IBAI GANDIAGA PÉREZ DE ALBENIZ
ARQUITECTURA

La cabaña de vacaciones (y II)

La casa Farnsworth es, sin duda alguna, el retiro de vacaciones más famoso de Estados Unidos, tras la cabaña que Henry Thoreau construyó junto al río Walden. Del mismo modo, es uno de los iconos de la arquitectura moderna más importantes del siglo XX. Su autor, el alemán Ludwig Mies van der Rohe, definió cómo debía de ser la arquitectura del capitalismo de posguerra con el edificio Seagram, el pabellón de la Exposición Universal de Barcelona y la casa Farnsworth. Sin embargo, hoy no hablaremos de su obra, sino de su cliente, la doctora Edith Farnsworth, y de cómo se ha degradado la figura de esta intelectual tratándola de mujer despechada.

Farnsworth era una eminente nefróloga en el hospital Passavant Memorial de Chicago, que deseaba un lugar para retirarse del bullicio de esta ciudad estadounidense durante los fines de semana. Probablemente querría usar ese lugar para sus otras dos pasiones y virtudes: la lectura de textos italianos (fue una importante traductora de italiano, traduciendo la obra del Nobel Eugenio Montale) y el violín. Cerca de la localidad de Plano, en el interior del estado de Illinois, encontró una parcela que le permitiría entablar contacto con la naturaleza y desconectar.

La doctora ya tenía el terreno, ahora solo le faltaba el arquitecto. La fortuna quiso que Farnsworth coincidiera con Mies van der Rohe en una cena de amigos. Mies había puesto pies en polvorosa de la Alemania nazi y llevaba siete años en Estados Unidos, tratando de vender su estilo moderno a un país en pleno auge tras la victoria sobre el Eje. El resultado de que un cliente culto y sensible a la arquitectura se topara con un arquitecto deseoso de experimentar con el espacio devino en una obra excepcional y paradigmática.

No obstante, para Farnsworth esa cena fue el inicio de un pequeño calvario personal; Mies decidió que, además de diseñador, sería el contratista general o constructor (cosa poco habitual). El coste de la obra se disparó, según el arquitecto por la irrupción de la Guerra de Corea y el encarecimiento de los materiales. Sin duda, aquello fue la gota que colmó un vaso que estaba lleno de ego alemán.

El arquitecto había tomado al pie de la letra el deseo de Farnsworth de tener contacto con la naturaleza y había desprovisto de paredes la casa (sustituyéndolas por vidrio), separando por completo la estructura y la cubierta de los muros. Solo los baños tenían asegurada su privacidad. Mies también hizo oídos sordos a la instalación de cortinas que permitieran una privacidad temporal. El paño de vidrio, la desaparición de la pared, era fundamental. Tanto era así que, por tener, no tenía más que dos pequeñas ventanas, ya que el mecanismo de éstas hacía necesario unos marcos que romperían la idea. Farnsworth contempló horrorizada la legión de insectos que infestaban la zona inundable que rodeaba la edificación batir sobre el vidrio de la fachada, atraídos por la luz interior.

«Menos es menos». La doctora Farnsworth, en pie de guerra con el arquitecto, atacó las maneras y el estilo prusiano de Mies en la revista “House Beautiful”, describiendo el estilo de Mies como “Less is less” (“Menos es menos”, en clara alusión al eslogan acuñado para describir el estilo del arquitecto “Menos es más”). Los textos contra el estilo moderno de Mies salían en un momento políticamente muy delicado, con el macartismo en pleno auge. Mies, que, pese a tener unas relaciones aceptables con el Tercer Reich había visto su estilo vetado por considerarlo obsceno, veía como la opinión conservadora de Estados Unidos tildaba su obra de socialista.

En esa refriega, se comenzó a atacar a la figura de Farnsworth, que se presentó como una mujer despechada, dando a entender que mantuvo una relación con el arquitecto. Esa historia, infundada y desmentida por la propia doctora, se ha mantenido como una especie de coartada en el relato de la casa Farnsworth. Ese relato denigra la figura de la propietaria, que fue una intelectual excepcional, y ensalza a un creador que hace caso omiso de las necesidades del cliente. El mito persiste, con incluso el proyecto de una película de Hollywood recogiendo el supuesto romance.

La casa Farnsworth queda para la historia como un ejercicio estético y funcional a estudiar. En mi opinión, es más interesante pensar sobre el debate entre las necesidades y deseos del cliente y la visión del arquitecto. Al fin y al cabo, Mies recibió el encargo de una casa y entregó un mausoleo.