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Jaime Lafita reivindica la esperanza ante la ELA tras superar su reto en el Valle de la Muerte

El getxoztarra Jaime Lafita, enfermo de ELA, ha completado el desafío de recorrer, en nueve etapas, más de 650 kilómetros en el Valle de la Muerte (EEUU) con el objetivo de visibilizar la enfermedad, reclamar el derecho a vivir dignamente de todos los afectados y exigir fondos para la investigación.

De la mano de su asociación, DalecandELA, el getxoztarra Jaime Lafita, de 61 años y enfermo de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), ha puesto fin, no sin dificultades, a su desafío de recorrer en bicicleta 650 kilómetros en nueve etapas a través del Valle de la Muerte (EEUU), uno de los lugares más calurosos del planeta.

En esos nueve días de travesía –las imágenes que acompañan esta información corresponden a la última etapa–, el pelotón ha tenido que hacer frente a temperaturas de entre 40 y -3 grados, rachas de viento huracanadas y puertos de montaña de más de 2.000 metros de altitud.

El fin de esta iniciativa solidaria ha sido reclamar el derecho de todas las personas que padecen ELA a vivir dignamente, así como reivindicar que se destinen fondos suficientes para la investigación.

La hostilidad del entorno obligó a Lafita a ceder en algunos tramos el testigo a su hijo Álvaro, aunque para la cuarta etapa ya volvió a subirse al tándem con fuerzas renovadas gracias a la sorpresa que le dio su otro hijo, Diego, en el puerto de GrandView (2.632 metros).

«Tenía miedo de no recuperarme, pero con la ayuda de mi familia, mi fisio y el aliento de toda la comunidad de la ELA he vuelto a darlo todo. Por todos ellos, me he dejado la piel para convertir el valle de la muerte en el de la esperanza. ¡Sigamos luchando!», subrayó el protagonista del desafío.

Durante el viaje, al que también se fueron sumando ciclistas chinos y estadounidenses, llevaron a cabo varias visitas a centros de investigación, tras las que Jaime Lafita destacó que esa es «la única solución» para la enfermedad: «Si no es para quienes estamos diagnosticados, que sea para quienes vayan a estarlo».

De este modo, convirtió el Valle de la Muerte en un lugar de esperanza para toda la comunidad ELA.