Miren Saénz
El año del gallo rojo de fuego

La gran fiesta china

Millones de personas se preparan para celebrar el Año Nuevo Chino. El sábado comienza 4715, concluye el periodo del Mono para dar paso al del Gallo Rojo de Fuego. Los chinos lo celebran en familia, entre comidas copiosas llenas de significado y pirotecnia variada. Hoy por hoy la fiesta de otros pueblos asiáticos y de las comunidades orientales está muy extendida por todo el planeta, incluida Euskal Herria.

Más de mil trescientos millones de habitantes del gigante amarillo – además de los vecinos de otros países del este de Asia, más los chinos y sus descendientes que andan por el mundo– celebran el inminente Año Nuevo Chino. Esta fiesta se rige por el calendario lunar o más bien lunisolar, se inicia en un día de luna nueva y concluye en una noche de luna llena. El próximo viernes vivirán su Nochevieja y el sábado su Año Nuevo. Comienzan el 4715, despiden el año del Mono y entran en el del Gallo Rojo de Fuego. Los festejos durarán hasta el 11 de febrero, cuando el Festival de los Faroles, con sus linternas de papel ,marque el multitudinario «pobre de mí» que les devuelve a la vida cotidiana.

En realidad, el periodo festivo del también llamado llamado Festival de Primavera es de dos semanas: una primera semana de vacaciones oficial, cuyos tres primeros días son los más intensos del programa, y otra suplementaria para los más afortunados que aprovechan para hacer turismo. El chunyun -período de desplazamiento– empieza 15 días antes y dura 40.

De hecho, en China lleva días en marcha la mayor migración humana del planeta, camino de sus lugares de origen para compartir la fiesta en familia. Aviones, autobuses, coches y sobre todo largos trenes que superan la veintena de vagones saturados de viajeros, se quedan cortos ante esa enorme demografía china en movimiento. Y es que, pese a las nuevas posibilidades que ofrece internet a la hora de comprar billetes, la existencia de la reventa demuestra la demanda por conseguir un pasaje de vuelta a casa. En 2016 se contabilizaron en estas fechas más de 2.900 millones de viajes a través del país, superando los 2.810 millones de desplazamientos que arrojaron los datos oficiales en 2015. Es tal el nivel que, en China, durante cinco días las autopistas son gratis. Ni el colapso ni los accidentes consiguen hacerles cambiar de planes.

El chino es un pueblo viajero instalado por todo el mundo, cuyos representantes conservan sus ritos allá por donde van. Es tiempo de sacar dragones y leones para danzar en Beijing, Nueva York, Barcelona…, pero conviene entrar con buen pie en el nuevo ciclo. Así que antes toca limpiar la casa a fondo, barrer literalmente el polvo y la mala suerte. Se trata de una limpieza general que llama al orden exterior e interior. Intentan atraer la suerte decorando las paredes con banderas y emblemas rojos en donde se escriben frases, y a la vez solucionan los asuntos pendientes como pagar deudas o resolver malentendidos y disputas entre familiares o amigos.

Para ello recurren a la cocina, otro de sus platos fuertes rebosante de simbolismo. A estas alturas, en millones de hogares chinos ya se ha preparado gran parte de la abundante comida que consumirán en el festín de Año Nuevo. Muchos de los productos tienen un significado especial: así, por ejemplo, el pollo llama a la riqueza; los camarones a la abundancia; los vegetales, como las espinacas o espárragos verdes, a la buena cosecha; los tallarines largos, que no se deben cortar, a una vida larga; un pescado entero a la unidad; las mandarinas a la buena suerte; las naranjas a la prosperidad o las manzanas a la paz en una lista tan prolongada y sabrosa que ocuparía todo el reportaje.

La comunidad china en Euskal Herria. También desde Euskal Herria algunos vuelan a China para celebrar su fiesta por excelencia. Carlos Liao, presidente de la Asociación de Chinos de Gipuzkoa, confirma que «para nosotros es la fiesta más importante, como para muchos europeos es la Navidad. Hay gente que vuelve casa para celebrarlo en la mesa con su familia o amigos. Los que no pueden ir allí lo celebran aquí. Es nuestra forma de atraer la fortuna y la salud».

Calcula que en las cuatro provincias del sur de Euskal Herria hay unos 15.000 chinos que se dedican a la hostelería, al comercio, a negocios de importación y exportación y a establecimientos relacionados con la estética como peluquerías o perfumerías, cuya presencia ha aumentado en los últimos cinco años. «A los chinos nos gustan los trabajos autónomos. Antes, el 80% nos dedicábamos a la hostelería, pero esto ha cambiado por la crisis. Los profesionales aguantan pero otros cambian de sector», señala Liao, que regenta dos restaurantes en Donostia y se hizo cocinero como su abuelo, quien ya andaba entre fogones en Holanda antes de la Segunda Guerra Mundial, «cuando los viajes en barco duraban tres meses», matiza.

A muchas de las familias afincadas por aquí se les acumulan los festejos. Casi acaba de finalizar la Navidad e incluso en Donostia, con la extra de la tamborrada, juntan hasta cuatro fiestas potentes. «Esta es mi segunda tierra, mis amigos están aquí y he adoptado sus costumbres. Vivo con mis padres, mi mujer y mis hijos, que dominan mandarín, inglés, castellano y euskara, y celebramos también la otra Nochebuena y Nochevieja», cuenta este hostelero natural de Wenzhou, una ciudad costera del sur a 300 kilómetros de Shanghai, de donde llegó con 19 años y lleva aquí casi 30.

Piensa que la crisis también se ha notado en sus festejos. «Antes, como asociación, organizábamos una fiesta. El problema es el presupuesto, todo el mundo está con el bolsillo apretado. Pero en cuanto la economía mejore…. volveremos al Euskalduna y al Kursaal».

La fiesta en esta ocasión se limitará a sus domicilios «y, aunque la coincidencia del fin de semana no nos permite cerrar los negocios, luego brindaremos en casa con vino o champán y dejaremos el aguardiente para los chinos del norte». Tratándose de un cocinero es obligado preguntar qué plato no puede faltar en su mesa: «Pescado al vapor, porque garantiza que has llegado a fin de año con dinero en el bolsillo, y jiao zhi, bolas de masa hervida que promueven la unidad familiar». La oferta es tan amplia como su país, que visita anualmente, «con 32 provincias y 56 grupos étnicos».

Fuegos y petardos. Los cohetes y la pólvora son otro de los elementos fundamentales. Mientras los fuegos artificiales llenan de color los cielos de las grandes urbes del planeta, en cada esquina china hay alguien tirando petardos o encendiendo una bengala. El riesgo real de incendios ha derivado en prohibiciones, complicadas de acatar por una cultura que aleja a los seres malvados y a la mala suerte a base de ruidosos petardos. Se intenta cambiar la costumbre de prenderlos delante de casas o tiendas y hacerlo en explanadas o plazas abiertas. Luego las calles se vacían, las fábricas están cerradas y, a partir de la tarde de las dos primeras jornadas –cuando la fiesta prosigue en los hogares–, es casi imposible encontrar un taxi.

En asuntos pirotécnicos, Carlos Liao ha tirado la toalla: «Hay que solicitar permiso a la policía municipal con diez días de antelación, a los bomberos… Son cosas complicadas. En el Año Nuevo de aquí la gente tira petardos y pasa más desapercibido, pero en el nuestro no, así que no vamos a molestar a nadie». Sí mantienen otras costumbres, como los hongbao, esos sobres colorados en los que se mete dinero para regalárselo a los niños, a los estudiantes y a los jubilados del clan.

Horóscopo. Admite Liao que el suyo es un pueblo bastante supersticioso, «el 70% cree en los pronósticos del horóscopo», asegura, mientras muestra un librito de 96 páginas repleto de caracteres convertido en guía personal para millones de sus compatriotas. «Yo creo, pero no tanto. Es como los católicos, no todos rezan o van a misa», explica. Cada signo está representado por un animal diferente, cuyas características se parecen bastante al animal real. Basado en el ciclo lunar, cada doce años se repite el animal que manda en el calendario. Al 4715 le corresponde el Gallo Rojo de Fuego, un líder innato, seguro y enérgico, partidario del orden, la planificación y el trabajo.

Dicen que será un año complicado para los improvisadores. Un consejo para contrarrestar los malos augurios que se den esta temporada para los que son gallos en el año del Gallo: «Llevar calzoncillos o bragas rojas para proteger tu salud o tu suerte», concluye.