipo y la interacción social, ya que los jugadores compiten de manera amigable».

Este juego de mesa cuenta con cartas y un pulsador con forma de hamburguesa, y de lo que se trata es de que cada jugador coja una carta, donde cada una de ellas tiene una acción asociada (relativa a comer en exceso o a hacer ejercicio para bajar la comida, por ejemplo). Se debe pulsar la hamburguesa-pulsador tal y como indiquen las cartas y, cuanto más se pulse, más se inflará la ‘barriga’ del contrincante (globo que se introduce bajo la camiseta del niño/a imitando el abdomen) hasta que haga ¡BOOM! Es decir, es un juego infantil en el que se penaliza comer y se premia compensar.

Alguien debería decirles a los responsables y publicistas de Bizak que esto no es una competencia ‘amigable’, que no fomenta el ‘trabajo en equipo ni ninguna habilidad de estrategia’, sino que lo que fomenta es el aprendizaje de la conducta de dieta en un menor y, por tanto, un posible trastorno de la conducta alimentaria.

Y es que educar en que existen alimentos malos y que, si los comemos, explotaremos de ‘gordos’, puede llevar a tener miedo a comer. Decir que tienes que compensar con ejercicio o con dieta después de comerlos, puede llevar al niño a tener un concepto sobre la alimentación y el cuerpo distorsionados y afectar, por tanto, su imagen corporal y, en consecuencia, su salud mental.

Recordemos que estas ideas y conductas son factores de riesgo para el desarrollo de un TCA y que los TCA afectan a más del 70% de los adolescentes en el Estado español, habiéndose incrementado en los últimos tiempos un 15% en menores de 12 años. Jugar con un TCA no es divertido.