TERESA MOLERES
SORBURUA

Trabajos del mes

El trabajo del mes en el jardín comienza por utilizar las tijeras de podar para limpiar y conseguir una segunda floración. Los lupinus, delphinium o espuela de los caballeros y aquilegias ganan si se les aplica “un rasurado a cero” para que vuelvan a florecer. Además, es una medida higiénica con la que se pretente limitar el riesgo del oidium tardío sobre el follaje. A continuación hay que regar y, para incrementar el crecimiento, se recomienda añadir un puñado de compost al pie. También en el caso de las malvarrosas, que ya han pasado la roña, un rapado les ayudará a crecer de nuevo sanas con flores tardías.

Es aconsejable acortar la lavanda por debajo del follaje, para evitar que la base no se quede desguarnecida y darles la oportunidad de reflorecer. Respecto a los rosales, el corte de las flores marchitas en las variedades remontantes es prioritario e imprescindible para que vuelvan a florecer. En el resto de variedades, rosas antiguas y botánicas, no es necesario el corte si queremos mantener los colores de los escaramujos naranjas y rojizos bien vivos durante el invierno.

Es bien sabido que la época idónea para plantar rosales es el otoño, sin embargo, con los cuidados necesarios se pueden sembrar desde ahora. Se hace indispensable cuidar el riego, ya que el rosal detesta pasar sed, también preparar el suelo en profundidad para que la planta pueda buscar el frescor. Para ello hay que enriquecer el fondo de hoyo de plantación con tierra y compost maduro. Al comprar el rosal, verificar que el tronco sea sólido y sin ramas viejas. Un corte pequeño de raíces y el rosal prenderá en la tierra.

También es el momento de sacar esquejes de las vivaces arbustivas como salvias y manzanillas, y de las begonias. No olvidar aportar un producto anti clorosis a las hortensias para avivar su color azul. Hay que limpiar las budelias y arbustos de floración estival de tallos marchitos para estimular su engrosamiento. En cuanto al cuidado de los tiesto se trata de volver a colocar tierra cuando el sustrato está apelmazado –sucede porque la tierra no está bien descompuesta– para evitar el caparazón que se forma encima de las raíces y que impide la llegada del riego. Para las plantas sedientas, como las hortensias, es práctico poner una capa de mantillo.