En este último trimestre del año todos los expertos económicos de diversas instituciones oficiales auguran un 2023 muy complicado y sobre todo duro para familias y personas vulnerables. Concepto que por cierto ha ido variando al ampliar más los ingresos que se perciben por año, con lo que el número de vulnerables va en aumento. Dos son los factores principales que van a mermar el poder adquisitivo de la mayoría y que, a pesar de ser ya conocidos, no parecen haber calado en la gente. Hablamos de la crisis energética y su galopante ascenso de precios, y de las medidas económicas de los bancos centrales en la subida de los tipos de interés.

Aún a riesgo de parecer reiterativa y machacona en el tema, vuelvo a la carga, sobre todo a la vista del escaso movimiento que está habiendo para intentar paliar el efecto que las próximas facturas de gas y electricidad van a tener en los hogares. Los datos son oficiales (por lo tanto consultables) sobre el número de hogares que están con las tarifas reguladas frente a las que se empeñan en seguir en el mercado libre, algo así como 1 millón frente a 6 millones; luego extrapolen por CC.AA.

Encarecimiento de facturas. Las empresas eléctricas y de gas estiman que las facturas van a encarecerse hasta el triple sobre las actuales y algunas ya aconsejan cambiarse a las tarifas TUR (las reguladas). Claro que a ellas tanto les da, porque quien va a asumir el déficit tarifario va a ser el Estado.

En cuanto a la otra importante medida a tomar es modificar los tipos de hipotecas contratadas, ya que en los últimos años la gente optaba por las de interés variable dado lo bajito que se movía el euribor en Europa. Pero todo cambia, y de golpe sube por lo que las cuotas mensuales van a ir encareciéndose in extremis. Toca negociar con nuestro banco una subrogación de forma preferente. Pero ahora que aún no ha sonado la segunda campanada del Banco Europeo, que después puede ser tarde. Y sonará una tercera, que ya hay datos que lo cuentan. Hagan gestiones, 2023 vienen curvas.