IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Recuerdo

El desarrollo de una sociedad depende de innumerables elementos que se conjugan para crear un periodo concreto. Los factores culturales son testigos y mensajeros de preocupaciones, evoluciones, miedos y anhelos. Por su parte, la creación artística es un reflejo más de lo que acontece a su alrededor y tiene la capacidad de comportarse como un mapa al que acudir para encontrar rutas que nos dirijan hacia un mejor entendimiento de los tiempos pasados. Cada momento cuenta entonces con agentes que lo habitan como protagonistas de un contexto, pero no olvidemos que la memoria nunca es inocente. La historiografía dirige nuestros referentes en base a intereses y valores que en ocasiones son capaces de ocultar los procesos más enriquecedores. Puede que una de las funciones del arte sea rescatar aquello que el olvido oficial pretende hacer desaparecer de nuestro bagaje cultural y trazar caminos sobre los que el recuerdo se erija como un elemento protagonista indispensable en la construcción de un mejor futuro.

Por eso la exposición “Una modernidad singular. `Arte nuevo’ alrededor de San Sebastián. 1925-1936”, que San Telmo Museoa de Donostia alberga hasta el 5 de febrero, supone una buena manera de acercarse al estrato cultural de la Gipuzkoa de las primeras décadas del siglo XX. La importancia de este periodo se refleja en un crecimiento urbano y una consolidación como destino turístico que ha conformado el carácter de la propia ciudad, así como la entrada del proyecto de la modernidad y su aporte en el desarrollo social del lugar.

El arquitecto Jose Manuel Aizpurua (Donostia, 1902) y el fotógrafo y diseñador Nicolás de Lekuona (Ordizia, 1913) asumen el diálogo central de la muestra, apoyada con creaciones entre las que destaca el aporte de Jorge Oteiza (Orio, 1908) encabezando un sugerente elenco de artistas. En lo que a los elementos expositivos se refiere, el paseo se realiza entre 160 obras de diferentes disciplinas (escultura, collage, pintura) que Peio Aguirre (Elorrio, 1972) ha compilado en un trabajo comisarial realizado en el marco del proyecto “Conversaciones de la capitalidad europea de Donostia”.

En otro tono muy diferente, el pintor Alfonso Gortazar (Bilbo, 1955) presenta en la Galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbo el proyecto “Alfonso Gortazar and his friends”. El punto de partida es un lienzo de 7 metros cuadrados en el que aparecen retratados 42 rostros de pintores amigos del artista. La tela está rodeada, a su vez, por 42 piezas de 42x42cm realizadas por cada uno de los representados que actúan como ingredientes de un ambiente donde la simpatía del primer vistazo acaba variando hacia una nostalgia en la que el paso del tiempo y la memoria se intuyen como protagonistas. Ya en la planta baja del espacio, Gortazar se expande en una pintura suelta y sin complejos que desprende disfrute y oficio. La irónica carga conceptual con la que sus cuadros arremeten contra la situación del arte dialoga con composiciones que tienden a una mayor abstracción en la que la masa de óleo exige todo el protagonismo.

Nubarrones de pintura se posan sobre estructuras y lonjas abandonadas, mientras se apilan bastidores que recuerdan a anteriores trabajos en los que los lienzos en blanco se agolpaban en claustrofóbicas estancias ante la frustrada mirada del artista sin ideas. Hasta el 3 de febrero se presenta la oportunidad de disfrutar de uno de los pintores con mayor personalidad de nuestro territorio.