Xandra  Romero
Nutricionista

Alimentación de bebés, ¿sólidos o triturados?

Segunda parte del artículo sobre el bebé y su alimentación complementaria en el que la dietista-nutricionista explica las posibilidades de los alimentos sólidos y de los triturados y, sobre todo, recomienda que sean saludables y ricos en hierro.

Una vez repasados los puntos clave para el inicio de la alimentación complementaria (AC) en el artículo anterior, llega la decisión: ¿le doy sólidos o triturados? Por un lado, están los beneficios de la introducción inicial de sólidos -recordemos el método BLW- y, por otro, la seguridad que nos da a los adultos la textura de puré y, sobre todo, la tranquilidad de saber que al menos ‘algo’ han comido, porque somos nosotros quienes controlamos cuánto.

Pero antes de decidir, es importante saber si nuestro bebé está preparado para tomar sólidos ya que, para iniciarse con el BLW, se deben cumplir ciertos requisitos: deben mantenerse sentados con apoyo y ser capaces de aguantar la cabeza por sí mismos; deben tener una adecuada coordinación ojos, manos y boca para mirar el alimento, cogerlo y poné́rselo en la boca; pueden tragar alimentos sólidos (no empujan los alimentos instintivamente hacia fuera) y deben mostrar interés por la comida.

Una vez valorado lo anterior, ¿qué es mejor, purés o sólidos? Mi consejo profesional y personal es que elijamos lo que nos haga sentir más cómodos y tranquilos, porque esto hará que el proceso sea más exitoso. Pero, ¿qué dice la evidencia científica? Pues, que aunque hay gente que tilda el BLW de ‘moda’, está establecido que este método facilita la instauración de hábitos de alimentación más saludables respetando las señales de hambre y saciedad. Los bebés, desde temprana edad, prueban distintos sabores y texturas, lo que parece estar relacionado con una alimentación más saludable y variada en su futuro. Además, la alimentación BLW se ha asociado, según algunos estudios, con un menor riesgo de sobrepeso y obesidad en el futuro. Asimismo, fomenta el descubrimiento y la exploración, permite que el bebé pueda comer de forma autónoma y que disfrute las diferencias entre los distintos alimentos. Promueve y estimula el desarrollo psicomotor del niño favoreciendo la presión manual al agarrar trozos de comida, del mismo modo que mejora la coordinación ojo-mano, la masticación… Por último, mejora la transición a alimentación sólida, puesto que empiezan a trabajar la masticación con alimentos de distintas texturas.

¿Qué pasa si optamos por purés? Pues que la aceptación de sólidos debido a las distintas texturas se suele complicar y se rechazan alimentos saludables como son frutas y verduras, en ocasiones hasta la edad adulta y, por otro lado, somos las madres y padres quienes ‘decidimos’ cuánto deben comer sin que se respeten sus señales de hambre y saciedad.

Ahora bien, se puede empezar ‘fusionando’ ambas intercalando diferentes texturas, por ejemplo, sólidos con aquellos alimentos con los que nos sintamos más cómodos, purés para otros que nos den más ‘respeto’ y algunos alimentos ‘chafados’ con el tenedor para hacer un trámite intermedio. Pero, hagamos como lo hagamos, lo esencial es introducir alimentos ricos en hierro, ofrecer alimentos saludables y respirar y confiar en el proceso de aprendizaje de nuestro bebé.