Drones, sensores, supercomputación, satélites; una nueva generación tecnológica irrumpe en la lucha contra los incendios forestales, agravados por la crisis climática y unas temperaturas que mantienen ya en riesgo extremo en estas fechas a varios puntos del Mediterráneo peninsular y también en la franja norte de África.
La crisis climática que azota al planeta con episodios de calor extremo estresa la vegetación forestal hasta niveles desconocidos y está disparando la extensión y virulencia de una nueva generación de macroincendios, que sacude a multitud de países, no solo en verano sino en cualquier época del año.
«Se necesitan nuevas herramientas para dar respuesta a problemas ambientales cada vez más complejos», como los grandes incendios, ha explicado a Efe el ingeniero Rafael M. Navarro, director del Laboratorio de Dendrocronología, Selvicultura y Cambio Climático de la Universidad de Córdoba, además de catedrático de Ordenación de Montes.
La crisis climática y los cambios de usos del terreno forestal por la actividad humana deterioran los ecosistemas e impactan en su conservación, en el desplazamiento de especies y en la conectividad y la fragmentación de hábitats, aumentando su vulnerabilidad.
Según los expertos, unos 10 millones de hectáreas de sistemas forestales son destruidas cada año; sin embargo estos ecosistemas son fundamentales para la humanidad porque absorben de la atmósfera alrededor del 30% de emisiones de CO2, principal causante de la crisis climática global. Además, son fuente de salud y recursos básicos para el bienestar social, como los medicamentos, los combustibles, el agua y alimentos.
La tecnología geoespacial para la gestión forestal
En el mundo actual, «las tecnologías geoespaciales o la geoinformática emergen como herramientas fundamentales» para la persistencia de los ecosistemas forestales y la generación de servicios ambientales fundamentales para la sociedad, asegura Navarro.
No se trata de «informatizar el bosque», ni llenarlo de sensores, inteligencia artificial o equipos electrónicos, sino de «recurrir a los medios que la digitalización ofrece» para gestionar mejor los espacios forestales y asegurar su preservación y uso sostenible.
Según el profesor Navarro, la transformación digital es una necesidad «imperiosa» para las ciencias forestales, dada la gran vulnerabilidad de los ecosistemas forestales frente a las crisis ambientales del siglo XXI.
Las geociencias, cuya importancia en la gestión forestal se ha disparado en las dos últimas décadas, contribuyen al desarrollo de infraestructuras y tecnología para el acceso y análisis de la información a partir de fuentes diversas, como las bases de datos masivas (data mining o big data) o la teledetección (sensores remotos, como satélites o drones).
Sensorización, supercomputación, modelización
Estas tecnologías se sirven además de la sensorización de la vegetación sobre el terreno y la conexión a la red, el internet de las cosas, y de la inteligencia artificial y la supercomputación para multiplicar la capacidad de análisis de datos y la modelización para mejorar la gestión forestal.
La geoinformática ayuda a comprender mejor los fenómenos relacionados con el territorio en toda su complejidad (suelo, vegetación, ciclos bio-geoquímicos, clima, etc.) y existen cada vez más aplicaciones que la utilizan.
Algunos ejemplos se dirigen a la evaluación de procesos de deforestación en la Amazonía (Global Forest Watch, Global Forest Resources Assessment-FRA); también para la restauración de bosques (Programa de Restauración Forestal de África-AFR100), o frente a incendios forestales (The Global Wildfire Information System-GWIS; Global Fire Monitoring Center-GFMC).
La geoinformática se sirve de sistemas de información geográfica o SIG, y generación de productos cartográficos en tiempo ‘pseudo’ real mediante aeronaves sensorizadas y drones (detección temprana, vuelos nocturnos, definición de perímetros, etc).
Asimismo, cada vez más administraciones forestales recurren a la simulación de grandes incendios basados en supercomputación para mejorar los trabajos de prevención, extinción, y restauración postincendio.
En tareas concretas para esto último se están utilizando imágenes de satélite y datos disponibles gratuitamente procedentes del sensor Sentinel-2, misión de observación terrestre desarrollada por la ESA dentro del programa Copérnico.
Y ello junto con estudios a largo plazo usando series temporales largas, basados en plataformas en la nube que permiten el análisis y visualización de datos geoespaciales a escala global (Google Earth Engine).