Sergio Iglesias
Entrevue
Felix ‘Rüdiger’ Buff
Músico

«Mi única preocupación ahora es hacer la música que quiero hacer»

No habían pasado ni doce horas desde que Willis Drummond dieran uno de los conciertos del año en Kafe Antzokia, tras anunciar un parón indefinido, cuando nos encontramos con la banda en el hotel que está al lado de la sala. Con el batería, Felix Buff, hablamos sobre ‘The dancing king’.

Felix Buff, en Bilbo. De la batería de Willis Drummond, a seguir su camino en solitario.
Felix Buff, en Bilbo. De la batería de Willis Drummond, a seguir su camino en solitario. (Aritz LOIOLA | FOKU)

¿Qué buscaba en este segundo disco, después de su debut con ‘Before It’s vanished’?

Buscaba, sobre todo, seguir investigando en estos sonidos. Después de la pandemia hemos vuelto a los escenarios y mi hermano [Johannes Buff] también tenía más trabajo en el estudio, así que lo hemos ido haciendo poco a poco, en los tiempos muertos que nos iban dejando el resto de proyectos: sus discos y mis giras. De esta forma, hemos dejado reposar las canciones, para elegir los mejores arreglos posibles; es un disco que tiene más instrumentos y capas, y es más denso que el anterior.

Fue, por lo tanto, beneficioso, tener más tiempo para elaborar este ‘The dancing King’?

No creo que haya tenido tanto que ver, porque hay temas como ‘Memories’, que ya los tenía desde que hice ‘Before It’s vanished’, pero que no entraron porque no encajaban en el concepto de aquel disco, que era una música más americana o minimal, mientras que aquí hay más arreglos y ritmos más extraños o menos habituales. Es más complejo, pero al final, la voz lo une todo y aunque no es un disco de math pop, sí que tiene algo más de progresivo.

«2024 va a ser Rüdiger, porque necesitábamos ya un parón de Willis Drummond después de unos años muy duros»


¿Y tenía pensado que fuera así o fue saliendo según iba haciendo las canciones?

Fue saliendo, porque yo soy incapaz de pensar en algo y hacerlo inmediatamente, lo único de lo que me aseguro es de que tenga la estructura de una canción…

¿Es importante para usted que esa canción se pueda sostener también despojada de todos los arreglos?

Para mí eso es fundamental. Como te digo, lo primero que quiero es que haya una canción, y no empiezo a meter arreglos hasta que tenga su forma final, con sus acordes y su melodía… luego ya puedes meter un puente, una parte instrumental, alargar o añadir cosas. La única que he creado de manera diferente ha sido la que he hecho con Egyptology, titulada, ‘The receiver’, que es la única libertad que me he permitido en este sentido, porque todo lo demás, efectivamente, se sostiene con guitarra y voz.

Es que luego también hay que defender estas canciones en directo, ¿verdad?

Sí, pero no es solo por eso, sino que ese es el formato pop que me gusta. Yo soy muy fan de The Beatles desde siempre, porque en su música siempre viajas con los puentes, que son los momentos de libertad que te permiten volver a la historia que te están contando. Y eso es algo que llevo dentro.

¿Cree que si The Beatles existieran en el siglo XXI harían algo similar a esto?

Pues seguro… o no, porque The Beatles, aparte de experimentación, también hacían folk, rock and roll clásico, psicodelia… absolutamente de todo, y Paul McCartney era Little Richard, pero también era Bob Dylan. Ellos tenían la canción, y luego se ponían en la piel de alguien o cogían influencias de una cosa u otra, y si tenían que llevar una orquesta sinfónica la llevaban. De todas formas, viendo el último documental de The Beatles que hizo Peter Jackson, ‘Get back’, lo que más me flipó es que en el local son igual que cualquier banda de hoy en día: tenían las mismas conversaciones, las mismas discusiones… la esencia de la música y la vida de una banda no ha cambiado nada en más de cincuenta años.

«Yo soy muy fan de The Beatles desde siempre, porque en su música siempre viajas con los puentes, que son los momentos de libertad que te permiten volver a la historia que te están contando».


¿Qué importancia ha tenido su hermano Johannes en la producción?

Ha sido importantísimo, porque aunque yo llevo bien cerradas las maquetas, él es quien da la forma definitiva a las canciones en la grabación. Por suerte, me entiendo muy bien con mi hermano, y es muy bueno dando consejos, sacando sonidos y mezclando.

Otra cosa básica para el buen resultado final ha sido el hecho de poder trabajar sin presión, y con una libertad absoluta, ¿no?

Sí, creo que con Rüdiger voy a perder mucha gente, porque haré un disco así, otro de otra manera…

También puede ser que vaya ganando público con esos cambios de rumbo…

No sé, ojala, pero la verdad es que eso me da igual, porque no estoy vendiendo un producto. Yo no hago pan, hago música y la única preocupación que tengo ahora es hacer la música que quiero hacer, sin preocuparme de si va a funcionar o no… si me apetece hacer una canción de heavy metal y una balada pop, la voy a hacer.

Felix Buff, buscando nuevos caminos. (Aritz LOIOLA / FOKU)


¿Qué le llega antes a la hora de escribir: la música o la letra?

Sin duda, la música, porque la letra para mí es como un purgatorio [risas]… hay que trabajarlo mucho y no soy alguien que últimamente pueda leer demasiado. Así que mis letras no son muy elaboradas y, al final, me limito a escribir sobre lo que veo a mi alrededor o sobre lo que me pasa en el día a día… todo muy terrenal. De todas formas, lo que procuro siempre es que lo que escribo sea algo que sienta de una manera muy intensa, para poder revivirlo cada vez que toco la canción, y eso tiene mucho que ver también con el ambiente de la canción y lo que me transmite. En este aspecto, también me ayuda mucho mi hermano.

¿Cree que Rüdiger habría sido posible sin la pandemia?

No, y si hubiera existido quizá habría sido más tarde, porque Willis Drummond, Joseba Irazoki y estar en la carretera consumen mucho tiempo; ni siquiera me habría visto capaz de coger la guitarra, que para mí es algo nuevo, porque yo no tenía ni idea de hacer tres acordes, aunque ya había tenido la suerte de tener muy buenos músicos al lado en los que fijarme…  

Bueno, algo bueno que sacamos de la pandemia, ¿no?

Muy bueno. Yo estaba encantado de poder hacer esa pausa, y el mundo me ha acompañado con una pandemia mundial… ¡Gracias mundo! [risas].

¿Qué me cuenta de los músicos que le han ayudado con este disco?

He tenido la gran suerte de que en mi cabeza había imaginado la banda de mis sueños, les llamé… ¡y me dijeron que sí! La batería era complicado dejarla en otras manos, pero también por ser práctico y aprovechar el tiempo que teníamos en el estudio; por eso también todas las bases y los sintetizadores los hemos grabado entre Johannes y yo, pero en directo me acompañarán todos ellos: es decir, Vincent Bestaven, Joseba Irazoki, Antoine Philippe y, como Karlos Aranzegi no va a poder estar esta vez, a la batería estará Mikel Sánchez, un gran músico de Bera que toca con Mice y Kaskezur… Al final, lo que me flipa de Bera es que, cuando te hace falta alguien para tocar, lo encuentras al momento.

¿Cree que este parón con Willis Drummond le va a venir bien para desarrollar este proyecto personal?

Sí, 2024 va a ser Rüdiger, porque necesitábamos ya un parón después de unos años muy duros. Así que ahora, toca pausa y tengo tiempo para hacer bien las cosas. Además, como Joseba [Irazoki] también ha decidido tomarse un descanso, después de muchos años girando sin parar, le voy a putear y me lo llevo conmigo, para que no pueda descansar [risas].

El disco lo ha editado conjuntamente con los sellos UsoPop y Forbidden Colours, ¿Qué le animó a trabajar con estas dos compañías?

Usopop es un sello pequeño con propuestas muy interesantes como Lumi o Botibol, entre otros, y con Forbidden Colours contacté porque me parecía muy interesante lo que hacen. Tuve la suerte de que me tomaron en serio y decidieron apostar por ello. Para mí, trabajar así es una manera de tener un pie en Iparralde y otro en Hegoalde, para tratar de proyectarme en ambos lados y, si es posible, salir también fuera de Euskal Herria. Así que tengo dos equipos que trabajan muy bien el tema de la promoción y la comunicación. En general, yo suelo hacer las cosas por sentimientos, y todavía creo en los colectivos y en los sellos que, con un gusto y un criterio únicos, buscan algo más en la música, y que han entendido muy bien por dónde quiero ir.